Cap.04 Pt.01

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La noche envolvía la ciudad con sus luces neón, vapor, ruidos y murmullos, interrumpida por una voz siniestra en un rincón perdida en un frío callejón, que cortaba el silencio con crudeza "Voy de nuevo" dijo mientras con un billete del antiguo mundo aspiraba una gran línea de RockOn pura, seguido de un escupitajo hacia la vereda mientras unos desgarradores llantos y gemidos femeninos se mezclaban con la oscuridad. En el asiento trasero, el compañero continuaba ultrajando a la víctima, que yacía golpeada y ensangrentada, entregada a sus violadores.
"Está exquisita esta perra, mmm.. sí" pronunció la otra voz grotesca mientras pasaba su porosa lengua por los senos de la mujer asomados entre la camisa y sostén desgarrados y continuaba con el acto de violencia. Introducía después su asquerosa lengua en la boca de la mujer que desesperada trataba de esquivarlo con la cara pero la pesada mano presionando su frente lo impedía. El aliento repulsivo y el brillo del diente de oro resaltan entre la dentadura deteriorada y amarillenta. La pobre mujer sin fuerzas balbuceaba agonizante entre lágrimas y sangre "Porfavor...". Un diente cayó de su boca mientras intentaba suplicar por su vida. El agresor entre carcajadas macabras y salivazos repulsivos, respondió con desprecio y excitación
"Si, pide por tu vida, más me caliento puta"
A medida que rogaba por su vida, lo grotesco se exacerbaba, avivando un deseo sexual desenfrenado que desencadenaba risotadas cada vez más perversas. Casi en un frenesí descontrolado, la saliva ahora convertida en una especie de espuma asquerosa, escapaba de su boca, dejando caer burbujas repulsivas y tóxicas que quemaban lentamente la piel de la mujer, mientras él contemplaba con fervor la idea de arrancarle los labios de un mordisco.
El compañero con las pupilas dilatadas y consumido por el frenesí de la RockOn pegando en su máximo momento, movía el mentón mostrando los dientes torcidos y cariosos que apretaba y soltaba con locura, mostrando movimientos erráticos con la cabeza acompañado de un rostro ausente, con la esquizofrénica mirada perdida en el rostro de la mujer. Disfrutaba cada gemido de dolor que escapaba de ella, con ganas de repetir su turno, mientras el penetrante olor a tabaco y alcohol impregnaba la escena dantesca.
Con manos temblorosas, el hombre empuñó su subfusil tipo MP40 modificado y lo introdujo en la boca de la mujer, uniéndose a las risotadas enfermizas que llenaban el aire dentro de la antigua pero lujosa limusina. Justo en ese momento, un teléfono móvil comenzó a sonar. Increíblemente, los dos agresores, asustados, no dejaron que sonara más de dos tonos antes de que uno de ellos contestó apresuradamente, mientras el otro trataba de hacer callar a la mujer, tapando su boca fuertemente. "Jefe, aquí estoy" respondió el primero, tratando de sosegar su mandíbula y respiración, intentando sonar tranquilo, mientras la mujer, aún temblando y con la respiración muy rápida miraba con desesperación a su alrededor en busca de una oportunidad para escapar. El otro agresor la miraba violentamente para que dejara de hacer ruidos. "Sí, jefe, nuestro sector está libre" dijo el primero con el teléfono móvil en su mano temblorosa y luego colgó. "Déjala ir, no hay tiempo" dijo con urgencia. El otro abusador, con el rostro torcido de enojo por no poder seguir usándola, la levantó del pelo y le escupió en la cara. Con la otra mano, la abofeteó fuertemente y luego le dio una brutal patada en las costillas, eyectando el cuerpo de la moribunda mujer fuera del vehículo. "La caravana pasará por aquí en minutos. Más vale que estemos en la avenida Libertador ahora, para continuar la escolta hasta el hotel" dijo, mientras ponía en marcha la limusina y el compañero pasaba al asiento de copiloto, luego se marcharon del oscuro callejón, dejando atrás a la moribunda mujer.
En dos minutos llegaron a la bulliciosa avenida Libertador. Bajo un semáforo holográfico, fumaban tabaco y bebían un poco de raz mientras esperaban la llegada de la caravana.
"Oye, Melg, debiste haberle disparado a la puta. Si el jefe se entera, estamos muertos" dijo uno, con preocupación en la voz. "Difícil que sobreviva, y si lo hace, ¿a quién le dirá y qué nombres dará?" respondió Melg. "Le metiste RockOn directo en la vena. Los sintéticos pensarán que es solo una adicta más y Bombo, no andes contando esto a otros después. Siempre haces lo mismo, solo por parecer más rudo en el bar, y por nada se te suelta la lengua", dijo Melg, advirtiendo a Bombo con seriedad. "Es que se creen malos, los malditos. No tienen ni idea de lo que es la verdadera maldad", respondió Bombo con su característica cara de loco, mostrando una sonrisa amarillenta y su diente chueco de oro brillante. "Los tenemos en el radar", interrumpe Melg con calma, ajustando las luces de su vehículo. A lo lejos, otro automóvil negro y polarizado reaccionó al cambio de luces cambiando de pista hacia ellos, seguido de otros cuatro vehículos todos iguales, limusinas del antiguo mundo modificadas y a prueba de balas se deslizaban silenciosamente por las calles, su imponente presencia apenas perceptible gracias a su elegante acabado negro mate. Inspirada en el diseño alemán de alta seguridad irradiaban una sensación de impenetrabilidad y lujo discreto. Sus ventanas, enmarcadas en gruesos marcos de acero reciclado reforzado, estaban cubiertas por un vidrio laminado de carbono especial, capaz de resistir impactos balísticos y proteger a los ocupantes de cualquier amenaza externa. La opacidad de las ventanas, polarizadas para garantizar la máxima privacidad, añadía un toque de misterio a los vehículos, ocultando las identidades de aquellos que viajaban en su interior. Además, contaba con un avanzado sistema de bloqueo de señal inteligente, que protegía a los ocupantes de posibles ataques cibernéticos o interferencias no deseadas. El motor, alimentado por agua purificada y un convertidor de basura, garantiza un rendimiento excepcional, mientras que los paneles solares integrados en el techo proporcionan energía adicional para los sistemas auxiliares del vehículo. Las líneas aerodinámicas de las limusinas fluían con elegancia, acentuadas por sutiles detalles cromados que reflejan la luz de las farolas halógenas nocturnas. Sus neumáticos de perfil bajo, montados en grandes llantas de aleación negra, conferían una apariencia deportiva y robusta, sin sacrificar la comodidad de conducción. Con luz verde del semáforo Melg y Bombo se unieron a la caravana siniestra, avanzando con determinación hacia su destino. Al llegar al estacionamiento en la entrada del hotel las limusinas se detienen, al abrir las puertas, se revelaba un interior lujoso y refinado. Los asientos de cuero de primera calidad ofrecen un confort incomparable, mientras que los paneles de madera finamente pulidos y los detalles en aluminio cepillado añadían un toque de sofisticación a la cabina. Una pantalla táctil de alta definición controlaba todas las funciones del vehículo, desde el sistema de entretenimiento hasta la climatización personalizada. "Vamos a formar rápido, Bombo", dijo Melg en tono serio, asumiendo su papel de soldado y agregando "Apaga esa mierda". Bombo apagó rápidamente el puro y siguió diligente a Melg. Los seis integrantes de la familia Erleuchtet avanzaban con elegancia entre las filas, mientras los guardias, todos calvos y vestidos impecablemente con trajes negros y zapatos brillantes recién lustrados, armados entre su ropaje con subfusiles tipo MP40 modificados de 5 kilos de peso y calibre 9mm, mantenían una postura firme al paso de la familia hacia el lobby. "¿Qué no le haría a la pequeña Anna?", murmuró Bombo en voz baja, con una expresión pervertida y una sonrisa maníaca, mientras Melg se hacía el sordo, manteniendo una postura firme. De último, solo un par de metros más atrás, avanzaba un hombre alto de cabello corto y rubio vestido impecablemente de traje blanco, a paso lento pero con determinación, escoltaba directamente la retaguardia de la familia. Al pasar miró a través de sus gafas vintage oscuras directamente a los ojos de Bombo por unos breves segundos antes de desviar la mirada y continuar la escolta hacia el lobby. Los guardias, inmóviles pero atentos, permanecían firmes en la fila. Todos ellos eran soldados de la familia Erleuchtet, conocidos por su reputación como asesinos despiadados.
Al entrar al hotel Leonhard, te recibe el lobby, un espacio que mezcla lo lúgubre con lo lujoso. En el centro, un gran mesón revestido en acero inoxidable destaca de extremo a extremo con una placa llena de calaveras entre libros y mesas todo en relieve y formas siniestras. La tenue iluminación de luces neón blancas distribuidas estratégicamente por todo el hotel, cambia de tonalidad, reflejándose en las prendas y joyas de los visitantes, creando un ambiente casi irreal. El aire está impregnado con el aroma metálico del acero y un toque de incienso de aciano, cuyo olor delicado y herbáceo recuerda a una mezcla de flores silvestres y tierra húmeda, diseñado para ocultar el olor persistente de la descomposición.
Desde el lobby, pasamos al comedor principal, un vasto salón donde la decadencia alcanza su punto álgido. La música lúgubre de un pianista y un violinista envuelve el ambiente de todo el primer piso, mientras el humo de los cigarros flota en el aire. El olor del tabaco se mezcla con los aromas de la cocina: carnes asadas, especias exóticas y el dulce perfume de vinos añejos. Las risas y el sonido de las copas chocando se mezclan con las melodías, creando una atmósfera envolvente. Los garzones, impecables todos, en su mayoría de la tercera edad y expertos en su oficio, se mueven con elegancia, sirviendo platillos exquisitos y licores antiguos, considerados manjares en este nuevo mundo. Subiendo por los elevadores de acero oscuro, llegamos a los pisos uno hasta el seis donde se encuentran las habitaciones para huéspedes. Cada habitación es un refugio de lujo decadente, con muebles antiguos y detalles en oro. El aire está cargado con el aroma a madera vieja, cuero envejecido y un leve olor a humedad, recordando siempre el dominio de la familia Erleuchtet. En el séptimo piso, viven los soldados y capitanes que protegen el hotel. Este piso es una mezcla de cuartel y suites privadas, donde la disciplina militar y el lujo se encuentran. Aquí, los olores de sudor y aceite de armas se entremezclan con el aroma de tabaco y alcohol, creando una atmósfera de constante preparación y alerta sicótica. El octavo piso es el hogar del capo de la familia mafiosa Erleuchtet en la nación, decorado con una opulencia que roza lo grotesco. Los muebles son antiguos, pero cada pieza exuda poder y riqueza. El aire está impregnado con el pesado aroma de perfumes caros, mezclados con el olor de documentos antiguos y cuero fino, creando una sensación de lujo sofocante. Este capo se encarga de los asuntos de la familia en Aeris Astra, mientras otros tres capos manejan las operaciones en otras naciones. Finalmente, llegamos a los pisos 9 y 10, donde reside la temida familia Erleuchtet. Conocidos por ser asesinos de primer nivel, estos pisos están conectados directamente a un helipuerto en el techo del edificio, siempre listos para una rápida escapatoria. La decoración calaverica aquí es aún más lujosa y siniestra, con cada detalle y espejos cuidadosamente ubicados para impresionar y aterrorizar a la vez. El aire está cargado con el aroma de incienso de aciano, la flor nacional del país de nacimiento del padre y la madre líderes de la familia. Este incienso aporta una fragancia suave y fresca, similar a flores silvestres y tierra húmeda, mezclado con un leve olor a pólvora y sangre, un recordatorio constante de la letalidad de sus habitantes.
El tour no estaría completo sin una visita al subterráneo, donde se encuentra el exclusivo bar Henri. Este lugar oscuro y selecto es un refugio para los miembros de la familia y sus asociados más cercanos. El aire aquí es espeso con el aroma de licores añejos, humo de tabaco y un leve olor a cuero y madera envejecida. Además, el subterráneo alberga instalaciones secretas, incluyendo un campo de tiro, un gimnasio y una enfermería entre otros, todos estos utilizados exclusivamente por los trabajadores y miembros de la familia Erleuchtet. Aquí, el olor a pólvora, sudor, sangre y aceite de maquinaria es dominante. La Fortaleza de los Erleuchtet es más que un hotel; es un centro de poder y negocios turbios en medio del apocalipsis, donde el lujo y el peligro se entrelazan en cada rincón. La familia Erleuchtet, con su reputación de asesinos de primer nivel, domina este espacio, creando un ambiente donde cada paso puede ser el último para aquellos que no son bienvenidos.
Más tarde en el bar Henri, entre carcajadas estruendosas y risotadas pesadas, el ambiente era denso con el choque de botellas y el humo en el aire. Melg apoyado en la barra, dijo con tono severo "Oye imbécil, no me comentes tus retorcidos pensamientos como lo hiciste en la fila hace un rato ¿me oíste bien?, ¿viste cómo te miro el jefe?, ese hijo de puta tiene oído y ojos de búho; parecía que te escuchó, ¡retrasado mental!". Bombo eructando y bebiendo directamente de la botella del refinado Jagermeister de la casa, replicó con desdén "Me importa una soberana mierda el jefe, estoy a nada de ser capitán" y tras un trago largo, continúo "Sabe que inevitablemente seré el capo algún día y le quitaré el puesto, me tiene envidia ese payaso alemán" mientras olía sus dedos con una expresión lasciva, recordando a la mujer que había violentado durante horas, soltó una risotada burlesca. Melg le respondió con una mueca de desprecio y diciéndole "¿tú capo?, seguido de risotadas burlescas, "pobre iluso, ¿Sabes siquiera hablar alemán, imbécil? La familia se comunica en ese idioma, y solo los capos reciben órdenes directas de ellos, pedazo de retrasado mental. Realmente eres tonto, pero tonto de verdad. Solo sirves por tu sangre fría a la hora de combatir y tu repulsiva saliva ácida y
radioactiva que me da asco ver cómo derrite la piel lentamente, ¿no pudiste desarrollar una habilidad menos grotesca?" Finaliza Melg su comentario bebiendo un largo trago del exclusivo Jagermeister en un reluciente vaso de cristal. El contraste entre la burla de Melg y la arrogancia de Bombo llenaban el sector de una tensión palpable, mientras el humo y el alcohol impregnaban el aire, intensificando la atmósfera de decadencia y peligro. "Soy tan tonto que podría degollarte mientras tragas tu bebida y no te darías cuenta," respondió Bombo con voz sombría y decidida. Su mirada reflejaba maldad pura, con los ojos desorbitados y espuma brotando lentamente de su boca. Entre sus dedos índice y medio sostenía un cigarrillo de tabaco de liar aún sin encender. En su mente, realmente consideraba la idea de degollar a Melg ahí mismo. En ese instante, la mirada de Melg se transformó, enfocándose con un sadismo escalofriante en Bombo. Activó su instinto asesino, listo para reaccionar al más mínimo movimiento de su compañero. A medida que fruncía el ceño, comenzó a irradiar un Aura gris con destellos negros, densa y malévola. De pronto, con una voz impregnada de muerte y los ojos desorbitados, sus pupilas negras se tornaron de un gris oscuro, y las venas enrojecidas resaltan en sus ojos. Con una sonrisa espeluznante, le dijo "Sabes que perderías tu mano antes de intentar moverla, ¿verdad?". Simultáneamente Bombo comenzó a emitir un Aura de un color marrón oscuro mezclado con tonos grises, una combinación que exudaba terror. Sin apartar su mirada esquizofrénica de Melg y mostrando una sonrisa amarillenta y asesina, respondió "Melg, voy a matarte aquí y ahora". El ambiente en el bar se heló al instante. Todos sintieron el impacto de sus auras malignas intensificando paulatinamente y dirigieron su atención hacia la pareja de soldados en la barra, a punto de destrozarse entre sí. El barman, inmóvil con la coctelera en mano, comenzó a transpirar nerviosamente, expectante al próximo movimiento de los soldados frente a él. Sin embargo, su rostro cambió de la tensión a una tranquilidad sorprendente. Reanudó su labor, batiendo la coctelera con ambas manos; fue el primero en notar la entrada del jefe, caminando tranquilamente. Cada paso resonaba en los oídos de todos en el bar, acaparando inmediatamente la atención de los presentes. El sonido del cuero de sus botas y sus suelas únicas era inconfundible, casi como el de un bailarín de tap, pero con un andar militarizado que transmitía una presencia única y siniestra. Su aura oscura, como la noche misma, se extendía por todo el bar, inundándolo como una espesa neblina que irradiaba muerte. El aura maligna se sentía como si cientos de alfileres estuvieran penetrando lentamente en la piel de cada persona. El ambiente se llenó de una tensión palpable. Siempre vestido con un impecable traje blanco y lentes vintage opacos, se acercaba cada vez más a los soldados en la barra, imponiendo su impresionante y macabra presencia con cada paso. Melg y Bombo, al escuchar el sonido de las botas y sentir la espeluznante y poderosa aura maléfica, cambiaron drásticamente su actitud. Su intención de matar se desvaneció, adoptando una postura sumisa ante la tenebrosa presencia de su jefe.
"El Jägermeister se toma a -18 grados Celsius y sin mezcla alguna," resonó de pronto una voz profunda con un marcado acento alemán. Ambos se giraron, con tono de respeto y sumisión, respondieron al unísono "Maximilian."
De súbito, el aura oscura que rodeaba a Maximilian comenzó a disiparse, devolviendo la normalidad al ambiente del bar como si nada hubiera sucedido. Los clientes retomaron sus conversaciones y actividades habituales sin mayor sobresalto. Maximilian dirigió su voz con autoridad y reproche hacia los soldados: "Soldado Melg, tu Jägermeister está mezclado con esa bebida nueva. Y el tuyo, soldado Bombo, está tibio." Antes de que pudieran responder, Maximilian interrumpió su intervención, posando suavemente sus manos sobre los hombros de los soldados. Con una voz calmada, declaró: "Tranquilos, no esperaba que supieran disfrutar de nuestro elixir." Sus ojos azules, penetrantes y llenos de malicia, observaban atentamente a los soldados. Melg y Bombo, claramente nerviosos, no sabían cómo reaccionar ante la intimidante presencia de Maximilian. "Permítanme compartir un secreto con ustedes, leales soldados," dijo Maximilian con una sonrisa macabra que desencadena en una risotada tan malévola que todos en el bar se detuvieron nuevamente, con expresiones de temor en sus rostros. Se inclinó hacia los soldados, susurrando en sus oídos con un tono que helaba la sangre: "Yo puedo ver sus recuerdos," desatando otra risotada enfermiza y espeluznante. Melg y Bombo impactados y paralizados con la revelación percibían el sutil sonido mecánico emanado del ojo derecho de Maximilian. Se trataba de un ruido como el de diminutos engranajes girando a gran velocidad, casi imperceptible a la vista y apenas audible.

Agente ARGO    (Versión Original)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora