Capítulo veintitrés

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Morgan

Estoy sentada en el escritorio de mi dormitorio, llevo leídos ya varios tomos de brujería y me siento bastante agotada. Decido tomarme un descanso y mirar vídeos a través de mi móvil resistente al agua.
Unos golpes en mi puerta me interrumpen.

-Alteza, el príncipe William quiere verla. -Dice uno de los guardias.

Abro la puerta rápidamente y con el corazón en la boca, al otro lado está el chico al que amo. Quizás pueda arreglar las cosas con él, si está aquí es porque le importo.
El guardia nos deja a solas, su rostro es serio y me mira con cierto dolor.

-Mi padre me ordenó que me tenía que mudar aquí como pupilo, Helga me ha aceptado. -Me explica y derrumbándose añade-: no te haces una idea de lo mucho que te amo Morgan, y me importa una mierda que asesinaras a ese chico y aunque me diste tantos celos con mi padre sé bien que solo lo hiciste por intentar resucitar a ese estúpido. Entenderé si me rechazas pero al menos quiero que lo sepas.

Lo beso apasionadamente, acariciando con mi mano su cabello rojizo, enredando sus mechones entre mis dedos. Nuestras colas verde y negra se enredan mientras nos besados como si el mundo fuera a terminarse pronto, tal vez lo haga pero al menos tendremos este momento en nuestros corazones para siempre.
Él desliza su mano bajo mi blusa, acaricia mi pezón provocándome gemidos, me muerde el cuello y siento tanto placer. Él sabe tocarme mejor que Eirik, no es tan bruto, sino más delicado y me derrito por completo ante su contacto.
Pero el momento tan pasional es interrumpido cuando de mi boca empiezan a salir varios huevos diminutos y él se comienza a reír.

-No tiene gracia -gimoteo por lo incómoda que es esta situación.

-Como llevas tiempo siendo sirena ya puedes soltar huevos cada mes, es algo parecido a la menstruación pero produces crías. Lleváselos a Helga, los pondrá en la sala de incubadoras.

-De acuerdo, iré ahora, espérame aquí.-Digo metiendo en un bolso todos los huevos y guiñándole un ojo añado-: y yo también te amo Will, me vuelves loca.

Él sonríe con felicidad y amor puro. Salgo y mientras camino pienso en el motivo por el que elegí no comentarle a Will lo de mis poderes de matar, cuando buscábamos la gema, era porque no quería asustarlo y porque desde que asesiné a Alastair llevada por un instinto salvaje me sentí muy mal después pero me alivia que a mi chico no le importe.

La amenaza bajo el mar (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora