Cap.03 Pt.01

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"¡Oh, mira esos elefantes majestuosos!","¡Gorilas allá!" exclamaban con fascinación. "¡Guau! ¡Son como delfines saltando en el mar!", gritaba otro niño, señalando emocionado hacia la distancia donde aún se distinguían los delfines apenas. Una niña, con tono de corrección, interrumpió su entusiasmo: "Son delfines, obviamente", explicaba con una sonrisa. "Los delfines son mamíferos acuáticos que tienen la habilidad de saltar y nadar ágilmente, agregaba con seguridad. "Aunque otros mamíferos acuáticos también saltan, no lo hacen en grupos tan ordenados como los delfines", añadía con conocimiento. "¡Los reyes de la selva!", vociferaba otra pequeña niña, su voz una mezcla temblorosa por la emoción de distinguir más a lo lejos a los leones y tener la oportunidad de verlos por primera vez. Otros niños, con los ojos brillantes de asombro, se agarraban al ventanal, maravillados por el increíble espectáculo de la naturaleza que se desplegaba ante ellos. La selva, con sus sonidos, secretos y maravillas, se revelaba con cada tramo del teleférico número cinco, de la línea sur. A medida que se adentraba en la densa selva, los niños se encontraban inmersos en un mundo de maravillas naturales. Desde las alturas, podían ver un dosel verde exuberante extendiéndose a su alrededor, salpicado de una variedad de tonos de verde y salpicado de flores de colores vibrantes. Las ramas de los árboles estaban salpicadas de orquídeas y bromelias, mientras que en los troncos trepaban enredaderas y lianas. Pequeñas cascadas se deslizaban por las laderas, alimentando arroyos que serpentean entre la vegetación. Los niños podían escuchar el murmullo del agua y el canto de aves tropicales mientras avanzaban. De repente, un grupo de monos araña pasaba balanceándose de rama en rama, entrechocando con algarabía mientras observaban a los pequeños pasajeros con curiosidad. Más adelante, una pareja de tucanes volaba cerca del teleférico, sus llamativos picos naranjas destacando entre el follaje verde.
A medida que el teleférico avanzaba, los niños podían ver más animales: una familia de coatíes buscando comida en el suelo del bosque, una serpiente deslizándose entre la maleza y una mariposa morpho azul brillante revoloteando entre las flores. Al mirar hacia abajo, podían ver las copas de los árboles que se balanceaban con la brisa, mientras que hacia arriba, se asombraban con la altura de las gigantescas ceibas y caobas. Los niños también notaban la variedad de insectos que habitaban la selva: desde coloridas mariposas hasta escarabajos brillantes y grillos cantarines. Cada rincón de la selva parecía estar lleno de vida, desde el suelo del bosque hasta las copas de los árboles.
A medida que el teleférico continuaba su trayecto, los niños quedaban maravillados por la diversidad y la belleza de la selva, sintiéndose parte de un mundo mágico y exótico que solo podían imaginar en sus sueños más salvajes.
Dos elegantes nano-drones escoltas,
flanqueando cada lado del teleférico, danzaban con destreza entre las bandadas que rozaban con gracia los inmensos ventanales que enmarcan la cabina del teleférico. Argo se encontraba completamente maravillado por los vastos territorios de la selva africana que se desplegaba ahora ante sus ojos. Se deleitaba con la visión de las jaurías de hienas acechando entre la maleza, los leones majestuosos descansando bajo la sombra de los árboles y los elefantes poderosos moviéndose con gracia y tranquilidad en su hábitat natural. Era una vida totalmente salvaje y cruda, pero también rebosante de belleza y misterio. Con la mirada cautiva y el corazón palpitante de emoción, susurraba para sí mismo. "Es verdaderamente deslumbrante", mientras contemplaba la exuberancia de la naturaleza que se extendía ante él. "Nunca podría haber imaginado tanta belleza y vida en un solo lugar. Es hermoso", reflexionaba mientras una sensación de maravilla que lo envolvía por completo. "Mi mundo natal es otro, un paisaje desolado y oscuro", recordaba Argo, con un suspiro cargado de melancolía. "Una realidad marcada por la devastación y la pobreza", murmuraba con tristeza, mientras el recuerdo de su infancia en un entorno desolado se agolpaba en su mente. "Pero estoy decidido a cambiar las cosas", declaraba con firmeza, su mirada fija en el horizonte lleno de posibilidades. "Debo encontrar la manera de restaurar la vida de la tierra", afirmaba con convicción, con la determinación ardiente de un héroe en ciernes. "Y también de erradicar la inmensa nube tóxica que envenena nuestro hogar", añadía, con la esperanza de un futuro más luminoso y próspero.
Unos jovencitos comentaban y calculaban la fascinante resistencia y casi invisibilidad del delgado cable que resistía sin problemas el gran peso del teleférico lleno. Los cables que sostenían a los inmensos teleféricos eran una proeza de la ingeniería moderna, diseñados para garantizar la máxima seguridad y fiabilidad en cada viaje. Estaban fabricados con un material revolucionario: una combinación de polímeros de última generación, mezclas de polietileno de ultra alta densidad, reforzados con fibras de carbono de alta resistencia. Esta fusión ofrecía una doble capa, asegurando que los cables pudieran soportar cargas extremas sin comprometer su integridad estructural. Pero la innovación no se detenía ahí. Integrados en la estructura de los cables, se encontraban sensores avanzados capaces de monitorear constantemente su estado. Estos sensores enviaban datos en tiempo real a la computadora central ARIA , donde se analizaban y procesaban para detectar cualquier signo de desgaste, fatiga o daño. El viaje duró aproximadamente tres horas, aunque para todos los niños fue como un destello fugaz. Algunos de ellos, con lágrimas de felicidad y emoción, experimentaban por primera vez en sus vidas la asombrosa diversidad de la vida animal y la belleza inigualable de la naturaleza que se desplegaba ante ellos. Sin embargo, para muchos, este encuentro con la naturaleza era un sueño anhelado, una realidad que solo conocían a través de relatos de familiares sobrevivientes de la gran guerra o historias sobre el antiguo mundo que escuchaban de pasada. Para aquellos afortunados que lograban pasar el examen de admisión, su conocimiento previo sobre la historia del antiguo mundo, la flora y fauna se limitaba a las imágenes estudiadas en el material proporcionado el día de la postulación a la academia.

Agente ARGO    (Versión Original)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora