Inicio de curso:

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Llegué a la escuela de música. La entrada estaba decorada con notas musicales y un cartel que ponía: Music is live.
Respiré hondo y entré hacia el interior.

La escuela estaba dividida en derecha e izquierda y hacia delante había una escalera que conducían a una cafetería y hacia una sala para tocar instrumentos y grabar.

Me acerqué a recepción y me dieron las indicaciones básicas. Escuché atentamente las normas esenciales y el horario, que constaba con solo un descanso para comer entre las 12:00 y las 12:30 y tenía 7 asignaturas por día.

Y llegó el momento que más miedo me daba, no sólo por ser mi primer día en un sitio nuevo, también porque tenía que socializar.
Busqué mi clase, la segunda clase a la derecha, que era espaciosa y constaba con 15 alumnos.
Vislumbré a un grupo de chicas al entrar que estaban hablando entre ellas y me senté en una mesa cercana. Parecían majas y simpáticas, pero no me atrevía a saludarlas. Mi timidez de nuevo.

Esperé a que la clase iniciara y mientras no pude ignorar la conversación del grupo de chicas. Hablaban sobre las posibles canciones con las que harían un cover en un concurso para el siguiente mes. Me cayó bien una de ellas al decir que cantaría Another Love de Tom Odell, una de mis canciones favoritas. Esa misma chica era rubia con ojos azules y vestía con ropa cara aunque no era pija.

Empezó la clase con una presentación breve del futuro profesor que nos enseñaría a cantar, solfear... Era bastante simpático la hora que estuve con él y escuchaba a los alumnos cuando decían algo.

Cuando acabó la hora, el profesor se fue y me quedé esperando a que el siguiente profesor llegase. Pero me aburría y decidí acercarme al grupo de chicas. Una de ellas, pelirroja con ojos grises, me saludó nada más acercarme y se presentó. Se llamaba Anne, sin una e, como Ana de las Tejas Verdes.

-Como Ana de las Tejas Verdes.

-La misma- ella afirmó-¿Y tú eres?

-Cassie, Cassie Gilbert.

-Un placer.

-Igualmente.

En la conversación intervino la chica rubia de antes llamaba Sara, y otra chica que era su hermana cuyo nombre era Luna. Ambas fueron majísimas y pasé todo el descanso con ellas. Allí me enteré de que Luna había ganado un concurso de cantar, aunque su hermana también participó pero no la clasificaron.

Y antes de que empezaran otra vez las clases, decidí ir al baño. El problema vino después al equivocarme de baño, algo que nunca me había pasado antes. Pero antes de entrar en el baño equivocado, un chico con cabello negro como el chocolate, ojos azules claros y con buenos músculos, me detuvo.

-Che che che ¿A dónde vas, chica?- puso su mano en frente de mi cuerpo en señal de que me detuviera-. No puedes pasar- y señaló al cartel-. Pone solo hombres-se señaló a sí mismo para recalcar-. Como yo. Pero no tú.

Mi cara cambió a fusilarle con la mirada. ¿Quién se cree? Sé que me he equivocado pero no hay que decirlo así. Permanecí en silencio.

-No te pongas así. Era una broma-se rio suavemente-.Puedes entrar, pero no lo recomiendo. No querrás verme a mí... ya sabes -intentó ligar, pero era penoso, demasiado.

-Puaj. ¡No!

-¡Pero si habla y todo! -exclamó sobreactuando-. Qué regalito. Pero estás muy mona callada también...

Y entonces me pareció buen momento para terminar esto como un adulto. "Basta ya de estupideces, Cassie, que ya tienes 23". Y antes de que me alejara de ese joven insolente, un chaval de su misma edad, no menos de veinte, se acercó a mí.

-Ehhh, no sé qué está pasando aquí, pero mi hermano no quería decir esas cosas. ¿Verdad, hermano?

-Lo que tú digas- y suspiró.

El otro hermano era de su misma altura, sobre casi metro setenta, con ropa deportiva, pelo rubio con melenas a lo Thor y ojos grises, pero no era tan musculoso como su hermano.

Miré de nuevo al hermano moreno y éste se fue, sin más. Luego decidí ir al baño que me correspondía, pero antes el hermano rubio me agarró la mano.

-Espera... Siento lo de mi hermano de nuevo. No es muy amable y simpático- sonrió falsamente. Y luego se presentó:-. Soy Patroclo.

-Yo Cassie -sonreí inconscientemente.-Un placer entonces.

Él me sonrió igual que yo a él y luego, ya por fin, fui al baño.

El resto de las horas fue más tranquilo afortunadamente, sin ningún chico moreno y sin rastro de ese tal Patroclo.

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