u n o.

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- ¡Tyler, por favor, basta! - gritó la madre del chico.

La mente de Tyler estaba en otro lado, no lograba coordinar sus pensamientos por más que lo intentara, parecía encerrado en su propia mente. Sus sentidos lo torturaban poco a poco, perforando su mente. Matándolo a cada segundo.

Deberías morir ya, la hartas, no le importas a nadie.

Su mente lo torturaba. Hacia unos meses, su trastorno se había tornado en depresivo, sólo lo empeoraba.

- ¡Tyler, necesito que me oigas! - su madre gritaba desesperada al notar que su hijo se encontraba más perdido que nunca. - ¡Tyler!

El chico sólo la miraba, no podía hablar.

Su madre salió corriendo de la habitación en busca de ayuda. El pequeño detalle hizo sentir mucho peor a Tyler.

Su mente comenzaba a darle punzadas, comenzó a temblar y no podía controlarlo. Comenzó a ver sombras alrededor de la habitación y los gritos salían de su boca inesperadamente.

No había tenido episodios desde hacía varios meses, este era el más severo.

- ¡Tyler! - gritó Zack, su hermano. - Vamos, tranquilo.

Lo acercó a su pecho y comenzó a tallar su cabeza con calma sin importarle los gritos desesperados de Tyler.

Poco a poco, Zack logró tranquilizar a su hermano, sólo el sabía como regresarlo a la "normalidad".

Después de un rato, Tyler se quedó dormido en el regazo de Zack. Lo cargó entre sus brazos y lo arropó en su cama. La tranquilidad había regresado y Zack y su madre esperaban que así se quedara por bastante tiempo.

[...]

- Buenos días, cariño. - tocó su madre a la puerta.

- Buenos días, ¿podrías cerrar la puerta?, la luz me está molestando un poco. - mintió el chico con los ojos entrecerrados. Sólo quería permanecer en la soledad, como todos los días.

Su madre asintió un poco triste y cerró con tranquilidad.

Tyler restregó un poco sus ojos y se sentó en la orilla de su cama. Miró a su alrededor, su cuarto era deprimente. Oscuro. Frío.

El chico se dirigió a su piano y tocó algunas teclas al azar. Era fanático de escribir canciones y pequeños fragmentos con sentido poético en sus tiempos libres. Le encantaba, pero sentía que no era lo suficientemente bueno, prefería mantenerlo en secreto.

Se sentó en el pequeño banquillo y siguió tocando unas notas de una nueva canción que había escrito hacia unas noches, se titula "Ode to sleep".

Why am I not scared in the morning,
I don't hear those voices calling,
I must have kicked them out, I must have kicked them out,
I swear I heard demons yelling,
Those crazy words they were spelling,
They told me I was gone, they told me I was gone.

But I'll tell them,
Why won't you let me go?
Do I threaten all your plans, I'm insignificant,
Please tell them you have no plans for me,
I will set my soul on fire, what have I become?
I'll tell them.

Su voz tenía un tono especial, no era común. Su puerta se abrió, haciendo que el chico se detuviera en seco, nervioso.

- ¿Tyler? - era su hermano. - ¿Esa canción es nueva?

- Sí. - murmuró tímidamente el chico sin levantar la mirada. Su propia familia lo atemorizaba.

Zack entró en la habitación y cerró la puerta, volviendo a la oscuridad.

Tyler devolvió la mirada a las teclas de su piano y apretó los labios. Su hermano siempre había estado ahí para apoyarlo; sin embargo, sentía que era más que por compromiso que por amor.

Una lágrima corrió por la mejilla de Tyler. Zack lo notó.

- Hey, Ty, ¿por qué no tocas un poco para mi?

Tyler lo miró con asombro y asintió con una pequeña sonrisa.

Siguió tocando tímidamente la canción de hacía unos momentos. Sus dedos temblaban al igual que su voz, no estaba acostumbrado a tener espectadores. Temía equivocarse y echarlo todo a perder.

Deja de tratar de impresionarlo, tan sólo lo aburres.

Tyler paró de tocar, confundiendo a Zack.

- ¿Por qué dejas de tocar, Ty? - preguntó preocupado al ver que su hermano comenzaba a morder sus uñas, nervioso.

- Me he cansado y tengo algo de sueño, quizá re escriba la canción...

- ¡No!, ¿Por qué harías eso?, es muy buena.

Tan sólo lo dice por compromiso, eres peor que pésimo.

- ¡Basta! - gritó el chico. - ¡Déjame en paz!

Tyler colocó sus manos en ambos oídos y se balanceaba en el banquillo desesperado. Los gritos comenzaron de nuevo y lágrimas caían por sus mejillas desenfrenadamente.

Zack colocó su mano sobre el hombro de su hermano, pero no parecía estar funcionando. Se levantó corriendo hacia unas repisas que habían en el cuarto de Tyler. Tomó un bote que contenía los sedantes para tranquilizar a Tyler. Le tendió un par y se las dio.

Tyler las tomó con mucha dificultad y se calmó diciendo repetidamente la frase "El ha vuelto, el me quiere muerto".

n/a tyler en multimedia

Esquizofrenia. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora