13. Conflictos internos

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En el camino, Axel, por alguna razón, comenzó a conflictuarse consigo mismo. ¿Por qué ahora le agradaba tanto? Entendía el hecho de que comenzaran una buena amistad, pero no comprendía por qué sentía tanta cercanía con él. Esto debía tener otra explicación. Probablemente se trataba de una admiración por lo que habían logrado juntos, pero, a pesar de eso, los elogios y el tiempo y la preocupación que Sam mostraba por él lo hacían sentirse confundido. ¿Por qué sus palabras habían penetrado tanto en su ser? Al hacer introspección, recordaba que siempre que alguien trataba de darle un consejo o ayudarlo, él se cohibía y, mayoritariamente, evadía el tema asegurando que estaba bien. Esta vez, casi de forma natural, se abrió como nunca antes lo había hecho. No podía creer que todo esto fuera posible.

—Probablemente fue el cansancio —pensó Axel.

El agotamiento de los últimos días debía haber hecho que hablara sin pensar. También en ese momento pensó que pronto se le pasaría, y que todo volvería a la normalidad. Al final, llegó a la conclusión de que lo estaba haciendo inconscientemente solo para mantener contentos a Gaby y al equipo, y que Sam pensaría igual. Sí, seguramente pensaba que era algo casual, ¿no? Pero entre más profundizaba en una posible indiferencia por parte de Sam, cayó en cuenta de lo mal que se sentía al imaginar que esa era la percepción que él tenía sobre él.

Cuando volvió en sí, vio que estaba más preocupado por los sentimientos de Sam que por cualquier problema actual que lo acechara. Así que era un hecho, estaba en un conflicto interno por la negación de sus sentimientos. ¿Pero cuáles eran exactamente esos sentimientos? Entre tanta niebla de sus pensamientos, vio la hora y descubrió lo peor, se le había hecho tarde para llegar a la hora acordada con su madre. Ahora estaba en serios problemas. Trató de apurarse lo antes posible, pero todo era en vano; no quería afrontar las consecuencias y por eso trataba de evadir la realidad. Tal vez si se esforzaba un poco más podría evitarlo.

Cuando entró bastante agitado por la puerta, se dio cuenta de que no había rastro de su madre. En un principio, se sintió bastante aliviado, ya que esta vez podría salirse con la suya. Para evitar cualquier sorpresa, subió hacia su cuarto con bastante sigilo, pero cuando su misión casi había sido completada con éxito, una voz firme lo llamó desde el final del pasillo. Bastante tenso, volteó a ver de dónde provenía esa voz. Era su madre, quien bastante severa le exigió una explicación.

—Axel, ¿se puede saber dónde estabas? No me vengas con ninguna de tus estupideces otra vez; no pienso tolerar más tus tonterías.

La madre de Axel, con los brazos cruzados y el ceño fruncido, se paraba firme en el pasillo. Su mirada severa lo atravesaba como una lanza, mientras sus dedos tamborileaban impacientes sobre su brazo. Axel, sin darse cuenta, comenzó a temblar y las palabras apenas le salían de su boca. En un torpe tartamudeo explicó.

—Yo estaba... estaba entrenando para el próximo torneo. Ya que en el último que tuvimos casi fuimos derrotados, por eso he estado esforzándome para...

De un momento a otro, su madre, bastante alterada, lo interrumpió. Hizo un gesto brusco con la mano, señalando con furia hacia él.

—Es increíble cómo con tanta facilidad te dejas pisotear. En el primer torneo te derrotaron por tu incompetencia y en este último, al parecer, fue solo por suerte. Si ni siquiera puedes ser lo suficientemente bueno para tus jueguitos, ¿para qué te arriesgas tanto, aun sabiendo que no lo vales? —Tomó aire profundamente, visiblemente agitada—. Es increíble cómo arriesgas tus calificaciones con una distracción tan trivial. El acuerdo que tuvimos para que pudieras meterte en este torneo fue que ibas a traer un trofeo sin afectar tu rendimiento académico.

Axel no podía con la presión del momento, pero tenía que hacer algo, así que tomó uno de los consejos que le había dado Sam. Tranquilamente, le aseguró a su madre que no había de qué preocuparse y que él era capaz, pero parece que esto desató la cólera de su madre.

Amor a primer cuartoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora