Capítulo 3: Nuevos amigos

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[4 años después]

Violeta y Juanjo llegaban tarde al primer día de clases, para impresión de nadie, Violeta estaba tardando maquillandose y Juanjo simplemente se despertó tarde.

— Hódar te llevo esperando diez minutos – Juanjo puso el teléfono en manos libres mientras terminaba de vestirse.

— No mientas, seguro recién estás terminando. – Violeta le conocía demasiado bien.

— Hazte el puñetero eyeliner de una vez y ¡baja!

— Cómo te vayas sin mí te mato Juan José. – Violeta colgó y se echó perfume.

Bajó rápido para tomarse un café y poder despedirse a tiempo de su madre.

— Te quiero mamá. – Violeta se acercó para darle un beso.

— Portate bien, no quiero otro año de llamadas constantes. – Susana estaba harta de tener que firmar hojas de castigo que le ponían a su hija.

Si de por sí la escuela fue un caos con los vecinos, el instituto aumentó el odio que se tenían y por ende, los castigos.

— Saluda a Juanjo de mi parte.

Violeta sonrió y salió de clase, como si de una película se tratase, salieron a la vez de sus casas encontrándose de frente. Pero para sus desgracias, no eran los únicos que llegaban tarde.

Martin y Chiara también salían con prisas de sus respectivas casas. Lo último que querían eran tener que compartir trayecto.

Violeta cruzó la calle para poder ir al asfalto de Juanjo. Chiara hizo lo mismo para estar con Martin. Iban en la misma dirección pero en calles paralelas, con tal de no hablar les servía.

— Sólo espero que este año todo sea más relajado. – Juanjo suspiró. – Tantos castigos van a terminar dañando mi expediente.

— Porque tu expediente es muy importante para un futuro cantante.

— Claro que sí.

— Tengo un buen presentimiento de este año. – dijo Violeta. — ¿Hoy estará tu prima?

— Sí, llegó a tiempo al final, así que estará.

La prima de Juanjo, Ruslana, llegaba nueva a la ciudad, se pasó casi toda su vida en Canarias y por el trabajo de su padre terminó en una nueva ciudad. Por suerte fue en la de su primo, lo que le facilitó mucho las cosas.

Violeta tiene un ligero recuerdo de Ruslana, vinieron de visita una Navidad, cuando tenían nueve años. Era una chica muy inquieta, pero muy amable, según Juanjo no había cambiado en nada, seguía siendo el torbellino de la familia.

En la acera de enfrente la conversación era algo diferente.

— Cada día la odio más, se maquilla un poco, se arregla y se cree superior a todo el mundo. – Chiara miraba de reojo a Violeta.

— Deberías relajarte un poco, curso nuevo vida nueva. – respondió Martin.

— Tin, odias a Juanjo igual que yo, no te pega eso de "relax"

— Porque lo que me hizo no tiene perdón. – dijo Martin indignado.

— Han pasado cuatro años.

— Sigue afectando. A pesar de haber pasado cuatro años hay personas del colegio que siguen llamándome de todo. – se quejó el chico.

Martin nunca olvidará el lunes siguiente al cumpleaños de Juanjo. Intentó ignorar durante el fin de semana aquella nota que le dejó el vecino, pero al llegar a clase todo se sintió como una película de Stephen King.

Lost of my LifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora