◇ GUARDAESPALDAS ◇

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- ¿Una fiesta? Claro que iré, me encanta salir contigo, lo sabes. - sonrió felizmente un ojiazul.

- Bueno, ve y compra lo necesario, esta noche quiero que te veas espectacular. - el heterocromatico le contestó.

- Como negarme a la petición de mi bello esposo. - tomo una de las mejillas de su amado y la apreto. - me voy, no tardaré.

- Por favor, irás de compras, obvio tardarás una eternidad. - se burlaba el azabache más bajo mientras que el otro solo reía porque sabia que era cierto.

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- ¿De verdad me veo bien? - las dos amigas del ojiazul estaban ahí con él para ayudarle con el peinado, maquillaje y sobre todo el hermoso traje.

- O sea, obvio te ves in-cre-ible, todas las perras te tendrán envidia. - la pelirosa era algo rara para halagar, pero lo decía con todo su corazón.

- Es verdad, sus huesitos estarán hambrientos de envidia al verte. - la ojipurpura le siguió.

- Obanai es tan afortunado de tenerte. - una lágrima de felicidad salió de unos bellos ojos verdes. - ¿verdad que si amor?

- Hay claro, nadie merece a mi querido Giyu. - ambas miraron al ojiazul y sonrieron victoriosas.

- De verdad serás la envidia de esta noche. - ambas comenzaron a recoger el desastre echo por ellas mismas mientras que el hermoso ojiazul salía de aquel lugar.

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- Eres, lo más bello que mis ojos han visto. - recibía a su esposo, estaba encantado con su belleza.

- Uh, tu no estas nada mal amor. - se besaron y subieron a la limusina.

- Voy a tener que que quemar las manos que quieran tocarte, arrancar los ojos que quieran mirarte y matar a quien se le ocurra desearte. - a su manera era su forma de cuidar lo suyo.

- Hay cariño, te amo. - el ojiazul solo reía de las ocurrencias de su amado.

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- Amor, tengo que ir a hablar con esos de ahí. - señaló a un montón de hombres trajeados. - ¿podrías esperarme aquí?

- Claro cariño, estaré en la barra. - le sonrió a su esposo y se fue.

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Ya era casi media noche, Giyu había tomado bastante, tenía rato que no veía a su esposo, estaba cansado.

- ¿Que me pasa? - decía mientras mojaba su rostro en el lavamanos. - Debo encontrar a Oba para irnos a casa.

Salió tranquilamente del tocador pero... gritos y estallidos sonaban en el salón, muy asustado corrió hacia afuera esperando ver a su marido entre el gentío, pero solo estaban las esposas de aquellas personas "importantes" de la fiesta; lleno de terror volvió a entrar para salvar a su marido pero al instante... una bala lo atravesó.

- ¡Giyu no! - corrió hacia su amado, tomándolo en brazos sin importar que las balas iban en todas direcciones.

Se encontraba de rodillas frente a su amado, su traje manchado con la sangre de su niño lo volvía loco, la garganta se le desgarro por los gritos de suplica y maldiciones al ver que su amado esposo estaba inconsciente.

Al menos, la ambulancia llego a tiempo.

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- ¿Que pa-so? - apenas tenía fuerzas para hablar.

TODOS QUIEREN A TOMIOKA (ONE SHOTS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora