Una victoria y una pérdida

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Hurrem estaba en la sala principal hablando con un arquitecto para una nueva mezquita, hospital y Fundación de ayuda a los pobres.
Cuando Hatice llegó, el hombre se fue.

Hurrem: Sultana, Bienvenida.

Hatice: ¿Te has nombrado
Madre Sultana?

Hurrem: No sabía que era necesario ser Madre Sultana para realizar buenas labores.

Hatice: ¿Y tu a quién le has echo bien hasta ahora?

Mihrimah no podía soportar escuchar sus voces, se levanto y fue a ver a Firuze que hace dos días no salia de sus aposentos.

Mihrimah: Firuze.

Firuze: Sultana.

Mihrimah: ¿Por qué no has salido?

Firuze: Espero a que el Sultán decida qué hacer conmigo. Si me enviará devuelta a Persia o no.

Mihrimah se acercó a Firuze y agarro sus manos para tranquilizarla.

Mihrimah: Tranquila, el Sultán no te enviará devuelta.

Firuze: ¿Está segura?

Mihrimah: Sé que logre colocar en su cabeza la idea de perdonarte y capaz incluso se case conmigo.

Firuze: ¿Enserio, Sultana?

Mihrimah: Sé que todo saldrá cómo lo planee.

En ese momento El Sultán entro a los aposentos, Mihrimah y Firuze se separaron y hicieron una reverencia.
La seriedad y el silencio de Soleiman hizo pensar a Mihrimah que todo se había acabado.

Soleiman: Qué bueno que las encuentro a las dos juntas.

Firuze: Mi señor.

Soleiman: He decidido que no volverás a Persia, al contrario te quedarás aquí y te casarsarás conmigo.

Firuze: ¡¿Enserio?!

Firuze sonrió y después abrazo fuertemente al sultán, él le dio un beso en la frente y después miró a Mihrimah.

Mihrimah: Me alegro mucho por ustedes.

Firuze: Gracias, Sultana. Es todo gracias a usted.

Soleiman: Hija, necesito que me acompañes a ver a tu madre.

Mihrimah: Cómo usted ordene.

Mihrimah caminó atrás de su padre y contuvo su alegría pero no pudo evitar sonreír de oreja a oreja.
Cuando llegaron a la sala principal el Sultán ordenó que todos se fueran y qué solo Hurrem se quedé.

Hurrem: Sultán.

Soleiman: Hurrem, solicitó el divorcio.

Hurrem: No, por favor.
Usted es mi amor.

Soleiman: Ese amor ya se murió.

Hurrem: Por favor no lo haga.

Soleiman: Me divorcio, me divorcio,
Me divorcio.

Hurrem se derrumbó tanto que cayo al piso y lloro desconsoladamente.
Susurraba algunas palabras pero por su llanto no se entendió qué decía.

El Sultán en completo silencio se fue, Mihrimah antes de irse miró con satisfacción a su madre derrotada y sonrió. Ya fuera de la sala Mihrimah abrazo a su padre para darle un poco de apoyo.

No todo es amor [Mihrimah y Ibrahim]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora