capítulo 4

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Habían pasado ya dos semanas desde que Charles se había mudado a Monte-Carlo, a pesar de que habían pasado solo 14 días, el joven había hecho amigos, bueno ya tenía tres amigos, gran avance

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Habían pasado ya dos semanas desde que Charles se había mudado a Monte-Carlo, a pesar de que habían pasado solo 14 días, el joven había hecho amigos, bueno ya tenía tres amigos, gran avance. había entrado al instituto y parecía que su vida en esa nueva ciudad iba a ser bastante buena.

—¡Mamá, voy a salir!—Gritó ya en la puerta de su casa.

—¿A dónde vas Charles? — le preguntó su madre con curiosidad.

—A dar un paseo y a comprar algo, no tardo. —dijo antes de salir por la puerta y meter ambas manos en sus bolsillos.

Mientras tanto, en una situación no tan favorecedora, estaba el joven Sainz, quien estaba residiendo aún en la casa de su mejor amigo, Lando.

—¿A dónde vas? —le preguntó Carlos, viendo como el Britanico caminaba hacia la puerta, ya listo para salir.

—Iré por un café, ¿vienés? —le dijo, tratando de ser cortés.

—Lo preguntas porque quieres que salgamos como en los viejos tiempos o porque no confías en dejarme solo en tu casa. —dijo Carlos riendo mientras se levantaba del sofá.

—-Ambas diría yo—Respondió el menor saliendo junto a su amigo— Ni se porque soy tu amigo, Carlos—bromeó el menor, de camino a la cafetería, estaba a unas pocas calles y el clima era bueno para una linda caminata.

—Porque lo somos desde pequeños—aclaró el mayor, colocándose un gorro color negro sobre su cabeza, el frio era lo suficiente para hacer que su piel se erizara. 

—Bien, ¿estás sobrio? —preguntó el más bajo.

—Si, una semana sin tomar alcohol. —dijo sonriendo con suficiencia.

—¿No has probado la hierba? —musito Lando, Carlos solo bajó la vista y semi sonrió

—Esa es mi debilidad, ayer probé un poco, pero nada por hoy. — chasqueo la lengua en señal de disgusto.

—Bien, no te puedo culpar una vez que se inicia, nunca se puede acabar. —dicho esto, abrió la puerta del local, habían llegado ya, y no les vendría mal un café.

—Pídelos, yo voy a la mesa. —dijo Carlos mientras veía a Lando asentir y dirigirse a la barra, el local estaba algo lleno, más que lo usual, logró conseguir una mesa disponible, se sentó en la misma y comenzó a golpear la madera con sus dedos.

“Maldita ansiedad” Pensó.

—¿Está ocupado? — habló alguien al costado de él, así que se dio la vuelta levemente sobre su asiento para ver de quien era la dulce voz.

—Eh... no, puedes sentarte. — respondió Carlos al pequeño chico, ya lo había visto anteriormente en el parque. El chico se sentó en la mesa con su café en mano y lo observó dándole un sorbo, Carlos no contuvo su mirada, veía como el chico se llevaba el vaso a la boca y solamente fue sacado bruscamente de su letargo cuando el mismo, le hablo.

—Disculpa, ¿Nos conocemos de algún lado?— habló el menor, Carlos solo levanto la mirada, sus ojos viéndolo directamente, puso un poco más de atención a la pregunta.

—Creo que no—mintió, relajándose en su asiento.

—Bien, creo haberte visto en el parque ¿me equivoco? —le dijo bebiendo de su café, Carlos sonrió levemente, él no solía sonreír, al menos no de esa manera.

— Si, creo que debes olvidarlo, ese día estaba hecho un desastre—Charles arrugó el ceño, ahora que lo recordaba, el sujeto estaba ebrio y drogado aquel día, ahora se miraba diferente, tenía puesto un gorro que cubría su cabello, pero seguía teniendo los ojos rojos, un poco menos que antes, pero aun así rojos.

—Ya están los cafés, nos vamos.

Grito Lando desde la barra, Carlos asintió levemente y sin pensarlo dos veces le dedicó una pequeña sonrisa al chico sentado a su lado

— Bien, me voy—habló Carlos caminando hacia la barra, yendo por su café. Charles lo miró caminar y levantó una ceja, era misterioso aquel chico. Regresó su vista al frente y bebió algo más de su café, de pronto sintió una presencia detrás suyo, giró la cabeza y ahí estaba de nuevo.

—Por cierto, soy Carlos—le dijo sin darle oportunidad de responder, se alejó al lado del chico con el que llegó. El monegasco solo pudo dejar su boca entreabierta, apunto de decirle "yo soy Charles", pero el chico se adelantó y para cuando quiso hablar ya estaba afuera, caminando, con aire despreocupado.

—Calos…— susurro suavemente, equivocándose al pronunciar su nombre, para después beber su café en silencio.

—¿Con quien charlabas? —Pregunto el britanico cuando recién llegaron a la casa.

—Solo un chico que por casualidad ya lo había visto — dijo tirándose sobre el sofá, bebió un poca más del cafe.

—Que bien. —Musito el menor de los dos, sentándose a un lado.

—No tan bien, fue vergonzoso, él me vio cuando estaba ebrio y drogado, eso no está muy bien- dijo Carlos tomando de su café.

—¿Desde cuándo te importa si te ven drogado o no? —Preguntó Lando, quien bebió otro sorbo de su cafe.

—Desde ahora Lando— hablo —Ya no quiero que nadie me vea así, y no quiero drogarme más. —Lando sonrió.

—Tienes buenas intenciones, ojalá las cumplas. —Carlos sonrió de lado y siguió con su café, por un minuto pensó que, quizá, las cosas empezaban a calmarse, él podría superar esa depresión que en su corazón se resguardaba, dejaría la droga de una vez por todas, por que raramente, se sentía bien, y decía raro porque había sonreído dos veces en el día y solo lo hacia cuando estaba verdaderamente feliz, sin drogas.

“Quiero ser feliz sin mierda metida en mi cuerpo”


“Quiero ser feliz sin mierda metida en mi cuerpo”

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𝑌𝑜𝑢 𝐺𝑒𝑡 𝑀𝑒 𝑆𝑜 𝐻𝑖𝑔ℎ - 𝐵𝑦 𝐴𝑛𝑑𝑟𝑒́𝑠 || ᴄʜᴀʀʟᴏsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora