𝑹𝑬𝑴, solo es un sueño

17. Héctor y Ramón

Humberto:

Pensaba aún en mi sueño mientras Victoria me acariciaba el cabello. Es una de mis pesadillas más recurrentes y no puedo arrancar ese miedo de dar todo lo que soy y aún así no ser suficientemente.

Que Victoria lo hubiera presenciado lo hizo de alguna manera peor y mejor a la vez, ya no tenía que reconfortarme a mí mismo pero al mismo tiempo hacía que el miedo se sintiera más real. 

Ahora había otra persona a la que no quería decepcionar.

El audio de "fantasmas" que publicamos en Tiktok le ha estado yendo relativamente bien, pero eso no asegura nada. Además, el equipo está molesto porque no seguí las indicaciones.

Me froté la cara un poco desesperado en un intento de aplazar esos pensamientos, ya me ocuparía de esas preocupaciones en una hora decente.

Me acomodé de lado y Victoria se acomodó detrás de mí, estaba mi cabeza aún un remolino cuando empiezo a sentir su mano sobre mi rostro, no uno ni dos dedos, sino los cinco paseando por mi cara completa de manera un poco juguetona pero a la vez delicada.

— ¿Qué haces? — Le pregunté riéndome de su compartamiento tan raro.

— Memorizo tu cara.

— ¿Por? — Me giré a verla divertido.

Ella sonrió.

— No sé, me puse a pensar en una realidad o algún futuro donde no tuviera la capacidad de ver, si sería capaz de reconocerte en la oscuridad.

Me causó tanta ternura que estuviera pensando en eso.

— A ver, ven aquí. — Cerré mis ojos y empecé a tocar su rostro también, odiaba que lo hicieran pero por primera vez no se quejó. — ¿Y mi voz? Si cierras los ojos, ¿eres capaz de distinguirla?

— Encontraría un murmullo tuyo en un mar de gente.

— Encontraría tu olor en un basurero. — Ella frunció el ceño un momento para luego soltar una risa.

— Empiezo a dudar que en realidad escribas tus canciones.

— Encontraría tu voz entre 100 gatos haciendo gritos de apareamiento. — Seguí diciendo para molestarla.

— ¿Me amarías si yo gimiera así? — Soltamos una carcajada nomás de imaginarlo, me parecía hermoso como no hace más de cinco minutos estaba llorando y ahora lloraba pero de risa, no me costó nada volver a sentirme completo.

— Obvio. Te amaría aunque te comieras los mocos.

Ella puso cara de asco.

— Te amaría y te besaría aunque acabaras de comer fritos de chorizo.

— Buen intento, pero sigue ganando lo mío. — Le dije

Seguía riéndome y luego la observé unos segundos, como la luna le pegaba sobre el rostro y hacía que sus ojos se vieran un poco más oscuros. Ni así dejaban de verse tiernos.

— Te amaría mi alma aunque mi cabeza deje de pensar, aunque ya no me encuentre aquí.

Su cara se transformó totalmente de una risa a una cara de sorpresa para luego darme una sonrisa.

— Estoy segura que nos amamos en más de un universo. 

Se acercó a mí y enterró su cara en mi cuello. — Ya te creo que escribes tus canciones.

— ¡Soy súper romántico! — Me reí.

— Tienes tus momentos.

— Hablando de eso, he estado pensando y quiero darnos una escapada.