19. Partido final parte 1

131 15 0
                                    

Ese fin de semana, en lugar de darle el descanso que necesitaba para el gran día, Sam no podía dejar de pensar en cómo afrontaría sus problemas, era como si quisiera aprender a volar siendo aventado desde un precipicio. Las revelaciones que había tenido últimamente acerca de sus gustos y sexualidad eran difíciles de asimilar, pero mínimo estaba consciente de que hetero no era.

Sea como sea, el tema de su sexualidad era algo de lo que estaba dando cuenta y que poco a poco podría aprender más sobre sí mismo. Lo inaceptable era que había descubierto estos sentimientos con el novio de su mejor amiga; no solo se limitaba a lo sentimental, sino que literalmente se habían besado, sin oponer resistencia, y se había quedado con ganas de más. ¿Qué clase de persona que se hacía llamar mejor amigo hacía eso? Tener la mayor confianza del mundo era la norma, pero estaba seguro de que compartir novio no era una de ellas.

Por más que le aterraba esta idea, sabía que tenía que arrancar el problema desde la raíz. Sam se despertó esa mañana con una mezcla de angustia y nerviosismo que apenas le permitía pensar con claridad. El sol apenas había salido y ya sentía un nudo en el estómago. El partido, el evento más importante del semestre, sería a primera hora, y todos los estudiantes ya estaban en las gradas esperando expectantes. A medida que se acercaba al campo, podía sentir el peso de la responsabilidad, intensificando aún más su ansiedad.

El ambiente estaba cargado de tensión. El cielo estaba despejado, pero Sam apenas notaba la belleza de la mañana. Las voces de los estudiantes, mezcladas con risas y conversaciones animadas, creaban un murmullo constante que solo aumentaba su inquietud. Cada paso que daba hacia el vestuario sentía que sus pies eran de plomo, y su corazón latía con fuerza en su pecho, recordándole constantemente la conversación que estaba a punto de tener.

Al llegar al campo, divisó a Gaby entre la multitud. Ella estaba sentada en las gradas, rodeada de gente, pero parecía distante, absorta en sus propios pensamientos. El equipo ya se estaba preparando, ajustándose los uniformes y haciendo ejercicios de calentamiento. Sam sabía que no podía esperar más. Aprovechando un momento en el que nadie le prestaba demasiada atención, se acercó a Gaby. Sentía que cada mirada de los estudiantes era una carga más sobre sus hombros, pero reunió todo el valor que tenía.

—Gaby, necesito hablar contigo. Es urgente —le dijo, tratando de mantener su voz firme a pesar de los nervios.

Ella lo miró sorprendida, pero algo en su tono la hizo seguirlo sin preguntar. Se dirigieron hacia los vestidores, aprovechando que a esa hora ya estaban vacíos. Sam abrió la puerta y le hizo una señal para que entrara. El silencio del vestuario contrastaba con el bullicio de afuera, creando una atmósfera de tensión palpable.

Desde el principio fue claro: tenía que hablar de algo importante con ella, algo grave. Aunque la conciencia de Gaby estuviera limpia, una parte de ella estaba aterrada, ya que con la seriedad que no era habitual en él, sentía que lo peor podía pasar. Al llegar, Sam no esperó ni un segundo más. Ya no podía ocultarlo. Si su amistad se fracturaba irremediablemente por esto, lo entendería y no la juzgaría. Sabía que habían pasado por todo, pero eso no significaba que ante esto podría salirse con la suya. Se le partió el corazón al saber las consecuencias que sus actos podrían tener, y finalmente, reuniendo el coraje necesario, le confesó.

—Gaby, no iré con más rodeos. Estoy profundamente enamorado de Axel, y el viernes pasado me di cuenta de esto porque él me robó un beso. Te mentiría si te dijera que intenté pararlo, pero siendo honesto es que hizo que finalmente aclarara los sentimientos que tengo por él. De verdad, perdóname por hacerte esto. Eres la mejor amiga que he tenido. Mi intención nunca fue hacerte daño, y si me pides que me aleje, lo haré en cuanto me lo digas. Pero si no quieres seguir con esta amistad, lo entenderé completamente. Desde el fondo de mi corazón, quiero pedirte perdón, no para liberar mi conciencia, sino porque realmente estoy arrepentido por lo que hice. Pero, por favor, déjame enmendar mi error.

Gaby se quedó inmóvil; no podía creer lo que escuchaba. Trató de mantenerse serena, pero su rostro no podía ocultar el shock que esto le producía. Parecía que su mentón estaba a escasos centímetros de tocar el suelo. Sam, al ver su reacción, esperó lo peor. Cuando finalmente Gaby pudo articular unas cuantas palabras, le preguntó en un tono bastante consternado.

—¿Axel no te ha contado nada?

Al ver su cara de confusión, esta le aclaro:

—Sam, ya lo dejamos. Ya no estamos juntos.

En ese momento, Sam se sintió terrible. Creía que todo esto era su culpa, probablemente. Inmediatamente después de eso, Axel corrió para terminarla. No le quedó más duda; definitivamente debería ser eso. Así que inmediatamente comenzó a disculparse con una mezcla de arrepentimiento y paranoia. Ante esto, Gaby lo calló para poder explicar lo que realmente había pasado entre ellos.

—Han pasado semanas desde nuestra ruptura —dijo Gaby, mientras miraba a su alrededor, notando el eco en el vestidor vacío—. No terminamos ni bien ni mal, simplemente ya no había amor.

Sam se quedó en silencio, asimilando cada palabra. El ruido lejano de los alumnos en las gradas y el murmullo del equipo preparándose para el partido resonaban en el fondo, creando un contraste con la quietud del lugar donde estaban.

—Aunque no creo que en algún punto lo haya habido —continuó Gaby, con un suspiro—. Siendo honesta, era lo mejor para nosotros.

Sam observó sus manos temblorosas, tratando de encontrar las palabras para responder, pero Gaby siguió hablando, llenando el silencio con una mezcla de sinceridad y tristeza.

—Preferiría que simplemente pudiéramos ser buenos amigos, pero siento que sería bastante reciente; simplemente sería más prudente darnos nuestro espacio —Gaby hizo una pausa, su mirada se perdió en la distancia, como si buscara las palabras adecuadas en el aire—. Le traté de dejar en claro que, pasara lo que pasara, siempre trataría de apoyarlo. Lo que no entiendo es cómo sucedió esto entre ustedes dos; aunque siendo honesta, ya tenía bastantes sospechas por tu parte.

Sam quedó incrédulo con lo que estaba escuchando. Creyó que simplemente habían peleado y por eso ya no los veía juntos. Aunque, siendo francos, era bastante lógico, ya que una pelea de varias semanas debería de, como mínimo, levantar sospechas. Pero sobre todo, la última parte fue lo que lo tomó más desprevenido: ¿cómo que ella ya sospechaba acerca de sus sentimientos? ¿Desde cuándo? Y si era así, se sentía como un idiota por ser el último en enterarse.

—Aun así, sea como sea, perdóname. No sé por qué, pero me siento mal aun sabiendo que ya no están juntos. Me siento como una completa basura por los sentimientos que he desarrollado. Te he traicionado y... ya no quiero volver a perderte.

Gaby lo tomó de los hombros. No quería presionarlo, pero sí quería mostrarle lo que realmente sentía.

—¿Por qué me pides perdón cuando estás encontrando tu felicidad? Si realmente lo amas y eres correspondido, quiero que sepas que haré lo posible para apoyarlos a ambos. Solo quiero que sean felices, y si realmente lo amas, no dudes en contar con mi apoyo.

En eso, Gaby lo atrapó en un abrazo. Ambos comenzaron a llorar. Realmente era lo que necesitaban. Además, todo este tiempo ambos habían acumulado bastantes sentimientos, y finalmente, en ese abrazo, encontraron la comprensión y el apoyo del uno por el otro. Un poco más motivados, Gaby habló del elefante en la habitación.

—¿Estás listo para el partido, capitán?

Sam algo nervioso respondió:

—La verdad, sí. Te mentiría si te dijera que no me estoy muriendo del miedo, sobre todo ahora que se supone que debo ser su líder. Pero supongo que nadie empieza estando cien por ciento listo. Daré lo mejor de mí.

Después de eso, ambos regresaron a sus respectivos lugares. El equipo, nervioso al ver a Sam, inmediatamente corrieron todos hacia él, y bastante mortificados, le notificaron que solo les faltaba un integrante, el cual era Axel.

Amor a primer cuartoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora