Cap.09 Pt.02

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Su compañero observaba todo, aterrado, suplicando por su vida mientras imaginaba los horrores que podrían aguardarle. Sentado en el asiento del copiloto, el saqueador era vigilado de cerca por Ahmed, quien desde el asiento trasero le apuntaba con una Magnum dorada, desgastada y refaccionada.
El saqueador miraba con asombro la sofisticada cabina de la camioneta, conocida como 'Al-Rahman', y su jaula de acero reforzado que la protegía desde dentro. Intentando ganar algo de simpatía, dijo con una risa nerviosa. "Por lo menos tuve el privilegio de conocer a 'Al-Rahman' por dentro."  La referencia a la legendaria camioneta era un intento desesperado de romper la tensión. La cabina, equipada con paneles de control avanzados y pantallas interactivas, parecía una fortaleza móvil. Las placas de metal reforzado y la jaula de acero ofrecían una protección impenetrable, subrayando la brutalidad y el poder del vehículo. Ahmed, sin bajar la mira, mantenía la Magnum firmemente apuntada, preparado para cualquier eventualidad.
El ambiente dentro de la camioneta era tenso, con cada sonido del motor y cada movimiento del terreno resonando con una intensidad casi palpable. Los ojos del saqueador recorrían la cabina, tratando de captar cada detalle, mientras el miedo y la incertidumbre se apoderaban de él. La risa nerviosa se desvanecía rápidamente, dejando un silencio cargado de terror y desesperación.
"¡Ahmed, regla número uno de los interrogatorios 'tori'!, exclamó Toribio alegremente mientras conducía hábilmente por las llanuras desérticas.
Ahmed, sin vacilar, respondió de inmediato.
"¡Intimidación, maestro!.
Justo al terminar su frase, un destellante golpe de antebrazo proveniente de Toribio impacto la nariz del saqueador, quebrando le el tabique con un sonido seco y brutal. El sonido de la quebradura resonó hasta donde estaba Larami, en la torreta, quien hizo un gesto de dolor fingido con la boca y luego soltó una risotada.
"Creo que ya estaba bien intimidado" dijo Larami entre risas.
El saqueador se agarraba el rostro, llorando desesperadamente por el dolor. "¡Haré lo que quieran, por favor...!", suplicaba.
El ambiente dentro de la camioneta se cargó de tensión, con el rugido del motor y el silbido del viento contrastando con los sollozos del saqueador. Ahmed, manteniendo su mirada firme y decidida, estaba listo para seguir las órdenes de su maestro y asegurarse de que la misión se cumpliera sin contratiempos.
"Nunca están bien intimidados estos cerdos, mi amor", respondió Toribio con fuerza y alegría.
"Sí, claro, como digas", replicó Larami, medio sarcástica, desde la torreta. Luego, en un tono más serio, agregó. "Atención, veo tormentas a lo lejos".
Inmediatamente, Toribio apresuró la interrogación. "¡Oye, pedazo de basura, deja de lloriquear y muéstrame la ubicación de 'Aurora' en la pantalla táctil, rápido!"
El saqueador, temblando y con manos sudorosas, rápidamente marcó la ubicación secreta de su base en la pantalla táctil. El ambiente dentro de la camioneta se volvió aún más tenso, con el rugido del motor y el creciente viento de la tormenta a lo lejos. La tecnología avanzada de la cabina iluminaba el rostro del saqueador mientras este obedecía, sabiendo que cualquier error podría ser fatal. Toribio y Larami intercambiaron una mirada, sabiendo que estaban un paso más cerca de su objetivo. La camioneta, 'Al-Rahman', continuó su curso imparable a través del desierto, lista para enfrentar cualquier desafío que el camino les pusiera delante.
"¡Dime exactamente dónde mantienen a los niños cautivos!" exclamó Toribio, su voz resonando con furia y determinación mientras clavaba una mirada intensa en el saqueador. Mientras tanto, Ahmed mantenía la Magnum firmemente apretada contra la sien del saqueador, instándolo a responder con un gesto firme y decidido.
El saqueador, con los ojos llenos de temor y el sudor perlado en su frente, se vio obligado a enfrentar la cruda realidad de su situación. La presión era asfixiante, cada segundo que pasaba aumentaba la tensión en la camioneta. El rugido del motor resonaba en el fondo, como un eco constante de las consecuencias que enfrentaría si se negaba a hablar.
El saqueador, quien se identificó como Flax, compartió la información que tenía mientras Toribio y Ahmed lo observaban con atención desde la camioneta. Amplió el zoom del mapa en la pantalla táctil y señaló el lugar exacto donde los niños estaban cautivos, agregando, "ése hangar, es donde tienen a los mocosos. Solo los de Shetou Kai tienen acceso. Envían transportadores para llevarlos a algún lugar. No sé dónde, no es mi rollo. Y tienen la zona bien protegida, con muros y torretas que disparan si algo no cuadra. Los chinos también vienen a recoger a los chavales en grandes camiones. He tenido que escoltar esos camiones hacia 'Aurora' un par de veces, ¿vale?. Flax, con la voz temblorosa y el sudor perlado en la frente, añadió con urgencia. "¡Pero, de verdad, yo solo soy un soldado saqueador! ¡Nunca maltraté a ningún pequeñajo, se los juro!". Flax, imploró. "Eso es todo lo que sé, por favor, no me maten".
Toribio y Ahmed asimilaron la información, mientras Flax continuaba "Y, escúchenme bien, no hay humanos dentro ni fuera del hangar. Solo las torretas y el portón con sensor táctil de apertura...
"¡Cuántos niños hay dentro, dime, sabandija!" exclamó Toribio con furia, su voz resonando en la camioneta. Flax contestó apresuradamente: "Yo... no sé... bien... más de mil..."
Los rostros de Toribio, Ahmed y Larami reflejaban una mezcla de incredulidad y rabia mientras absorbían la impactante revelación.
En ese momento, el silencio se apoderó de la camioneta, solo interrumpido por el susurro del viento que se colaba por las ventanas entreabiertas. La magnitud de la situación pesaba sobre ellos, y la urgencia de su misión se hacía aún más evidente.

Agente ARGO    (Versión Original)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora