18. Que casualidad

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Maratón
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Narra Betty

Qué pasaría si... ¿Me encuentro con él?

¿Me pondría nerviosa por verlo después de tantos años? ¿O no me importaría?

Ha pasado bastante tiempo, han pasado muchas cosas... Sólo con decir que estuve casada con el padre de mi hija y que ahora ella tiene catorce años es suficiente para explicar cuanto ha pasado.

La última vez que lo vi fue un año después de terminar la preparatoria, aquí en Riverdale. Nos reunimos para celebrar la navidad junto a nuestros padres, pero luego de que mi mamá y Fp se separaron no volvimos a tener excusas para vernos.

El se quedó en New York, siendo exitoso, mientras que yo, luego de terminar de estudiar periodismo en Yale, volví a Riverdale para encargarme del heraldo con mi madre.

Ya han pasado diecisiete años desde la última vez que lo vi... Pero supongo que nunca lo olvidé o lo superé por completo.

Esa misma tarde fui al heraldo luego de almorzar con mi hija, y al llegar, vi que estaban metiendo y sacando un montón de cosas, como de construcción, del local de al lado.

- Buenas tardes. -saludé a una chica que parecía que dirigía la obra, ya que estaba recostada de la puerta del heraldo.

- Buenas tardes. -dijo sin levantar su mirada de las hojas en sus manos. Al ver que no me iba, lo hizo. - Ah, -miró la puerta y luego las llaves en mis manos. - ¡Lo siento! -se disculpó y se hizo a un lado.

Yo reí. - No te preocupes. -dije pasando la llave y abrí la puerta. - ¿Eres la encargada? -señalé el local a un lado.

- Ah, si. -asintió. - Pronto tendrás una empresa vecina aquí... -informó. - En un mes, más o menos.

- No suena mal. -sonreí. - A Riverdale le falta expandir su mercado.

- Así es. -asintió.

Yo encendí la luz y le di una última sonrisa. - Bueno, debo trabajar. -reí. - Hasta luego.

- Byee, feliz tarde. -me sonrió también.

Entré y encendí todas las luces. La verdad ya a esta hora todos se habían ido, pero yo necesitaba despejar un poco mi mente (dejar de pensar en él) así que decidí venir a trabajar un poco y adelantar las cosas que tenía pendientes por los días que no vine mientras estuve enferma.

Días después llegué al heraldo como de costumbre muy temprano luego de dejar a mi hija en la escuela. Yo siempre era la primera en llegar, porque legalmente el horario comenzaba en media hora.

Pero es que, ¿Que iba a hacer yo en media hora en mi casa? Lo que podía pasar es que la cama se volviera mi tentación y me quedara dormida hasta el mediodía.

No era una opción, así que siempre llegaba media hora antes y abría todo. Mientras abría el candado, vi que la misma chica del otro día bajó de un auto y comenzó a abrir el local que estaban remodelando al lado.

- Hola de nuevo. -me saludó.

Yo reí. - Hola. -moví mi mano. - Trabajando desde temprano, eh.

- Mi jefe es un poco amargado. -admitió con una risita algo burlona. - Me explota.

Yo reí. - Bueno, la mía no, pero tengo una hija y debo acomodarme a sus horarios. -me encogí de hombros.

Destinados | Bughead | +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora