Capítulo 13

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Nota: Escenas explícitas en este capítulo. Lean bajo su responsabilidad ;)

Hermione respiró profundamente, con la varita bien sujeta en la mano, mientras lanzaba un hechizo para abrir la puerta de la habitación de Draco. Estaba violando todos los posibles límites de educación que le habían enseñado sus padres, pero tenía que hacerlo.

La habitación parecía vacía, sin embargo, notó que la puerta del baño estaba entreabierta y escuchó el sonido de la ducha. 

Antes de poder dar un paso, Draco salió de imprevisto, vestido solo con un bóxer de seda gris, sosteniendo la varita y listo para atacar. Al verla a ella ahí, abrió los ojos y la boca, sin poder decir nada, totalmente sorprendido.

-Vine a decirte que me gustas, Draco. – afirmó Hermione con rotundidad, mirándolo a los ojos. – Lamento lo que pasó esta tarde. La verdad es que me gustabas antes y desde nuestro encuentro, me gustas aún más. Quisiera decirte que sé lo que va a pasar entre nosotros, pero no puedo asegurar nada y lo siento por eso también. Pero nunca me avergonzaría de ti, soy yo quien mancha tu linaje impecable y...

Pero él la interrumpió rodeándola con los brazos y besándola con furia. Ella le devolvió el beso enredando los dedos en el cabello rubio platino de él y poniéndose de puntillas para acercarse aún más al cuerpo masculino. Draco gimió sobre sus labios antes de separarse de ella.

-Necesito darme una ducha rápida. Estuve en una escena del crimen hace un rato.

-¿Una escena del crimen? – preguntó Hermione alzando una ceja.

-Es una larga historia. Te prometo que te lo contaré todo después. – afirmó Draco mientras tiraba de su mano en dirección al baño.

Antes de que Hermione pudiera decir una palabra, Draco comenzó a besarla una vez más, mientras la desnudaba. Hermione deslizó el bóxer de él, dejándolo caer al suelo, antes de entrar, enredados, bajo los chorros tibios.

Draco la empujó con delicadeza, dejando su espalda apoyada en la pared y se separó de su boca para bajar los labios por su cuello, mientras ella gemía y enredaba los dedos en su suave y húmedo cabello rubio. Llegando a los senos, se detuvo, mientras lamía con adoración uno de los pezones, para después introducirlo por completo en su boca y succionar. 

Ella gritó, invadida por oleadas de placer que se acumulaban en su centro. Draco bajó la mano con la que pellizcaba el otro pezón rosado y dejó vagar sus dedos entre los pliegues de Hermione, que movió las caderas, buscando un ritmo que pudiera apagar el fuego que había crecido en su interior.

Él bajó aún más, arrodillándose entre sus piernas y mirándola a los ojos mientras acercaba su boca al ansioso clítoris inflamado, rozándolo ligeramente con la lengua, para después lamerla por completo mientras ella se estremecía. Introdujo dos dedos en su interior, curvándolos ligeramente y bombeó varias veces sin dejar de mover la lengua. Ella gritó y le arañó el cuero cabelludo mientras él aumentaba el ritmo de sus caricias hasta que orgasmo la sacudió.

Se hubiera caído al suelo si Draco no la hubiera sostenido, mientras las oleadas de placer se aplacaban. Aún lánguida, dejó que el la alzara en brazos, colocando las manos debajo de sus nalgas e introduciéndose en ella con toda su longitud de una sola embestida. Gimió, entre el placer y el dolor, enroscando las piernas alrededor de sus caderas, mientras él se movía con suavidad buscando su boca para besarla.

Hermione paladeó su propio sabor en la lengua de él, que se mantenía prácticamente quieto, dejando que las paredes interiores de ella se ajustaran a su tamaño.

-Más...- gimió Hermione sobre su boca y Draco gruñó modificando el ritmo.

Embistió con fuerza repetidamente hasta que sintió las paredes de Hermione estremecerse alrededor de su miembro y vio como ella dejaba los ojos en blanco por un instante, sin fuerzas para hacer nada más que gemir. Aquella era la imagen más erótica que Draco había visto en su vida. Con ese pensamiento, se dejó arrastrar por el placer y la inundó con su semilla.

Un rato después, descansaban completamente desnudos en la cama, con los brazos y las piernas enredados. Draco acariciaba despacio el hombro de ella, mientras Hermione, con su pequeña mano en el pecho de él, se asombraba, una vez más con la blancura marmórea de su piel.

-Draco – murmuró ella.

-Mmmmm

-¿Me vas a contar lo de la escena del crimen que mencionaste?

-Creo que no te cansé lo suficiente, debo estar perdiendo mi toque. – respondió él con una sonrisa.

-No voy a inflar aún más ese ego gigantesco que tienes. Cuéntame o no podré dormir.

-Me gusta mucho la idea de que no duermas – dijo Draco mientras dejaba vagar su mano acariciándole el lateral de un pecho.

Hermione sonrió también y lo besó.

-Cuéntame. ¿Quién murió? ¿Por eso vino Carolina a buscarte?

Draco se volteó a mirarla a los ojos, intentando dilucidar si había alguna duda en la mirada de ella. Una vez que solo encontró curiosidad, asintió satisfecho.

-Encontraron muerto a uno de los estudiantes desaparecidos, una jovencita, en realidad. – comenzó Draco, pasando a contarle toda la historia, desde la nota de Carolina hasta lo que había hablado con el equipo de Aurores al regresar. Sólo no había podido ver a Theo y a ella. – Mañana iremos con el grupo brasileño a rastrear la zona, quizás encontremos algo.

-Luna me contó algunas cosas interesantes también – comentó ella, pasando a contarle lo que había hablado con su amiga. -¿No la viste al regresar? Me dijo que se quedaría aquí, la dejé en la cena con Nott.

-¿Con Theo? – preguntó Draco, con curiosidad.

-Exacto, él prometió que le haría compañía en mi lugar. – respondió Hermione.

-Seguramente los veremos mañana. Ahora creo que es mejor que durmamos un poco. – murmuró Draco.

-Pensé que me querías bien despierta, Malfoy. ¿Ya se te agotaron las energías? – preguntó Hermione, desenredándose de él y bajando sobre su cuerpo hasta alcanzar una parte de su anatomía que ya comenzaba a reaccionar. Lo agarró con la mano, bombeando con delicadeza, mientras Draco cerraba los ojos y apretaba las manos, convirtiéndolas en puños.

Hermione se sintió poderosa y lamió el glande, introduciéndolo completamente en su boca, sin dejar de mover la mano sobre la erección de Draco. Lo mantuvo así durante varios minutos, acelerando el ritmo por momentos, haciéndolo gemir, mientras se deleitaba con su sabor y la textura de su piel. Sentía su entrepierna completamente mojada, así que llevó su otra mano hasta el clítoris, para acariciarlo con movimientos circulares sin dejar de bombear aquella dureza.

Draco la detuvo, indicándole que se colocara sobre él, sosteniéndose con las rodillas a cada lado de su rostro y con las manos a los lados de las caderas masculinas. Cuando Hermione se acomodó en esa posición, completamente nueva para ella, Draco la atrajo y comenzó a lamer sus pliegues húmedos.

-Sigue, preciosa, no te detengas – susurró con la voz ronca, mientras le indicaba su enorme erección con una mano. Hermione se había quedado inmóvil con las oleadas de placer que la sacudieron cuando Draco comenzó su asedio.

Bajó la cabeza, regresando a lo que estaba haciendo antes del cambio de posición y recuperó el ritmo, estremeciéndose mientras él azotaba su clítoris con la lengua. Aquello era terriblemente placentero para Hermione, que aceleró las caricias de su boca y de una de sus manos sobre su erección, mientras sentía como su propio orgasmo se iba formando en su vientre. Se estremeció de placer y sintió como goteaba sobre la lengua de Draco cuando las oleadas la sacudían una y otra vez y él se derramaba en su boca con fuerza, gruñendo.

Segunda Oportunidad (Dramione)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora