Epílogo

32 6 0
                                    

KyungSoo

Estábamos tumbados y JongIn me acariciaba el cuello. Era una típica mañana perezosa de sábado. Nos encantaba tomar el café y desayunar en la cama los fines de semana y holgazanear durante horas después de una larga semana de trabajo.

No podía creer que hubiera pasado casi un año desde que nos habíamos ido a vivir juntos. Técnicamente, empezamos a vivir juntos unos meses después de que se presentara en mi puerta aquella noche con el caballo. En realidad, después de aquel día, no volvimos a separarnos. Uno siempre pasaba la noche en la casa del otro, pero, con el tiempo, nos dimos cuenta de que malgastábamos dinero manteniendo los dos apartamentos, así que JongIn optó por dejar el suyo para que yo pudiera estar más cerca del trabajo. Así era el hombre que quería: uno que siempre me ponía en primer lugar. Uno que siempre me dejaba ponerme encima, justo como a mí me gustaba.

JongIn se levantó de repente de la cama y el aire frío sustituyó el calor de su cuerpo. Admiré su espalda esculpida y su culo perfecto mientras se ponía unos vaqueros y se dirigía al escritorio. Cogió el montón de correo que había traído cuando había salido a buscar los cafés.

Hojeó el montón de facturas y demás mientras volvía a la cama, pero se detuvo al llegar a un sobre rojo enorme que parecía una tarjeta de Navidad. Lo levantó y sus labios se curvaron en una sonrisa malvada.

—Oh, vaya. Es de tu madre.

Me encogí de hombros.

—Genial.

—¿Es la temida carta?

Moví la cabeza.

—Es la época, supongo, pero no lo sé.

—¿No me habías dicho que había aprendido la lección después del año pasado y que ya no volvería a enviar la carta de Navidad?

—Sí, eso dijo. Tal vez solo sea una tarjeta.

—Bueno, ábrela y averígualo.

Mientras la abría, experimenté cierto temor ante lo que pudiera haber dentro. En lugar de una carta de Navidad en el papel grueso que mi madre solía utilizar, dentro del sobre había una página de periódico doblada. La desplegué y vi que era una columna de Querida Ida. Una columna que no había visto. Últimamente, no prestaba tanta atención a la columna de consejos, por alguna feliz razón.

Querida Ida:

Tengo un problema con el que esperaba que pudieras ayudarme. Mi adorable hijo KyungSoo me ha informado de que mi carta anual de Navidad es un poco odiosa y egoísta. Verás, me gusta presumir de mis hijos, pero ahora me doy cuenta de que presumir de esa manera podría ser interpretado por algunos como de mal gusto. Por lo tanto, he optado por no enviar una carta a la familia y amigos este año y, en lugar de eso, me limitaré a las tradicionales tarjetas de Navidad. Así que, lamentablemente, no podré decirles a todos que Bang Chan ha renunciado una vez más a la Navidad en los Corea del Sur para ir a África y arreglar los labios leporinos de más niños necesitados. Tampoco podré decirles que las gemelas de mi hija Joohyun acaban de entrar en el curso de preescolar de la escuela Montessori. O que Joohyun está embarazada de mi primer nieto, todo ello mientras sigue tocando en la Filarmónica de Nueva York. Y no podré contar que mi hija menor, Jennie, quedó en primer lugar este año en los campeonatos regionales de gimnasia del estado de Nueva York.

Pero aquí está mi dilema: podría tener una noticia, grande DE VERDAD, para compartir pronto. Y me preguntaba si pensabas que a KyungSoo le molestaría que me adelantase y compartiera solo esa noticia con todo el mundo, ya que es una noticia que tiene que ver con él.

Cordialmente,

Señora Do

A la pregunta de mi madre, le siguió la respuesta de la consejera.

Especial Navidad | KaiSoo | ChanBaek | SeHo | ChanKai | ChenMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora