Agente ARGO (Versión Original)

Cap.10 Pt.03

Murray volaba ágilmente mientras Argo corría a su lado, compartiendo historias de vida y buscando un lugar adecuado para iniciar su entrenamiento especial. De repente, el pequeño cuervo se detiene frente a un exuberante jardín, situado dentro del domo, donde la belleza natural cobra vida. La flora nativa única adorna cada rincón, desde los helechos esmeralda hasta los brezos morados que salpican el suelo. Aquí y allá, se asoman tréboles de hoja, símbolos de suerte y prosperidad, mientras que las piedras antiguas, erosionadas por el tiempo, añaden un toque de misterio al entorno. El aire está impregnado con la frescura de las flores silvestres y el suave murmullo de un lago artificial miniatura cercano. Los tonos verdes vibrantes dominan el paisaje, con algunas pinceladas de colores más brillantes de las flores en flor. En el centro del jardín, un antiguo roble se alza majestuosamente, sus ramas retorcidas ofrecen un refugio tranquilo y sereno. La atmósfera dentro del domo invita a la contemplación y la conexión con la naturaleza, creando el escenario perfecto para el próximo desafío de Murray y Argo.
"¡Craaak! Este es el lugar, Argo. Sígueme...
Bajo la sombra del imponente roble, sobre el césped natural, Murray se volvió hacia Argo y señaló los guantes que llevaba puestos. "Esos guantes son de boxeo, mi especialidad," dijo, guiñando un ojo e inflando su emplumado pecho con orgullo.

Argo sonrió, intrigado. "¿Eres boxeador, maestro Murray?" preguntó con curiosidad.

"Claro que sí," exclamó Murray con entusiasmo. Se posó con elegancia en el césped, levantando ligeramente sus alas. Comenzó a golpear el aire con rápidos jabs, simulando los movimientos de un boxeador profesional. Sus alas se movían con precisión y velocidad, mientras sus patas realizaban ágiles desplazamientos, imitando a la perfección el juego de pies de un púgil experto.

Argo observaba, asombrado, cada movimiento. "¡Increíble, maestro!" exclamó con admiración.

El jardín alrededor de ellos parecía cobrar vida con la energía de Murray. Los tréboles de hoja se mecían suavemente al ritmo de sus golpes, y el aroma de las flores silvestres llenaba el aire. La combinación de la naturaleza exuberante y la destreza del cuervo creaban una escena fascinante, donde la tradición del boxeo se entrelazaba con la serenidad del entorno.
"No te imaginas la antigüedad de este arte de combate, pequeño Argo," comenzó Murray, su voz resonando con la historia que estaba a punto de compartir. "Antes de Cristo, ya se usaba. Los romanos combatían utilizando guantes de cuero con clavos de hierro dentro, y estos solían provocar la muerte del contrincante."

Argo, fascinado, escuchaba cada palabra de su maestro con ojos bien abiertos.

"Craaak. Las peleas eran tan brutales que el emperador César Augusto las prohibió," continuó Murray. "Mi padre me contó mucho sobre esto. ¿Sabías que el primer campeón de boxeo moderno conservó su título por once años y fundó su propia escuela?"

"Increíble," respondió Argo, asombrado por la riqueza de la historia que Murray le compartía.

"Obviamente, en esos tiempos no usaban guantes y apostaban grandes sumas, Craaak" añadió Murray, viendo cómo Argo seguía cada detalle con atención.

"¡A puño limpio!" exclamó Argo, entusiasmado por la dureza de los antiguos combates.

"Exacto, Craaak," respondió Murray con una sonrisa, satisfecho con el interés de su pupilo. "Con el tiempo, se implementó el uso de guantes y se estableció un reglamento para hacer las peleas más seguras y deportivas."

El jardín, con sus tréboles y flores silvestres, parecía ser el escenario perfecto para esta lección de historia. Bajo la sombra del gran roble, el eco del pasado resonaba a través de las palabras de Murray, inspirando a Argo a sumergirse en la rica tradición del boxeo.

"¡Con este estilo venceremos!" exclamó Murray con entusiasmo.

"¡Sí, maestro!" respondió Argo, emocionado.