21. Un nuevo comienzo

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Todos se quedaron sin palabras, el silencio cayó sobre la cancha como una manta pesada. Los jugadores, los espectadores, y hasta los entrenadores quedaron completamente boquiabiertos, incapaces de procesar lo que acababan de presenciar. Los murmullos que habitualmente acompañaban cualquier acción en el juego se desvanecieron, sustituidos por una quietud casi irreal. Algunos se frotaban los ojos, incrédulos, mientras otros simplemente se quedaban con la boca abierta, sus miradas oscilando entre Axel y Sam como si estuvieran viendo algo imposible. El momento se prolongó, la tensión palpable en el aire, como si el tiempo mismo se hubiera congelado en esa fracción de segundo.

Pero entonces, como un rayo de luz que rompe a través de una tormenta, la voz de Vixi irrumpió en el silencio. Desde algún punto en la multitud, comenzó a gritar con entusiasmo. "¡Vamos, equipooo! ¡Esto es lo que somos! ¡Esto es lo que hacemos!" exclamó, su voz llena de una energía contagiosa. Su intervención fue tan abrupta que sacudió a todos de su trance. Los espectadores empezaron a reaccionar, y uno por uno, los murmullos de asombro se transformaron en vítores y aplausos.

Lo que había comenzado como un momento de asombro se transformó rápidamente en una fiesta improvisada, gracias a la rápida intervención de Vixi, quien había logrado unir a todos en un solo sentimiento de entusiasmo y alegría, cambiando el tono de la situación en un abrir y cerrar de ojos.

Para celebrar su triunfo, el grupo se reunió en un círculo para juntar las manos y festejar. En un momento inesperado, una mano familiar se unió al círculo: era la de Carlos, quien había llegado para celebrar una última vez con todo el equipo. Todos se emocionaron al verlo, estaban felices de que estuviera allí, aunque fuera por una última vez en la cancha. No obstante también estaban incrédulos de cómo era posible que se encontrara allí, no hizo falta que preguntaran, ya que Carlos se adelantó para responder sus dudas.

—Perdón por no haber podido jugar una última vez con ustedes. Estoy tan orgulloso de ustedes que tuve que ver una última vez con mis propios ojos a nuestro equipo, y qué mejor que ganando como los campeones que son. Si supieran la odisea que fue llegar hasta aquí... pero ahora vamos a tener tiempo para hablar. Reservé una mesa en nuestra pizzería favorita.

Ante esto, todos celebraron. Parecía que, aunque fuera por una última vez, podrían estar todos juntos celebrando como lo hacían antes. En ese instante, todas las enemistades se habían olvidado; no importaban las diferencias que los habían separado antes. Lo que importaba era que todos se habían esforzado y juntos lograron ser los mejores.

Mientras el público los rodeaba y ellos se iban acercando lentamente a la puerta, Axel se separó para buscar a alguien entre la multitud. Empezó a sentirse apresurado, ya que no quería quedarse atrás con los demás chicos, pero sabía que era ahora o nunca. Los chicos lo entenderían; él tenía que encontrar respuestas. Avisó al grupo que se adelantaran sin él, ya que tenía que ver a alguien muy importante. Sam, al escucharlo, se entristeció un poco al saber que Axel no los acompañaría, pero al ver su mirada, supo que era importante, así que de forma inesperada anunció a los chicos.

—Lo acompañaré. Ustedes estén al pendiente cuando lleguemos.

Todos se sorprendieron, especialmente Axel. El momento era muy importante para él, y sabía que si alguien debía acompañarlo, ese sería Sam.

Mientras intentaban abrirse paso entre la multitud, Axel parecía estar sin rumbo. Quería encontrar a su padre, pero no sabía exactamente dónde buscar. La intriga no lo dejaba pensar con claridad, por lo que era normal aventurarse sin un plan concreto. Cuanto más avanzaban entre la multitud, más se separaban Axel y Sam. Entonces, Sam tomó la mano de Axel para seguir juntos su camino. No sabían exactamente a dónde iban, aunque no quería romper la seriedad del momento.

Amor a primer cuartoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora