Capítulo 19 (Final): Odio vestir de negro

2.8K 121 95
                                    

Cada día es una batalla. Te levantas de la cama porque tienes que hacerlo, pero cada paso es pesado, cada movimiento es una lucha. La comida no tiene sabor, el sol no tiene calor, la música no tiene melodía. Todo es un recordatorio de lo que falta, de la ausencia que lo envuelve todo.

Intentas encontrar consuelo en las personas que te rodean, pero ellos tampoco saben qué decir. Lo intentan, claro, con palabras bien intencionadas que suenan vacías: "Lo siento", "Está en un lugar mejor", "El tiempo lo cura todo". Pero nada de eso ayuda, nada de eso puede llenar el vacío que sientes.

Y entonces, cuando menos lo esperas, llega la culpa. Te preguntas si pudiste haber hecho algo diferente, si pudiste haber dicho algo más, si pudiste haber estado más presente. Te culpas por no haber valorado lo suficiente esos momentos, por no haber apreciado cada segundo como si fuera el último. Y esa culpa, ese remordimiento, es una carga que parece imposible de soltar.

Con el tiempo, la tormenta empieza a calmarse. No desaparece, nunca desaparece del todo, pero se vuelve más manejable. Te acostumbras a la ausencia, te acostumbras al dolor. Empiezas a encontrar pequeños destellos de luz en medio de la oscuridad, momentos en los que puedes recordar sin llorar, momentos en los que puedes hablar de ellos sin sentir que te estás desmoronando.

Aprendes a vivir con el dolor, a llevarlo contigo como una cicatriz que siempre estará ahí, recordándote lo que has perdido, pero también lo que has tenido.

Empiezas a entender que el amor que compartiste no se ha ido del todo. Vive en ti, en los recuerdos que atesoras, en las historias que cuentas, en la forma en que esa persona te ha cambiado para siempre. Porque aunque ya no están físicamente contigo, su impacto en tu vida es indeleble. Te enseñaron a amar, a ser vulnerable, a apreciar las cosas pequeñas. Y eso, aunque duela, es un regalo que nunca perderás.

Pero hay días, días oscuros y solitarios, en los que el dolor regresa con una fuerza brutal. En esos días, te permites sentirlo todo, te permites llorar, gritar, estar enojado. Porque perder a alguien que amas es devastador, y es normal sentir que el mundo se ha vuelto un lugar más frío y menos colorido sin ellos.

Te das cuenta de que está bien no estar bien. Está bien extrañarles, está bien sentirte perdido. No hay un camino correcto para el duelo, cada uno lo vive de una manera distinta. Lo importante es que encuentres tu forma de seguir adelante, tu forma de honrar su memoria y de continuar con tu vida.

Nadie te avisa, nadie te advierte, nadie te prepara para perder a alguien a quien amas con todo tu corazón. Pero a través del dolor, a través de las lágrimas, descubres una verdad profunda: el amor que compartiste fue real, fue hermoso y sigue viviendo en ti. Aunque duele, aunque es difícil, aunque a veces parece insoportable, ese amor es lo que te da la fuerza para seguir adelante, para vivir de una manera que honre su memoria y que celebre la vida que compartieron.

En medio del dolor, encuentras la fuerza para seguir adelante. Encuentras la capacidad de recordar sin lágrimas, de hablar sin dolor, de vivir sin miedo. Y en ese proceso, descubres que el amor, a pesar de todo, siempre prevalece.

Se miró al espejo, unas manos rodearon su cintura, se sintió a salvo pero seguía sintiendo que se iba a desvanecer en cualquier momento.

- Odio tener que vestirme de negro, sobretodo para esta ocasión.

- Yo también odio el negro.

- No quiero ir.

- Todo irá bien amor. - la pelirroja dejó un beso en el hombro de la ojiverde. - Todo saldrá bien Kiki.

- No puedo despedirme de él. - los ojos de Chiara empezaron a cristalizarse.

- Lo sé amor, lo sé. - Violeta la abrazó intentando transmitirle toda su fuerza, aunque a la pelirroja le quedaba poca, ella tampoco estaba lista para decirle adiós a Martin.

Lost of my LifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora