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Un feliz error - Capítulo 3

ChanYeol

Todavía no tenía ni idea de por qué había aparecido en el apartamento de mi padre con un pastel.

«¿Es que se conocen?».

—Esta es mi gran amigo JongIn—dijo.

—¿Gran amigo? Nunca me habías hablado de él.

—¡Claro que sí! Él es el chico que viene a tomar sopa conmigo.

Asentí con la cabeza.

—Ah, está bien. No me habías dicho su nombre.

Papá sonrió.

—¿No esperabas que fuera tan guapo? Tu viejo tiene buen gusto, ya sabes.

JongIn se sonrojó y dejó la tarta en la encimera. Estaba precioso. Era todavía más guapo que en las fantasías que rondaban mi cabeza desde nuestro primer encuentro. Todas y cada una de estas fantasías terminaban con nosotros follando con furia. Nunca pensé que volvería a verlo. Sabía que vivía aquí, pero casi todos los vecinos iban a lo suyo.

Mi padre se acercó a la encimera.

—Has traído el pastel de calabaza de tu madre.

—Se ha acordado. —Sonrió él—. Es su receta.

Se frotó el estómago.

—Estoy deseando probarlo.

Parecía que mi anciano padre llevaba una doble vida que incluía salir con hombres atractivos que le traían comida. Y yo sintiendo lástima de él la mayoría de los días.

JongIn me lanzó una mirada burlona.

—ChanYeol y yo ya nos conocemos, señor Park.

Mierda. Ahí va.

Papá se volvió hacia mí.

—¿En serio? ¿Cuándo os habéis conocido?

El cuerpo se me tensó y no dije nada mientras me preparaba para su explicación. Tenía la esperanza de que no me echara a los cocodrilos y no le dijera a mi padre lo imbécil que había sido aquel día.

—Sí, una tarde estaba fuera del edificio. Nos pusimos a hablar, ¿a que sí, ChanYeol?

—Sí, así es. —Sonreí—. De hecho, JongIncompartió su almuerzo conmigo. Fue algo así, ¿verdad?

—Algo así. Por lo que recuerdo, fuiste extremadamente encantador.

—Yo también te recuerdo encantador —bromeé.

Se volvió hacia papá.

—Y para agradecerme que hubiera compartido el almuerzo con él, su hijo me dejó un bonito regalo de agradecimiento en la puerta de mi apartamento ese mismo día, que, por cierto, me ha resultado muy útil. —JongInle guiñó un ojo.

«Joder».

«No puedo creer que acabe de decir eso».

De pronto, sentí los pantalones más apretados.

Me aclaré la garganta.

—Es bueno saberlo. Imaginé que podrías necesitar algo así. Parecías un poco tenso.

—Pues sí, aquel día lo estaba. —Miró a mi padre—. Tiene un hijo increíblemente educado y considerado, señor Park. Debe de sentirse muy orgulloso.

Mi padre se rio.

—Bueno, y yo que pensaba que era un poco idiota.

JongIn estalló en carcajadas y yo hice lo mismo. Sus ojos brillaron con picardía. Agradecí que no me hubiera delatado. A decir verdad, me había arrepentido de la reacción que tuve aquel día. El pequeño regalo que le dejé fue un intento de pedir disculpas, aunque quizá no lo hubiera entendido así. Me gustó que bromeara al respecto.