Inicio

57 11 0
                                    

Una tarde tranquila, Seokjin caminaba por las calles del barrio modesto donde vivía Jennie. Sabía que tarde o temprano se toparía con alguien de su familia, y esa tarde no fue la excepción. Mientras avanzaba, vio a la madre de Jennie luchando con unas bolsas de compras pesadas. Sonrió para sus adentros, ajustando su expresión a una amable y solícita.

—Señora Kim, ¿necesita ayuda? —dijo Seokjin con una voz amable, acercándose rápidamente.

La mujer, sorprendida pero agradecida, aceptó la ayuda de Seokjin. Él tomó las bolsas pesadas sin esfuerzo, caminando a su lado mientras intercambiaban palabras cordiales. Fingía interés en sus anécdotas y respondía con comentarios corteses. Al llegar a la casa, la señora Kim insistió en que se quedara a comer, como agradecimiento por su amabilidad.

Dentro de la casa, la atmósfera era cálida y hogareña, algo que contrastaba con la frialdad de la mansión en la que vivía Seokjin. Se sentaron a la mesa, y la señora Kim sirvió un plato sencillo pero hecho con cariño. Seokjin forzó una sonrisa, ocultando su desdén por la comida que no se comparaba con la exquisita gastronomía a la que estaba acostumbrado.

—Gracias, señora Kim —dijo, tomando un bocado y esforzándose por no hacer una mueca.

La conversación continuó, ligera y banal, hasta que la puerta se abrió de golpe. Jennie entró corriendo, su rostro una mezcla de preocupación y enojo. La señora Kim se levantó rápidamente, alarmada por la expresión de su hija.

—Hija, ¿qué sucede? —preguntó la madre, su voz llena de preocupación.

Jennie apenas le dedicó una mirada a su madre antes de fijar su mirada en Seokjin, sus ojos ardiendo de furia. Seokjin levantó una ceja, intrigado por la intensidad de su reacción.

—¿Qué haces aquí, Seokjin? —espetó Jennie, sus palabras llenas de veneno.

Seokjin mantuvo su expresión serena, aunque por dentro disfrutaba del descontrol de Jennie. Se levantó lentamente, haciendo un gesto conciliador.

—Solo estaba ayudando a tu madre con las compras —respondió con calma—. Pensé que un gesto amable no estaría de más.

Jennie apretó los puños, su mirada recorriendo a su madre y luego volviendo a Seokjin. La señora Kim, confundida por la tensión, intentó mediar.

—Jennie, querida, Seokjin solo fue amable. Deberías agradecerle.

—No necesito tu ayuda ni tu amabilidad, Seokjin —respondió Jennie, su voz temblando de ira—. No voy a permitir que nos hagas algo.

Seokjin fingió una expresión herida, aunque por dentro disfrutaba del drama. Sabía que había logrado lo que quería: desestabilizar a Jennie y sembrar más discordia. Se acercó a la puerta, inclinando ligeramente la cabeza hacia la señora Kim.

—Gracias por la comida, señora Kim. Fue un placer ayudarla. —Luego, mirando a Jennie, añadió—. Si alguna vez necesitas algo, Jennie, sabes dónde encontrarme.

Jennie lo fulminó con la mirada mientras Seokjin salía de la casa, satisfecho con la tormenta que había desatado. Mientras caminaba de regreso, se permitió una sonrisa triunfante. La tensión en la familia de Jennie era palpable, y eso solo fortalecía su determinación. Nadie se interpondría en su camino sin enfrentar las consecuencias.

[…]

El día siguiente amaneció cargado de tensiones. Jennie y Jimin llegaron juntos a la academia, sumidos en una conversación ligera, ajenos a las miradas inquisitivas que los seguían. A medida que avanzaban por los pasillos, la atmósfera se volvía más opresiva, los murmullos se intensificaban y las miradas de desprecio eran cada vez más evidentes.

GOLDEN|| Kookjin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora