Epílogo

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Chiara despertó. La alarma le estaba sonando. Se estiró para apagarla, pero chocó contra el cuerpo de su novia, provocando que ésta también se despertase. Violeta le miró con una sonrisa, con la típica sonrisa mañanera con la que miras a tu pareja. Se dieron los buenos días y un tierno beso. Les hubiera encantado quedarse en la cama, pero la puerta se abrió de golpe. Una niña de seis años entraba saltando de golpe a la cama de ambas.

— ¡Mami! ¡Mamá! — exclamó la niña con entusiasmo, lanzándose entre ellas y riendo con alegría.

Chiara y Violeta rieron y abrazaron a la pequeña, envolviéndola con cariño.

— Buenos días, pequeña, — dijo Violeta, acariciando el cabello de la niña. — Feliz cumpleaños.

— Feliz cumpleaños mi vida. ¿Estás lista para un día divertido? — preguntó Chiara, sonriendo a su hija.

— ¡Sí! — respondió la niña, sus ojos brillando de emoción.

Chiara y Violeta compartieron una mirada cómplice, sintiendo una oleada de felicidad y gratitud. A pesar de todo lo que habían pasado, esos momentos de amor y alegría les recordaban lo afortunadas que eran. La vida había seguido adelante, y ellas habían construido una familia llena de amor y esperanza.

— Vamos a preparar el desayuno, — dijo Violeta, levantándose de la cama y extendiendo la mano a la niña.

Chiara las siguió, sintiendo una calidez en el corazón al ver a su pequeña familia empezar el día juntas.

La niña salió disparada hacia la cocina. En el pasillo, Chiara se detuvo de golpe a mirar una foto enmarcada que había ahí, al lado de muchas otras fotos. Pero vio justo una. Una de ella y de Martin cuando tenía la edad de su hija. Se quedó mirando la foto, los recuerdos inundando su mente.

Violeta notó que Chiara se había detenido y se acercó a abrazarla por detrás, envolviéndola con sus brazos y apoyando su cabeza en el hombro de Chiara.

— ¿Estás bien? — preguntó Violeta suavemente.

Chiara asintió, sin dejar de mirar la foto.

— Sí, es solo que... el tiempo pasa muy rápido. ¿Sabes? — Su voz temblaba ligeramente. — Lo extraño.

Violeta apretó su abrazo, dándole un beso en la mejilla.

— Lo sé, amor. – escucharon un ruido proveniente de la cocina, algo o mejor dicho, varias cosas se habían caído. — Hija tuya tenía que ser... venga, vamos a hacerle el desayuno a Martina que hay que preparar todo para su cumpleaños.

— Cuando aprenda a cocinar le vas a enseñar tú. — Tomó aire profundamente y miró a Violeta con una sonrisa. — Vamos, nuestra hija nos espera.

Violeta asintió y juntas caminaron hacia la cocina, donde la niña las esperaba con entusiasmo.

Lo cierto es que pasaron diez años desde aquel accidente. Diez años desde que Natalia les arruinó lo que sería su primera cita. Diez años desde que Chiara tuvo que luchar por su vida en el hospital. Diez años desde aquel momento que aún vive en la cabeza de todos.

Violeta notó cómo Chiara perdía el hilo en más de una conversación, cómo de repente parecía hundirse en sus pensamientos, en sus recuerdos.

— ¿Has vuelto a tener pesadillas no? – preguntó la pelirroja acariciando la mejilla de la ojiverde. Tras diez años juntas era difícil no saber leer a su mujer.

— Sí... hace mucho no las tenía. – confesó la morena. – Hace un año que no las tengo, pero hoy... no sé qué ha pasado, he vuelto a revivir todo.

Lost of my LifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora