20. Partido final parte 2

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Axel, por su parte, estaba haciendo todo lo posible por llegar temprano; sin embargo, parecía que el universo conspiraba en su contra. Se le atravesaba un inconveniente tras otro, sumado al hecho de que no tenía a nadie que pudiera llevarlo a tiempo, todo debido al evento que atravesaban sus padres en ese momento. De cualquier manera, logró llegar. Aunque durante el camino, se empezó a replantear una cosa: ¿y si todo esto era una señal para que lo dejara? Probablemente, era cierto lo que su madre le había dicho; aún era momento de dejar de perder el tiempo y centrarse en lo importante. Al final, ¿qué sentido tenía seguir? No tenía a nadie, y ahora sus padres oficialmente estaban buscando la forma de deshacerse de él. A pesar de eso, por alguna razón, la parte más insensata de su ser realmente quería ganar este partido. Sin embargo, esos juegos tendrían que quedarse sepultados en el pasado. Ahora era el momento de dejar de distraerse con tonterías y sacar provecho de su vida.

Al llegar, vio que todos estaban esperándolo bastante nerviosos. No obstante, por más que ya había hecho esto una y otra vez, ahora era diferente; en ese instante, todos esperaban lo mejor de él y, a su vez, era cuando se sentía menos motivado. La impotencia lo empezó a invadir; había pasado tanto tiempo esperando este momento, pero en ese instante se sentía de todas las formas menos feliz. Alan, al percatarse de su llegada, inmediatamente trató de ponerlo al corriente. El partido estaba a punto de empezar, así que no quedaba mucho tiempo.

En eso Sam, al verlo, no pudo contener su emoción, así que se acercó para intentar hablar un poco con él. Axel, sin embargo, inmediatamente rompió su ilusión, diciéndole: "Creo que lo mejor es que en este primer cuarto me quede en la banca. No he calentado, y creo que puedo lesionarme". Sam no pudo oponerse, pues tenía razón, aunque conocía a Axel lo suficiente para sospechar que había algo más detrás de esa excusa, lo cual lo dejó más confundido pensando que no había considerado que probablemente Axel estuviera molesto con él por no haber intentado contactarlo ni una vez en esos días. No obstante, Sam ignoraba que, al verlo, Axel sentía una gran culpa por lo que había pasado aquel día y, peor aún, que cuando lo veía, quedaba tan cautivado que no podía evitar pensar en el miedo que le generaba la idea de volver a arruinarlo todo, al punto de no volver a ver esa sonrisa.

Con todo esto, Sam se sintió un poco desprotegido. Se había acostumbrado tanto a jugar en compañía de Axel, y sobre todo a las jugadas que solo ellos conocían que resultaba un reto intentar replicarlas de un momento a otro con otro miembro del equipo, aunque, al mismo tiempo, le surgieron más ideas para replicarlas en sus nuevas enseñanzas como capitán. Mientras Sam estaba inmerso en sus pensamientos, el silbato sonó, señalando el inicio del partido.

Por andar divagando, ni siquiera le dio tiempo de analizar a sus contrincantes. Todo lo que había soñado como capitán parecía desmoronarse, haciéndolo quedar en ridículo. Necesitaba actuar rápido. Sus oponentes eran extremadamente veloces; no por nada habían llegado hasta ese punto. Todos trataron de contrarrestar el impacto, pero la falta de coordinación y la torpeza del equipo hicieron que comenzaran con el pie izquierdo.

En un momento, Sam buscó con la mirada a sus compañeros, intentando encontrar a alguien en quien apoyarse y poder hacer algo rápido, ya que no tenían tiempo que perder. No obstante, todos parecían igual de perdidos que él, incluyendo la falta de cooperación por algunos integrantes de su equipo. No le quedó más opción que jugar por su cuenta, lo cual representaba un riesgo, ya que podía ser accidentalmente saboteado por su propio equipo, y no es físicamente posible un partido de uno contra cinco.

Cuando tenía el control del balón, a pesar de que parecía estar libre, en un abrir y cerrar de ojos, los contrincantes lo rodearon. Su capacidad para atravesarlos era innegable, aunque las últimas veces que trató de meter una simple canasta, fue bloqueado. Era evidente que sus contrincantes estaban muy bien preparados. Mientras tanto, su equipo se sumergía en la desesperación, ya que nadie parecía ponerse de acuerdo. Finalmente, la bocina sonó, indicando el final del primer cuarto.

Amor a primer cuartoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora