Capítulo 2

8 3 0
                                    

SuHo

Yixing y yo esperábamos sentados en las escaleras del juzgado. Señalé con la barbilla el puesto de café de la esquina donde acabábamos de comprar dos tazas.

—Te reto a entrar y a empezar a tomar nota de los pedidos.

El dueño había salido hacía un momento para ir a la tienda que había al otro lado de la calle. Había colgado un cartel que rezaba «Vuelvo en dos minutos», pero se empezó a formar cola mientras la gente esperaba a que volviese.

—¡Venga ya! Podrían arrestarme.

—Menos mal que eres abogado, entonces.

Apuró el contenido de su vaso desechable y se puso en pie.

—Supongo que te debo una después de que el bandolero besucón no te llamara —suspiró—. Tenía muchas esperanzas puestas en él.

Yo también. Me había pasado los siguientes días a aquel maravilloso beso comprobando el móvil a cada hora. Estaba seguro de que el tío bueno de la cafetería me llamaría; la química entre nosotros era de otro planeta. O, al menos, eso pensé. Pero el cabrón no me llamó.

Observé a Yixing acercándose al puesto; miró en derredor y se coló dentro. Al cabo de unos segundos, ya tenía un bloc de notas en la mano y me saludaba desde la ventana mientras anotaba el primer pedido. Yo no podía dejar de reír al verla hacer cafés y cobrarle a la gente. Aunque la risa se me cortó en seco cuando oí gritar al dueño desde el otro lado de la calle. Levantó una mano para detener a los coches que pasaban y que casi lo atropellan.

—Mierda. —Me levanté.

Yixing desapareció de la ventana justo cuando el dueño se dirigía a la parte trasera del puesto. Para cuando llegué, ya tenía la situación bajo control.

—Gracias, Ahmed. —Se inclinó y lo besó en la mejilla.

—Tú quédate en la sala del juzgado. ¡Mantente alejada de mi negocio! —gruñó mientras regresaba a su puesto.

—¿Qué demonios ha pasado? —pregunté entre risas.

—Nada. Le he dicho que yo también era una profesional independiente y que tenemos que mantenernos unidos y apoyarnos. —Se encogió de hombros.

—En serio, solo tú puedes hacerme reír a carcajada limpia cuando vengo al juzgado para la última vista del divorcio.

Yixing miró la hora en el móvil.

—Mierda, será mejor que entremos ya. El juez Halloran es muy estricto con la puntualidad.

La cola del control de seguridad para entrar era kilométrica. Parecía que todo el mundo había decidido que era un buen día para divorciarse. Yixing se puso en la cola de los representantes legales para que al menos pudiera estar allí cuando convocaran nuestro caso. Tardé unos quince minutos en llegar a la sala correcta de la segunda planta. La puerta estaba cerrada y, cuando la abrí, el juez me fulminó con la mirada. Me quedé paralizado y todos los ojos se posaron en mí. Sentí como si un disco a todo volumen se detuviera con un chirrido. Pensé que tal vez me había equivocado de sala, pero, sin duda, el que estaba sentado en el estrado era nuestro juez.

—¿Puedo ayudarlo?

—Humm, sí. Quiero decir..., se supone que tenía que venir con mi abogado para mi caso esta mañana.

—¿Y a qué hora es su agenda de señalamientos?

—¿Agenda de señalamientos?

Suspiró y miró en dirección a Yixing.

—¿Señor Zhang? ¿Informó o no informó a su cliente de que el juicio empezaba a las 9:30?

—Sí, su señoría. Me disculpo. La cola de seguridad era bastante larga esta mañana.

Especial Navidad | KaiSoo | ChanBaek | SeHo | ChanKai | ChenMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora