Nuevamente en el departamento de Lucian, pero ahora permanente mente.
Un extraño alivio sentí después de dejar mi antigua casa. Haciendo que me dé cuenta de que en realidad nunca la sentí como una verdadera.
El cariño, y el amor que supuestamente te tendrían que dar tu padres, ¿Dónde estaba eso?. Pues nunca supe lo que era.
Estoy sentada en la cama de Lucian me cambié el short y el suéter por una de sus camisas blanca. Había ido a buscarme un poco de agua, creo que tendríamos una charla pendiente.
Lo veo entrar a la habitación y sentarse justo frente a mi en la cama.
Tiene un pantalón gris, y una camisa negra holgada.
–¿Porque siempre estás solo?, no sé supone que deberías tener, nose, gente contigo o algo asi.
Me mira con una sonrisa ante mi tonta pregunta, me animé a empezar la conversación después de tomarme el vaso de agua.
–Es una gran ventaja el hecho de que no sepan quién verdaderamente soy pequeño ángel. –se saca la camisa negra.
No había prestando tanto atención a sus tatuajes pero tiene bastantes, más que todo en los brazos y todos son negro, creo ver una serpiente como en un brazo, son tatuajes pequeños pero se ven bonitos.
Se acuesta en la cama y me invita a acostarme a su lado y quedamos frente a frente, posa una mano en mi cadera sobando un poco.
–¿Que pretendes que seamos?.
–¿Que? –Me mira con confusión pero divertido.
–Si, ¿Pretendes que seamos novios?.
–¿Novios?.
–Si novios, ¿Nunca tuvistes una relación con alguien? –paso mi mano por su cabello.
Es tan suave.
–No creo que una relación se llame lo que hacía con ellas ángel.
abro los ojos como platos y el suelta una risa apretando su mano en mi cadera.
–Por Díos Lucian.
–Bien, bien, bien –Se rinde –No cariño no estuve nunca en una relación amorosa con nadie más.
–¿Entonces somos novios?.
Me mira con una sonrisa ladeada y se acerca más a mi.
–Somos lo que quieras que seamos ángel, tu novio, tu esposo, tu esclavo. Soy tuyo puede ser hacer conmigo lo que quieras solo tu.
Lucian es enigmático, pero algo que noto mucho en el, es que conmigo se desenvuelve un poco más, deja quella mascara dura y fría a un lado y se enfoca en mi. Sonríe para mí y por mi para mantenerme contenta.
Y eso me gusta.
(...)
Paso las manos por mis ojos bruscamente tratando de despertar, los abro y un techo de color blanco me da saluda. Me levanto y que sentada mientras bostezó, veo hacia un lado y sigo en la habitación de Lucian, pero el no se encuentra aquí.
Veo el reloj en la mesita de noche.
Nueve y media de la mañana, anoche Lucian y yo nos quedamos hasta tarde charlando cosas triviales y sobre nosotros mismo, le conté lo de la universidad y la carrera que quería estudiar. Y me ayudara a cambiarme.
Me levanto de la cama y me dirijo hacia el baño, veo mi reflejo en el espejo.
Tengo en cabello lacio aún pero maquillaje corrido en la cara, dormí con unas de las camisas blancas de esas formales de Lucian, y está un poco arrugada.
Enjuagó mi cara con agua, y hago mis necesidades, termino de cepillarme los dientes, con nervios, camino hacia la cocina.
Lucian se encuentra aparentemente cocinando algo sin camisa en la cocina, está dándome la espalda pero escucha mis pasos y voltea rápidamente.
Sonríe al verme.
–Buenos dias pequeño ángel
–Buenos días.
Lucian me invita a acercarme hacia el y me siento en una de las sillas altas, de la isla de la cocina.
Me pasan un plato amablemente con el desayuno y vaso con jugo, pero noto que es no tiene uno.
–¿No comerás? –Pregunto con timidez dándole un sorbo al jugo.
–No suelo desayunar en las mañanas.
–Pero es la comida más importante del día.
Me mira con una pequeña sonrisa.
–Todas las comidas son importantes Ángel. –Se inclina hacia mí y deposita un sueve pero corto besos en mis labios, me sorprendo un poco y siento mis mejillas tornarse rojas
Volteo la mirada hacia mi plato intentando calmar mis nervios.
–Tengo que salir un momento. –Lo escucho decir y lo miro a los ojos.
–Pero volveré en un rato, estaré al pendiente de ti.
–No te preocupes, ya encontraré algo que hacer. –Le sonrió.
Pone una mano sobre la mía dando un suave apretón, que aunque parece lo más insignificante, ese pequeño gesto hace que mi corazón se aceleré y ponerme nerviosa al instante.
Que manía con los nervios.
–El departamento es tuyo.
Me da una sonrisa y se aleja de mi para caminar hacia la habitación.