Capítulo 17: Esperanza

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Martin abrió lentamente los ojos, sintiendo una punzada aguda en todo su cuerpo. La luz del techo del hospital era cegadora, y las sombras de las luces pasaban rápidamente, creando un patrón hipnótico mientras lo llevaban por el pasillo. El sonido de los pasos apresurados de los médicos y el eco de las ruedas de la camilla resonaban en sus oídos, un recordatorio constante de la urgencia de su situación.

Los fragmentos de voces preocupadas y órdenes claras de los médicos se entrelazaban en un murmullo caótico alrededor de él. Sentía las manos firmes pero cuidadosas de los profesionales que intentaban estabilizarlo. Sus propios pensamientos estaban envueltos en una niebla de confusión y dolor, mientras trataba de aferrarse a la realidad.

Un médico inclinó la cabeza hacia él, mirándolo a los ojos con una mezcla de determinación y compasión. Le hablaba, pero las palabras llegaban a Martin como a través de un túnel distante, desvaneciéndose antes de que pudiera comprenderlas completamente. El dolor era una constante en todo su ser, pero había una claridad repentina en su mente: Chiara.

El recuerdo del accidente era borroso, un mosaico de imágenes y sonidos que se entremezclaban en su mente. Recordaba el sonido ensordecedor del coche, el impacto brutal y el sentimiento de impotencia absoluta mientras él y Chiara eran lanzados por los aires. Intentó mover los labios, decir su nombre, pero las palabras no salían.

La camilla giró bruscamente, y Martin sintió un cambio en el entorno. Las luces del techo cambiaron, indicando que habían entrado en una nueva sección del hospital. La velocidad con la que se movían le hacía sentir aún más desorientado. Cada segundo que pasaba parecía alargarse en una eternidad de incertidumbre.

Intentó concentrarse en las caras de los médicos, buscar algún indicio de esperanza o consuelo en sus expresiones. Pero sus rostros estaban enfocados en su tarea, su preocupación era palpable, pero sus emociones estaban cuidadosamente contenidas. Martin cerró los ojos por un momento, tratando de bloquear el ruido y el dolor, aferrándose a la imagen de Chiara, esperando que ella estuviera a salvo, rezando para que ella también estuviera luchando, en algún lugar cercano.

Mientras la camilla se detenía finalmente, y el equipo médico se preparaba para intervenir, Martin dejó que una sola lágrima rodara por su mejilla, una mezcla de miedo, dolor y esperanza. Se dejó llevar por la oscuridad que amenazaba con envolverlo, confiando en que, de alguna manera, saldrían de esta situación, juntos.

La sala de espera del hospital estaba repleta, una mezcla de personas con expresiones de angustia y ansiedad. El ambiente estaba cargado de una tensión casi palpable. Juanjo y Violeta estaban sentados en el suelo, sus cuerpos encorvados y sus miradas fijas en sus manos, que aún tenían manchas de sangre. La imagen de Martin y Chiara siendo arrollados seguía repitiéndose en sus mentes, como una pesadilla de la que no podían despertar.

Ruslana y Denna se mantenían cerca, pero en silencio. Sus rostros reflejaban una mezcla de preocupación y tristeza. Miraban a Juanjo y Violeta, pero sus ojos estaban vidriosos, perdidos en pensamientos oscuros y temores. El peso de la situación parecía aplastarles, dejándolos inmóviles, incapaces de encontrar palabras que pudieran aliviar el dolor de sus amigos.

El único sonido en la sala era el zumbido bajo de las luces fluorescentes y el murmullo distante de otras conversaciones. La espera se hacía interminable, cada minuto arrastrándose como una eternidad. La realidad del accidente y la gravedad de las heridas de Martin y Chiara se cernían sobre ellos como una nube oscura, envolviéndolos en una desoladora incertidumbre.

De repente, la puerta de la sala de espera se abrió, rompiendo el pesado silencio. Rebeca entró, su rostro pálido y sus ojos llenos de preocupación. Apenas había procesado lo que había pasado, era su hijo, casi sus hijos, los que estaban dentro. Poco después, Emma también llegó, su expresión reflejando el mismo pánico y la misma urgencia.

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