Capítulo 31

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Harry pasó puntualmente por su oficina a recogerla para almorzar. Ese día le apetecía algo más consistente que una ensalada, quizás una hamburguesa con doble ración de queso. Se le hizo la boca agua nada más de pensarlo.

Había intercambiado unas notas con Pansy durante la mañana, faltaba una semana para el cumpleaños de Draco y ella estaba planeando algo especial. Le parecía buena idea hacerle una pequeña fiesta sorpresa, con todos sus amigos cercanos, así también les presentaban a Caelum, que ya estaría mucho más acostumbrado a esa nueva vida.

Pensar en su hijo siempre la hacía feliz. Cada día era más risueño y ruidoso, casi no quedaba nada de aquel pequeñito temeroso de hacía unas semanas. Estaba saludable y ganando peso adecuadamente, además, ya no tenía anemia.

Se despidió de su secretaria, que llevaba unos días actuando un poco rara, pero como era tan joven, Hermione lo asoció a que quizás, estaba enamorada. Había leído el periódico de esa mañana y aunque inicialmente se sintió ofendida, después no pudo evitar reír a carcajadas ante la sarta de barbaridades que había declarado Rita Skeeter, esa vieja cucaracha no perdía la maña de meterse con ella. Le enviaría un frasco vacío, para refrescarle la memoria.

Harry y ella conversaban animadamente durante el almuerzo, mientras disfrutaban de sendas hamburguesas, cuando Hermione comenzó a sentirse mal. Le sobrevino un mareo tan violento, que si Harry no huera estado a su lado para sostenerla, hubiera caído directamente contra el suelo producto de la inconciencia.

Harry la tomó en brazos y se apareció con ella en San Mungo. Apenas la había depositado en una camilla cuando Hermione abrió los ojos, consciente nuevamente.

-¿Qué paso, Harry? - preguntó mientras varios medimagos la rodeaban, trasladándola a una habitación.

-No lo sé, Herms, estábamos hablando y te desmayaste. - respondió, siguiéndolos.

-No llames a Draco aún, por favor. Sabes dónde está ahora y no quiero someterlo a un estrés mayor. Además, esto solo es cansancio. -dijo ella.

Los doctores le indicaron a Harry que abandonara la habitación para poder revisarla, aplicando hechizos de diagnóstico sobre ella, que se veía ciertamente pálida. Aunque estaba preocupado, entendía que Draco estaba reunido con sus padres y Hermione ya estaba siendo atendida. Estaba esperando pacientemente a que los medimagos salieran cuando un ligero ¨plop¨ le anunció la aparición de un elfo doméstico.

-Amo Harry, el ama Ginny está de parto. - anunció.

Harry palideció al momento.

-Gracias por avisarme, Willow. ¿Dónde está? - preguntó, cuando encontró su voz nuevamente.

-Ya Walda y yo la trasladamos al hospital. Está aquí mismo, en el piso superior, amo Harry. - informó el elfo haciendo una reverencia. Desapareció con otro ¨plop¨ y Harry se encaminó a paso veloz, al encuentro de su esposa, olvidando por un instante que su mejor amiga también estaba internada.

***

-Bien señorita Granger, está usted en perfecto estado de salud. - anunció la medimaga principal que la había atendido. Hermione estaba recostada en la cama, con la misma ropa con la que había llegado. Los restantes médicos habían regresado a sus tareas.

-¿Entonces, es sólo agotamiento, doctora? - preguntó.

-Oh, no. Enhorabuena. Está usted embarazada.

Si Hermione hubiera sido una mujer impresionable, se habría desmayado de nuevo en ese instante. Sin embargo, solo atinó a mirar a la otra bruja con los ojos y la boca abiertos, mientras digería la noticia.

-No puede ser. - concluyó. - Debe haber algún error. Yo no puedo... es decir, yo nunca...

-No hay error alguno, mire. - dijo la medimaga, agitando su varita y provocando que del vientre de Hermione se elevara una luz dorada y el sonido veloz de un corazón. - Ahí está su bebé. Tiene cinco semanas de embarazo.

Ella comenzó a llorar de la emoción. Estaba embarazada, ella y Draco tendrían un bebé. ¡Oh, Por Merlín! ¡Ahora tenía dos hijos! Llevó sus manos hasta su vientre, aún plano, acariciándolo con cariño mientras imaginaba a un pequeño niño de cabellos rubios blanquecinos y ojos grises, como su padre. No podía esperar a contarle a Draco. Si tenía cinco semanas, significaba que había salido embarazada la primera vez que estuvieron juntos, el día del aniversario de la Batalla de Hogwarts.

-Hay una serie de estudios que debemos hacerle y debe comenzar a tomar varias pociones específicas. La remitiré a un medimago especialista en el área para el seguimiento necesario, aunque, hasta ahora, está perfectamente bien. Le recomiendo no aparecerse, sobre todo si tiene náuseas o mareos, para evitar una despartición que puede ser peligrosa para el feto. Use preferentemente la red Flu para trasladarse. Aunque sí puede participar en apariciones conjuntas siempre y cuando las haga otra persona.

Hermione asentía atendiendo a las explicaciones de la medimaga, aunque su cerebro estaba desconectado, pensando en Draco y cómo le diría que serían padres ¡de nuevo! El pequeño Caelum tendría un hermano antes de lo previsto, y si Ginny estaba en lo cierto, después de esta noticia, seguramente él le pediría matrimonio. Esperaría a su cumpleaños y ese sería su regalo especial. Cuando la doctora la dejó sola, indicándole que podía irse notó, por primera vez, que no había señales de Harry.

Envió un Patronus a su amigo, quien llegó a su habitación en pocos minutos, bastante agitado.

-¡Ginny está de parto! - exclamó, visiblemente emocionado.

-¡Oh, Harry! Eso es maravilloso. Voy contigo a esperar.

-No, tienes que descansar, Herms. Disculpa por haberme ido así, Willow me avisó y me puse nervioso. ¿Qué dijeron los medimagos? - preguntó, visiblemente preocupado.

-Que estoy en perfecto estado, solo debo cuidarme un poco más. - respondió, evasiva, no quería que nadie supiera la noticia antes que Draco.

Harry la miró, sospechando, pero su inquietud duró solo un par de segundos, mientras su mente regresó con Ginny y su hijo por nacer.

-¡Vamos! - exclamó Hermione, instándolo a guiarla para esperar con él en el ala de maternidad de San Mungo.

Cuando llegaron, una parte de los Weasley esperaban en el pasillo. Molly se había quedado con el pequeño James, pero Ron y Arthur estaban ahí. Hermione no pudo evitar sentirse un poco nerviosa frente al que había sido su esposo durante muchos años. Lo vio enrojecer ligeramente cuando ella y Harry se acercaron, denotando que él también estaba incómodo por ese encuentro.

-Hola, querida. - saludó Arthur y la abrazó con calidez. - Mírate que hermosa estás.

-Muchas gracias, señor Weasley. - respondió ella, sonrojada.

-Hola Herms. - saludó Ron.

-Hola, Ronald. - respondió ella, tomando asiento en una de las incomodas sillas del pasillo frente a la habitación donde se encontraba Ginny. Ron se sentó a su lado.

-Leí que tú y Malfoy... - comenzó, pero se interrumpió cuando ella lo miró a los ojos con el ceño fruncido.

Harry, notando la tensión en el ambiente y previendo que Hermione le diera alguna respuesta brutal a su amigo, le indicó con un gesto que se levantara y él tomó asiento entre ambos. Hermione suspiró despacio, estaba comenzando a sentirse mareada una vez más.

Por un momento imaginó como, dentro de unos meses, ella estaría en una habitación similar dando a luz a su hijo y de Draco. Pero tenía miedo, porque todo estaba siendo demasiado rápido.

Ella se enorgullecía de ser una persona cuidadosa y planificada, que no dejaba nada al azar y, sin embargo, ahí estaba, embarazada después de lo que pudo haber sido un encuentro fugaz con su antiguo enemigo de la infancia. Le preocupaba también la reacción de Draco porque, si bien era cierto que se conocían desde hacía casi dos décadas, su relación apenas era incipiente.

Ginny podría estar equivocada y que él no quisiera asumir esa responsabilidad. Un terrible nudo se asentó en su estómago ante esa posibilidad, y tuvo que respirar despacio varias veces para aflojarlo.

Segunda Oportunidad (Dramione)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora