Destruir

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La revelación de Namjoon fue un golpe devastador para Seokjin. Salió del salón con el corazón latiéndole con fuerza en el pecho, cada paso cargado de una mezcla de dolor y furia. La traición de Namjoon no sólo había quebrantado su confianza, sino que había encendido una ira que ardía con fuerza en su interior. Mientras caminaba por los pasillos, sus pensamientos eran un torbellino de emociones contradictorias. La academia, normalmente un lugar de camaradería y estudio, se sentía ahora como un laberinto de decepciones y engaños.

En medio de su tumulto emocional, Seokjin vio a Jennie. La furia y el dolor nublaban su juicio, y se dirigió hacia ella con determinación. No podía soportar más mentiras ni medias verdades.

—¿Besaste a Namjoon? —interrogó Seokjin, su voz temblando mientras sus ojos se llenaban de lágrimas no derramadas.

Jennie lo miró sorprendida, su expresión cambiando rápidamente a una mezcla de culpa y confusión.

—¿Cómo...?

—Namjoon, me lo dijo —gritó Seokjin, su voz resonando en el pasillo y atrayendo la atención de varios estudiantes. Era una suposición, pero la reacción de Jennie lo confirmó.

Jennie bajó la mirada, su rostro ruborizado por la vergüenza.

—Él me besó, lo siento —dijo con voz baja, su tono impregnado de lástima.

La compasión en la voz de Jennie sólo alimentó más la furia de Seokjin. ¿Cómo podía alguien como ella, a quien consideraba inferior, mirarlo con lástima? La injusticia de la situación le hervía la sangre.

—¡No necesito tu lástima! —gritó Seokjin, su voz rota por la rabia y la tristeza. Los estudiantes que habían estado observando la escena se quedaron boquiabiertos, algunos murmurando entre ellos.

Jennie levantó la vista, sus ojos mostrando un atisbo de comprensión y tristeza. Pero antes de que pudiera decir algo más, Seokjin se dio la vuelta y se alejó, su cuerpo temblando de ira contenida. No podía soportar quedarse allí un segundo más, rodeado de miradas inquisitivas y de sus propias emociones desbordadas.

Mientras caminaba por los pasillos, cada paso se sentía pesado, cargado del peso de la traición y la humillación. No podía creer que después de todo su esfuerzo, después de todo lo que había sacrificado, Namjoon nunca lo hubiera amado realmente. La realidad de que su amor no correspondido se convirtiera en una fuente de humillación y dolor era casi insoportable.

Llegó a una esquina del edificio donde solía refugiarse cuando necesitaba pensar. Se apoyó contra la pared y dejó que las lágrimas fluyeran libremente. Por primera vez en mucho tiempo, se permitió ser vulnerable, sabiendo que estaba solo en su dolor.

Pero mientras las lágrimas caían, la ira seguía ardiendo en su interior. No podía dejar que este dolor lo destruyera. Se limpió las lágrimas con determinación, prometiéndose a sí mismo que haría pagar a aquellos que lo habían herido. Jennie, Namjoon, todos los que habían traicionado su confianza sentirían el peso de su venganza.

Se enderezó, su mente ya trabajando en cómo ejecutar su plan. Sabía que necesitaba ser inteligente y calculador. No podía dejar que las emociones nublaran su juicio. Mientras caminaba de vuelta por los pasillos, su determinación se solidificaba. Haría que todos pagaran por lo que le habían hecho. Nadie se saldría con la suya por haber lastimado a Seokjin.

[…]

Volver a las clases al día siguiente fue una experiencia humillante para Seokjin. Apenas entró en el edificio, sintió las miradas de todos los estudiantes sobre él. Los murmullos comenzaron casi de inmediato, susurrando su nombre entre risitas y comentarios burlones. Podía sentir el peso del desprecio y la burla en el aire, un cambio palpable desde la vez que solo con una mirada lograba intimidar a todos a su alrededor.

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