Daño colateral

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Fuera de la casa de Seokjin, Jennie estaba hecha una furia, con los ojos enrojecidos y las lágrimas corriendo por sus mejillas. Gritaba desesperadamente, llamando a Seokjin con todas sus fuerzas.

—¡Seokjin! ¡Seokjin, sal ahora mismo! ¡Esto es tu culpa!

Un guardaespaldas, al notar la conmoción, subió rápidamente hasta el cuarto de Seokjin para informarle de la situación. Tocó la puerta con urgencia y, al recibir el permiso de entrar, se acercó al joven que estaba sentado tranquilamente leyendo un libro. Al enterarse de que la mamá de Jennie estaba en el hospital, Seokjin sonrió, cerrando su libro con un gesto casi teatral. La satisfacción en su rostro era innegable; disfrutaba el dolor que había causado.

—Señor Kim, la señorita Jennie exige verlo con urgencia —informó el guardaespaldas, intentando mantener la calma.

Seokjin se levantó de su asiento con un aire de despreocupación, estirándose ligeramente antes de responder.

—Dile que se marche o pondré una orden de alejamiento —dijo, su voz fría y sin rastro de compasión.

El guardaespaldas asintió y salió de la habitación para llevar el mensaje. Mientras tanto, Seokjin se dirigió a la ventana, observando desde arriba el caos que había causado. Jennie seguía gritando su nombre, su desesperación palpable incluso a la distancia. La escena era casi poética para él; la dulce venganza que había planificado estaba dando sus frutos.

Afuera, el guardaespaldas se acercó a Jennie con un semblante serio.

—La señorita Jennie, el señor Kim le pide que se retire de inmediato. Si continúa causando disturbios, se verá obligado a poner una orden de alejamiento en su contra.

Jennie se quedó sin palabras por un momento, su furia intensificándose. Miró la casa de Seokjin con una mezcla de odio y desesperación.

—¡No puedes esconderte para siempre, Seokjin! —gritó finalmente, su voz temblando de rabia—. ¡Pagarás por esto!

El guardaespaldas la observó con paciencia, pero su postura firme indicaba que no toleraría más altercados. Jennie, sintiéndose impotente y deshecha, dio media vuelta y se alejó corriendo, su mente llena de pensamientos de venganza y dolor.

Dentro de la casa, Seokjin se apartó de la ventana, satisfecho con el desenlace. Su plan estaba funcionando perfectamente, y ahora solo le quedaba esperar y ver cómo Jennie y Namjoon se desmoronaban ante sus ojos. Con una última sonrisa, se dirigió a su escritorio, listo para continuar con sus estudios, saboreando cada momento de su victoria.

[…]

El vapor de la tina envolvía a Seokjin, creando una atmósfera de tranquilidad mientras disfrutaba de un baño relajante. Las burbujas flotaban a su alrededor y el agua cálida le ayudaba a liberar el estrés acumulado. Cerró los ojos, dejándose llevar por la sensación del agua sobre su piel. De repente, escuchó el sonido de la puerta abriéndose y unos pasos suaves acercándose.

—Me sorprendiste —dijo Jungkook con una sonrisa, inclinándose para besar a Seokjin suavemente en los labios.

Seokjin sonrió, entreabriendo los ojos para ver a Jungkook a su lado. —Se atrevió a amenazarme —murmuró, volviendo a cerrar los ojos y disfrutando del contacto.

Jungkook deslizó su mano por el cuerpo de Seokjin, haciendo que este suspirara de placer. —Eres Kim Seokjin, nunca lo olvides —le susurró al oído antes de besarle de nuevo, esta vez con más pasión.

Seokjin correspondió al beso, perdiéndose en el momento. La mano de Jungkook continuó explorando su cuerpo, moviéndose con confianza y experiencia. Seokjin se arqueó ligeramente, dejando escapar un suspiro de placer. La sensación de las manos de Jungkook en su piel, el calor del agua y la intensidad del momento lo envolvieron completamente.

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