Prólogo

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Dos chicos corrían por el bosque, uno intentando atrapar al otro, las gotas de la lluvia de hace unas horas se sentían en la húmeda tierra, las plantas se cruzaban por sus caminos, incluyendo animales de pequeño tamaño y brillantes, el eclipse estaba cerca de comenzar y la noche se presentaba ante el cielo. Las risas no se hacían faltar para los individuos, el mayor se empeñaba en alcanzar al menor, sin embargo este era más rápido.

— Basta Mal'uk, ya me canse —se quejó este sin ganas de seguir corriendo.

— Vamos Jake, dónde quedó tu fortaleza —se burló.

— Oh créeme se acabó en el momento en que naciste.

Se tiró rendido en el pasto sin pudor alguno, ya no podía con su cansancio y sus piernas. El chico lo tenía corriendo desde la aldea Omaticaya hasta llegar a lo más profundo del bosque de Pandora. El menor tomó de igual manera lugar al lado suyo, admirando las estrellas que se mostraban delante suyo.

— ¿Es necesario que te vayas? —preguntó el mayor con tristeza.

— No hay opción Jake, siendo Toruk aquí, no puedes moverte. Y más siendo que tu mujer está por dar a luz.

— Lo sé.

Soltó con frustración tapándose con un brazo los ojos, intentaba no pensar mucho en eso, pero extrañaría mucho al chico, era como su hermano, lo quería, lo quería mucho. Sabía que si Eywa lo había puesto en su camino había sido por algo, y no se arrepentía por su pasado, siendo que lo había conocido a él y a su mujer.

— ¿Vendrás frecuentemente?

— Claro, tengo que seguir supervisando te Toruk —dijo en burla.

— Quiero que estés cuando Neytiri dé a luz —su petición sonó más como una súplica.

La mirada del menor se desvío al cielo, admirando su belleza, no podía simplemente mirar al hombre a su lado y decirle que lo acompañaría hasta el fin de Pandora, por que no iba a ser así. Lo amaba era su tsmukan, más sin embargo no era lo mismo que hace 5 años, él tendría una familia y él en algún futuro encontraría a alguien con quien hacer una.

Dispuesto a responder lo miro a los ojos, pero algo en su interior se lo impidió, el mayor ya lo miraba, y fue cuando de verdad se puso a pensar, por qué no fue el, por que no pudo ser él quien lo eligiera, por que ella y el no.

Le había prometido a Eywa, y al mismo que no sufriera por algo que nunca sería dado de vuelta, por algo que ni siquiera le correspondía, por esa misma razón tomo la decisión de irse, conocer algún otro clan, encontraría alguien y poder ser parte de algo que fuera propio, algo con lo que él podía llamar suyo.

— Sabes que no puedo —se lamentó.

— Vamos Malu —rogó tomando su mano— solo faltan dos semanas.

— No puedo Jake.

Se levantó sin más que discutir, dispuesto a regresar, sin embargo una mano lo tomó del antebrazo.

— ¿Qué pasa? Cuando te enteraste de que Ney daría luz estabas feliz, dijiste que estarias ahí para ella, para mi.

— ¿De qué hablas? Esto no tiene nada que ver con mi felicidad porque vayas a ser padre, alguien tiene que ir hacer el trabajo que tú no harás por estar aquí —soltó molesto.

<<Claro que me gustaría quedarme y ver a tu primer hijo, pero lo haces ver como si tuviera la opción de estar aquí.

Molesto y con enojo el chico se soltó y emprendió camino regreso a casa. El mayor dispuesto a arreglarlo volvió a intentar detenerlo.

— Espera Malu —intento tomar su mano sin logro alguno — se que me equivoque no trataba de decir eso.

El chico solo siguió caminando, sin darse cuenta que las lágrimas empezaron a salir sin control, le dolía, sabía que él nunca sería lo que él necesitaba, le había fallado.

— Malu, por favor arreglemos esto.

Con una oportunidad tomo su mano, lo jalo hacia el con preocupación. Y se dio cuenta que el chico estaba llorando, los sollozos se encuchaban en su pecho, lo abrazo con fuerza, con miedo a lastimarlo.

— ¿Qué sucede cariño?

El chico no pudo más que llorar por como lo había llamado, se lamentaba mucho por sus sentimientos ante el mayor, se lamentaba también por su mejor amiga siendo la mujer de este, los quería, les tenía un gran aprecio y por lo que habían hecho por él, sin embargo sabia que tenía que eliminar lo más rápido ese sentir o se terminaría consumiendo por el deseo de no poder tenerlo.

— Malu, mirame

Sus manos tomaron el rostro del menor con mucha delicadeza, como si fuera un cristal fácil de romper, le limpio las lágrimas que salían sin parar, se preocupó más por su estado que a la espera de él en su hogar.

— Dime que pasa, ¿hice algo? ¿Te molestó lo que dije? Puedo arreglarlo.

Pero cómo, cómo iba a arreglar un corazón roto, se siente peor.

— Vamos cariño, dime qué sucede, lo puedo arreglar

— Lo siento, estoy haciendo un berrinche.

— No, es mi culpa, sé que no debí hablar así. Lo siento.

— Está bien, solo me sentí agobiado.

— Sabes que puedes decirme lo que sea.

El menor solo asintió ante la petición y volvió abrazar al mayor, lo tomó con mucha fuerza ocultando su cabeza en el pecho de este. Sintió como el pesar en su pecho se iba poco a poco.

Fuera de su vista, la naturaleza viva de Pandora los rodeaba, presenciaban una mezcla de sentimientos que la misma Eywa se hizo dudar de su decisión, más sin embargo como en las canciones más antigua dicen: "El camino de Eywa es el más sabio a ver, y el más seguro que puede dar para sus hijos".

Si Eywa no se lo dio, fue por algo, con todo el dolor del corazón del chico, la gran Madre le hizo una promesa a su hijo.

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"Ese sentimiento que has rogado por mucho tiempo será devuelto hijo mío, tal vez no del quien quieres si no más de quien lo necesitas"



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MAKTUB: Neteyam SullyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora