14. Enfrentamiento

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De camino a la escuela, Axel estaba bastante cabizbajo. Su pelea lo había dejado bastante afectado y emocionalmente se sentía destrozado. Mientras estaba distraído en sus pensamientos, no notó que Gaby estaba cerca. Ella trató de llamar su atención sin mucho éxito hasta que decidió interceptarlo. Finalmente, logró captar su atención.

—Gaby, no te había visto —dijo Axel, algo avergonzado y apurado.

Gaby se percató de su apariencia cansada y se dio cuenta de que sus ojos estaban hinchados. Inmediatamente se preocupó y preguntó.

—¿Estas bien? Te ves terrible

Axel, incómodo, se tapó la cara y se excusó rápidamente.

—Solo son los nervios por el partido —dijo, intentando sonar despreocupado.

Gaby lo miró con escepticismo. No le creyó del todo, pero no quería presionarlo más. Decidió cambiar de tema para aliviar la tensión.

—Sabes, podríamos salir uno de estos días. Solo tú y yo. Podemos hablar y relajarnos un poco.

Axel frunció el ceño, claramente incómodo con la idea. No se veía muy convencido, pero de igual forma tuvo que aceptar, ya que tampoco pensaba evadir sus responsabilidades por tanto tiempo.

La conversación continuó de manera superficial, con Gaby esforzándose por mantener el ánimo ligero. Aunque Axel no se abrió completamente, agradeció el intento de Gaby por hacerlo sentir mejor. Mientras caminaban, Gaby no podía evitar sentir una preocupación persistente por su novio, pero decidió que por ahora, lo mejor era apoyarlo de la manera que pudiera, esperando que eventualmente se sintiera listo para compartir lo que realmente le afectaba.

Ese mismo día, tenían un partido en una escuela cercana, lo cual era bastante conveniente para Sam ya que recientemente se había quedado sin dinero y no tenía ni para el pasaje. Todo tenía una buena razón, se había comprado unos tenis nuevos y ahora se sentía imparable. La energía que emanaba era contagiosa y, al verlo, Axel cambió su estado de ánimo; parecía que le habían devuelto la energía.

Se lanzó con toda la seguridad del mundo para dar inicio al partido, sintiéndose invencible. Cada movimiento se sintió más ligero, cada pensamiento más enfocado en el juego y no en sus problemas personales. La cancha de baloncesto se convirtió en su santuario, un lugar donde podía dejar de lado todo lo que lo atormentaba. Pero justo cuando Axel estaba a punto de sumergirse completamente en el juego, Emilio pasó y lo empujó con el hombro, diciendo en tono burlesco.

—Hay perdón, no quería volverte a hacer llorar. Te voy a dar chance esta vez solo porque en la mañana te vi muy mal, pero ten cuidado, que para la próxima termino el trabajo que no pude terminar ese día.

El comentario de Emilio fue como un balde de agua fría. La seguridad que Axel había logrado reunir se desvaneció en un instante. Todo se había sumado de un problema a otro. Sam se percató del repentino cambio de humor de Axel y se sintió mortificado, ya que esto no era normal y, sobre todo, lo necesitaba al 100% ese día. No podían desperdiciar toda su práctica juntos, así que inmediatamente se acercó a él en busca de brindarle ayuda, lo tomó del brazo y le dijo.

—Axel, ¿está todo bien? Sea lo que sea que te atormente, sabes que estoy aquí para apoyarte. Pero sobre todo, necesito que estés aquí conmigo para que finalmente les demostremos de qué somos capaces.

Axel se sintió un poco aliviado por las palabras de apoyo de Sam, aunque casi de manera inmediata sintió que algo no le cuadraba. Su alivio se mezcló con una sensación de confusión y desconfianza. ¿Cómo podía Sam ser tan optimista y despreocupado cuando sabía perfectamente lo que había pasado?

Amor a primer cuartoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora