8. Te lo prometo

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Victoria:

— ¡¿Qué hiciste que?! — El grito de Carolina a través de la bocina de mi teléfono me ensordeció un poco.

Estaba intentando abrir la puerta del airbnb con una mano mientras sostenía el celular con la otra. Mi ropa goteaba restos de lluvias en el suelo y mis mocos resonaban por todo el pasillo desierto, no había parado de llorar todo el camino de regreso y ya había llegado al punto de que me empezara a doler la cabeza por tanto llanto.

Me esperé hasta estar adentro para contestarle, no parecía que alguien afuera pudiera escucharme pero no quería arriesgarme. Dejé mi mochila en la mesa y me tiré en el sillón mientras pensaba en qué contestarle. Ni siquiera yo terminaba de comprender que acababa de pasar.

— ¿Nunca haz soñado con él?

— ¡Claro que lo he hecho! Yo y todas sus fans, no es algo raro. — Intenté pensar en los sueños por un momento, siempre estuvo escuchándome porque lo soñaba cuando me sentía realmente mal, aunque hubo un sueño que... — No tiene sentido. — Fue todo lo que fui capaz de concluir.

— ¿Qué es lo que no tiene sentido? — Preguntó un poco molesta, ¿harta, tal vez?

— No lo sé, todo. ¿Por qué tanta interés en mí? ¿Cómo es que supo todas esas cosas? — Me callé unos segundos y dije la duda que más requebraba en mi cabeza. — Habiendo tantas otras mujeres, ¿por qué yo?

El silenció reinó por unos momentos, al menos en la habitación, mi cabeza aún era un relajo.

— No olvidé mi telefono en el restaurante, los quise dejar un rato a solas. 

— ¿Por qué hiciste eso? — Si ella no se hubiera regresado, Humbe no hubiera pedido mi número y nada de esto hubiera pasado.

— ¿No te diste cuenta como te miraba? 

Me reí con ironía.

— No es cierto, es solo que él tiene una mirada coqueta.

— No, no era una mirada coqueta. Era una mirada llena de ilusión, como de alguien que sabe que acaba de encontrar algo valioso.

— Basta, por favor. — Las lágrimas empezaron a asomarse de nuevo. — No necesito que alimentes esto.

— Si te das cuenta que tu inseguridad es hacia ti, no hacia él, ¿verdad?


Cuando terminé de hablar con ella, me quedé llorando, sabía que necesitaba quitarme la ropa empapada pero me sentía drenada.

Me encuentro arriba de un árbol, escucho un grito que me pide que baje pero sé que no debo hacerlo.

Le doy una rápida mirada hacia abajo y a pesar de que le tengo miedo a las alturas, lo que me asusta es ver a la persona que me dio la vida ahí parada, con los ojos ardiendo de enojo, rabia pura que sé que está dirigida a mí, nunca ha sido diferente, nunca me miró de otra manera.

Me digo a mi misma que estoy a salvo, que soy una adulta y que no es capaz de hacerme daño, al menos no como antes, pero aunque mi cerebro lo entiende, mi cuerpo es incapaz de moverse.

Ella hace varios intentos por llegar a mí, lleva el pelo corto, poco más arriba de los hombros, por la delgadez de su cara puedo suponer que ha estado consumiendo otra vez.

Cuando me siento peligrosamente dentro de su alcance, intento escalar más, subo dos ramas sin problemas pero cometo el estúpido error de mirar hacia abajo y la veo casi sujetando mi pie. Intento apresurarme lo que provoca que mi agarré de la siguiente rama falle, todas las ramas que había subido hasta el momento empiezan a pasar delante de mí mientras voy cayendo.

𝑹𝑬𝑴, solo es un sueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora