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SeHo: Un beso en Seúl - Capítulo 1

SuHo

Yixing levantó la voz para hacerse oír por encima del ruido infernal del espumador de leche.

—No puedo creer que nos hayan dejado tirados.

—¿No? Pues yo sí.

Acababa de recibir un mensaje de mi casi exmarido en el que me comunicaba que ni él ni su abogado podrían asistir a la reunión..., esa reunión que tendría que haber empezado hace cinco minutos. Era la segunda vez que me lo hacía con la excusa de estar hasta arriba de trabajo. Incluso habíamos quedado en la cafetería que había junto a su oficina para adaptarnos a sus necesidades, porque se había quejado de que tardaba demasiado en llegar a los bufetes de nuestros abogados. Además, había tenido que pedirle a Yixing, mi mejor amigo, que ejerciera de mi abogado porque el que llevaba el divorcio había tenido un accidente de coche ayer. Así de desesperado estaba por acabar con esto. Si seguía dando el brazo a torcer para acomodarme a ese capullo, me lo acabaría arrancando.

—Bueno, ya sabes a lo que me refiero. Me lo creo —dijo Yixing—. Pero ¡es que manda huevos lo de MinHo!

Acababa de pasar Acción de Gracias y la Navidad ya empezaba a asomar a la vuelta de la esquina. Toda la cafetería estaba engalanada con luces blancas y guirnaldas. Al entrar sentí algo de esperanza: pensé que tal vez el ambiente alegre camuflaría la tristeza del encuentro. Pero, por supuesto, nada que tuviera que ver con MinHo acostumbraba a salir bien.

Al menos aprovecharía para deleitarme con aquel café invernal de ponche de huevo que esperaba durante todo el año. El ambiente festivo habría flotado en el ambiente de no ser porque MinHo, mi particular fantasma de las navidades pasadas, seguía con sus truquitos de capullo de siempre. Yo había aceptado un divorcio fácil y no contencioso (lo que resultaba irónico, ya que el responsable del fracaso de mi matrimonio era él), pero MinHo necesitaba un encuentro cara a cara, uno al que, aparentemente, él y su abogado habían decidido no presentarse. Típico de mi ex, por desgracia.

Así que llevaba una hora pasando el rato con Yixing, mi mejor amigo desde que éramos pequeños. Normalmente, trato de no mezclar negocios y placer, pero él parecía entusiasmado y a la altura del caso, además estaba desesperado por zanjar el asunto del divorcio que tantas veces había retrasado ya MinHo.

«All I Want For Christmas» de Mariah Carey sonaba en los altavoces. Siempre me ha encantado esta época del año; ojalá que el horrible proceso de divorcio no se cerniera sobre mí para poder disfrutar de verdad.

Yixing apuró el resto de su café de un trago.

—Tenemos que darle chispa a tu vida de alguna manera, lo digo en serio. No haces más que trabajar y estresarte con el maldito divorcio. Eso no puede ser sano. ¿Por qué no vienes conmigo a la fiesta de Navidad de mi empresa? Es en un crucero en el puerto.

—No sé, me lo pensaré.

—O mejor aún, podríamos irnos a algún sitio después de Nochevieja.

—Tal vez —contesté sin prestarle demasiada atención mientras miraba el móvil. Me habían llegado un montón de correos desde que había llegado a la cafetería.

Como era una de las organizadores de eventos más solicitados de Seúl, el trabajo me mantenía muy ocupado. Entre organizar las lujosas fiestas y galas, mi agenda estaba saturada siete días a la semana.

Yixing chasqueó los dedos frente a mi cara.

—¿Me has oído? He dicho que podríamos irnos por ahí después de las fiestas.

Me obligué a dejar el teléfono sobre la mesa.

—¿Y a dónde podríamos ir?

—Pues ¿sabes qué? No sé si te lo diré. Será una sorpresa. Lo averiguarás cuando nos montemos en el avión. Toda tu vida está planificada y programada en ese maldito móvil. Creo que voy a tener que quitártelo durante una semana.