Vida cotidiana

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Con el tiempo, la rutina en la academia volvió a la normalidad. Seokjin y su grupo seguían siendo los reyes indiscutibles, imponiendo su presencia y autoridad sobre todos los demás. Los demás estudiantes vivían como súbditos, obedeciendo y respetando las jerarquías establecidas. La vida diaria seguía su curso, con fiestas, exámenes, y dramas adolescentes llenando los días.

Una tarde, Seokjin y Hoseok se encontraron en uno de los pasillos principales de la academia. El ambiente era relajado, con estudiantes dispersos charlando y riendo.

—¿Qué tal tus vacaciones en Los Ángeles?— preguntó Seokjin con una sonrisa.

—Fue muy divertido—, respondió Hoseok, con una chispa de picardía en sus ojos. —Conocí a un chico que, la verdad, no estaba mal dotado.

Ambos rieron, disfrutando de la ligereza de la conversación. Seokjin notó que su risa no alcanzaba sus ojos, pero no dejó que eso empañara el momento.

—¿Y qué hay de tu viaje a Suiza?— continuó Hoseok, interesado.

Seokjin se tensó por un instante, pero rápidamente forzó una sonrisa. —Bien, me compré estas pulseras—, dijo, señalando un par de pulseras de oro que cubrían sus muñecas. —Son la última moda.

Hoseok examinó las pulseras con admiración. —Lo imagino—, dijo, notando el brillo del oro. —Son divinas.

—¿Y qué hay de Jungkook?— preguntó Hoseok de repente.

El semblante de Seokjin cambió sutilmente. —Ha estado trabajando muy duro en la empresa de su padre, incluso ya se dio de baja de la academia—, murmuró.

—¡¿Qué?!— exclamó Hoseok, sorprendido.

Seokjin asintió lentamente. —Tarde o temprano iba a pasar—, dijo en voz baja. —¿Sabes? No me siento bien. Me iré a casa.

Hoseok lo miró con preocupación, pero antes de que pudiera decir algo más, Seokjin ya se estaba alejando. Caminó por los pasillos, su mente llena de pensamientos confusos y su corazón pesado. Cuando llegó a la salida, vio a Jungkook desalojando sus cosas de su bloque. Se detuvo, observándolo por un momento.

—Pensé que te ibas a casa—, dijo Hoseok, alcanzándolo en el pasillo.

Seokjin fingió una sonrisa. —Me sentí mejor—, mintió, antes de dar media vuelta y alejarse con el corazón roto.

Mientras caminaba hacia la salida, Seokjin no podía evitar sentir una punzada de tristeza y desesperanza. A pesar de su aparente control y autoridad, las cosas estaban cambiando a su alrededor, y por primera vez, se sentía incapaz de detenerlo. La partida de Jungkook, la frialdad de sus amigos, y los recuerdos de Namjoon pesaban sobre él.

Cuando llegó a casa, se dejó caer en su cama, mirando el techo sin realmente verlo. Su mente vagaba entre recuerdos  de aquel viaje.

[…]

Cuando Jungkook dejó la academia, lo hizo con una mezcla de resignación y determinación. Había pasado toda su vida bajo la sombra de su padre, el poderoso patriarca de la familia Jeon, y aunque todos pensaban que su salida de la academia se debía a su inminente ascenso como sucesor, la realidad era mucho más sombría.

Jungkook se sumergió en el mundo empresarial con la misma disciplina y dedicación que había mostrado en la academia, pero esta vez, cada tarea y cada orden cumplida era una demostración de la autoridad de su padre. Desde las primeras horas de la mañana hasta altas horas de la noche, Jungkook se convertía en una extensión de los deseos de su padre, prácticamente un esclavo.

En reuniones, conferencias y eventos sociales, Jungkook mantenía una fachada impecable. Vestido con trajes a medida y siempre acompañado de un séquito de asistentes, era la imagen del heredero perfecto. Los accionistas y empleados lo veían como el futuro de la compañía, alguien que llevaría el legado de los Jeon a nuevas alturas. Pero dentro de las paredes de su hogar, la historia era diferente.

GOLDEN|| Kookjin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora