21.

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Humberto:


— ¿Estás poniendo atención?

— Sí. — No lo estaba.

Me estaba esforzando pero no lograba concentrarme en la plática.

— Entonces... ¿qué te parecen los arreglos? — Insistió Paulina.

— ¿Qué arreglos? — Pregunté antes de darme cuenta de mi error, cerré los ojos al verme descubierto y ella simplemente rió.

— Traes la cabeza en otro lugar. — Dijo negando con la cabeza, divertida.

— Perdón, es que estoy pensando en mi novia. — Me sentí un poco mal porque no había notado cuanto tiempo llevaba hablando, solamente pensaba en Victoria en el hospital y en cuánto me gustaría estar ahí.

Ella sonrió con ternura.

— ¿La extrañas mucho cuando te vas?

— Es que es la primera vez que salgo de la ciudad desde que vivimos juntos.

— ¿Viven juntos? — Preguntó sorprendida.

No sé por qué dije eso, quise decir desde que ella vive en mi ciudad pero se me hizo largo de explicar y en ese momento no tenía ganas de hablar mucho.

Así que simplemente asentí.

No era totalmente mentira, prácticamente siempre estaba durmiendo en su casa y ya he ido dejando ropa en su casa poco a poco.

Mi próxima misión es dejar un cepillo de dientes y mi perfume en el baño.

— Wow, no sabía que iban tan enserio.

— ¿A qué te refieres? — Fruncí un poco el ceño, confundido.

— Bueno, pensé que llevaban poco tiempo juntos.

— Algunos meses pero no fue algo que forzamos, ¿sabes? Simplemente sucedió.

— Eso es lindo. — En ese momento, tocaron la puerta y asoma la cabeza Carlos. Es raro verlo no siendo la sombra de Fernando.

— ¿Podemos hablar en privado? — Me pregunta mirando a Paulina, ella incómoda se levanta para salir pero la detengo.

— Hablaremos afuera, no te preocupes. — Estabámos en un estudio de la disquera, no en su oficina. Ella no tenía por qué ser quien se fuera.

Me levanté del sillón afelpado y caminé con él hacia el pasillo.

— ¿Qué pasa? — No entendía que hacía aquí, él era de relaciones públicas y no tenía nada que andar haciendo en un estudio de grabación.

— Fernando te anda buscando, dice que no le respondes las llamadas.

— ¿Por eso viniste hasta acá? — Me esforcé por no resoplar. — Ahorita no tengo cabeza para lidiar con él, le devolveré la llamada después.

Me giré para volver a entrar al cuarto de estudio y tomé el pomo de la puerta.

— Sí, me mandó a recorrer media ciudad solo para decirte eso. — No fue sarcasmo. Su tono con ironía me causó intriga. — Pero si fuera solo eso, te lo hubiera dicho enfrente de Paulina. Hay algo más que te quiero decir.

Volví a mi vista hacia él, era un hombre bastante bajo, siempre procuraba mantenerme unos metros alejado cuando hablabámos porque no me gustaba la sensación de verlo hacia abajo.

𝑹𝑬𝑴, solo es un sueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora