Padres

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La oficina de su padre, austera y oscura, parecía aún más intimidante bajo la luz tenue que apenas iluminaba el espacio. Jungkook, con el corazón palpitando a mil por hora, abrió la puerta y dio un paso adelante. En cuanto cruzó el umbral, un hombre corpulento y con una expresión fría lo interceptó. Sin previo aviso, comenzó a golpearlo con furia. Cada golpe resonaba con un eco sordo en la habitación, y Jungkook apenas pudo mantener el equilibrio.

—¿No entendiste que te alejaras de él? —la voz de su padre resonó en la habitación, helada y llena de desprecio.

Jungkook, sintiendo el sabor metálico de la sangre en su boca, levantó la mirada desafiante.

—Seokjin se desmayó, necesitaba saber si estaba bien —dijo, su voz cargada de enojo e impotencia.

El padre de Jungkook, el señor Jeon, lo miró con una mezcla de desdén y desaprobación.

—No me sorprende que un día de estos se muera —dijo fríamente, su tono tan afilado como un cuchillo—. Después de todo, es alguien débil.

La ira de Jungkook explotó. Con un movimiento rápido, detuvo el siguiente golpe que el hombre corpulento intentó darle, sujetando su puño en el aire.

—¡Cállate! —gritó Jungkook, sus ojos ardiendo de furia—. Le pasa algo y vas a ver de qué soy capaz.

El señor Jeon sonrió, un gesto cruel que no alcanzó sus ojos.

—¿En serio? —dijo, acercándose lentamente a su hijo—. Porque lo único que te he visto hacer es venir a rogarme y arrodillarte.

Jungkook sintió que sus palabras lo atravesaban como cuchillas. Con un esfuerzo sobrehumano, reprimió el deseo de lanzarse sobre su padre y, en cambio, fijó su mirada en él, sus ojos llenos de una determinación feroz.

—Es porque tengo que perder —dijo, su voz baja pero firme—. Pero si le tocas un pelo a Seokjin de nuevo, olvidaré que eres mi padre.

El señor Jeon lo observó con una mirada calculadora. Sabía que su hijo estaba desesperado, pero también sabía que esa desesperación lo hacía peligroso.

—Bien —dijo finalmente, su tono lleno de falsa condescendencia—. Vamos a ver si realmente tienes el valor de desafiarme. Pero recuerda, Jungkook, todo lo que haces tiene consecuencias.

Con esas palabras, dio media vuelta y salió de la oficina, dejando a Jungkook solo, respirando con dificultad. Los golpes aún dolían, pero el dolor físico no era nada comparado con la angustia que sentía en su corazón.

Jungkook sabía que estaba atrapado en un juego mortal, uno en el que cada movimiento debía ser calculado con precisión. Salvar a Seokjin se había convertido en su única misión, y estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para protegerlo, incluso si eso significaba enfrentarse a su propio padre.

Con una última mirada a la oficina vacía, Jungkook se enderezó y salió, su resolución más fuerte que nunca. Sabía que el camino por delante sería peligroso y lleno de obstáculos, pero estaba dispuesto a enfrentarlo todo por el bienestar de Seokjin.

[…]

El hombre, oculto tras una máscara de gas que distorsionaba su rostro, se adentró en la mansión Jeon-Kim con determinación. El silencio reinaba en el interior de la casa, solo interrumpido por el suave murmullo de sus pasos sobre el suelo pulido. Con cada paso, el peligro latente se intensificaba.

Tan pronto como entró, una nube de gas comenzó a esparcirse lentamente por el aire, envolviendo la mansión en su abrazo tóxico. El olor acre del gas inundó cada rincón, sofocando los sentidos y creando un aura de peligro inminente.

GOLDEN|| Kookjin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora