Capítulo veinticinco

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Tartarus

Estoy encolerizado, Helga ha decidido casarse con un niñato y en cambio no se fija en mí. Sólo me manda órdenes que sigo porque la amo desde el primer día que la encontré llorando en la arena de la playa por el destierro de ese cabronazo de Eirik. Sí, esa mujer a los que todos llaman marranamente "una zorra frívola" estaba llorando con el corazón roto y sus planes hechos añicos en la playa. Y yo la consolé y le jure mi lealtad. Sé que este matrimonio es pura política pero aún así me da rabia pensar en ello. Si tan solo ella se fijara en mí.

La amenaza bajo el mar (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora