22. Invitación

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Narra Betty

Días después yo estaba comprando la comida del mes junto a mi hija, yo llevaba el carrito mientras ella me seguía por los pasillos leyendo la lista que siempre usábamos.

- Bueno, ma, como te decía.

¿Acaso esta niña nunca guarda silencio?

No, nunca lo hace. Parece un pájaro loco.

- En literatura nos pidieron comenzar a leer un libro para hacer un trabajo al final del año, y vale el 60% de toda la materia. -suspiró. - Sabes que no me gusta mucho leer, pero como era algo obligatorio y luego de buscar mucho rato en la biblioteca, encontré un libro de romance, ¡Y no sabes! -exclamó. - Me encanta la pareja, el chico es literalmente un sueño. -suspiró. - Y ahora... Ahora todos los chicos me parecen estúpidos porque nadie le llegaría a los talones al protagonista del libro. -admitió.

Sonreí. - Está bien que leas, hija, tal vez puede ser un nuevo hobbie. -dije tomando una bolsa de pan.

Ella asintió. - Tal vez... Pero bueno, estuve pensando y el cumplido más "lindo" que me han dicho es que estoy muy linda o que mis ojos son bonito... ¿Pero él? El le escribe cartas de amor cada día, siempre que piensa en ella le escribe un poema. Es escritor, por cierto.

Solté una risita. - Suena bonito.

- ¿Te han escrito poemas, ma?

- No. -negué. - Pero cartas de amor si.

- ¿Papá?

Negué. - No. Un novio que tuve en preparatoria... Él era escritor también.

- ¡¿Que?! ¡No puede ser! -chilló con emoción. - ¿Entonces me recomiendas tener un novio escritor?

Solté una risa ante su pregunta y la emoción. - Tal vez. Todo depende de tus gustos, hija, solamente te pido que no rebajes tus estándares por nadie. -la aconsejé. - No te obligues a estar con nadie nunca.

Ella asintió. - Está bien, ma, pensaré en eso mientras busco a mi novio escritor.

Yo volví a reír y cuando estaba por decirle otra cosa, una voz detrás de nosotras nos interrumpió.

- ¿Betty?

Ambas volteamos, y mientras mi hija miraba la escena expectante, yo me sorprendí e inmediatamente me puse nerviosa pero lo disimulé lo más que pude.

- Jug, hola. -lo saludé con una pequeña sonrisa mientras el se acercaba con otro carrito.

El miró a mi hija y le sonrió. - Tu debes ser Julieta.

Ella asintió y estiró su mano para estrecharla con la de él. - Sip, yo te vi a ti en la escuela.

- Bueno, es un gusto conocerte, Julieta, tu madre y yo... -pensó unos segundos. - Fuimos grandes amigos.

Obviamente fuimos mucho más que eso... Pero agradecía que haya omitido el dato de que estuvimos juntos.

- Así es. -intervine.

Jughead estaba por decirme algo pero Julieta miró la lista en sus manos y exclamó algo de repente, sorprendiéndome. - ¡El yogur, ma! Casi lo olvidamos.

La miré mal. - Julieta, no grites. -la reté.

Jughead soltó una risa y ella lo miró. - Fue un gusto, señor Jones... Iré a buscar mi yogur. -dijo y se fue.

Ahora toda la atención de él estaba sobre mi, y yo sentí que quería hacer dos cosas: o salir corriendo y huir, o abrazarlo como si no hubiera mañana.

Claramente no iba a hacer la segunda, pero tampoco podía hacer la primera opción, así que solo sufrí y controlé mis nervios y me quedé frente a él, esperando que el rompiera el silencio.

- Ya me dieron las llaves de la casa y mañana terminan de traer mis últimas cosas de New York... -confesó.

Sonreí. - Que bueno, Jug, me alegro por ti.

- Gracia... Eh, bueno, todos mis amigos son de New York, Ileana también estará allá porque no siempre estará aquí en Riverdale y ninguno puede viajar para el fin de semana, y como la verdad no tengo con quien compartir aquí en Riverdale, pensé que podías ir el viernes a cenar a mi casa.

Me sorprendí un poco, pero logré contenerme. - Por supuesto Juggi- Jug. -me corregí. - Sería un gusto ser la primera en conocer tu casa. -sonrei.

El también sonrió. - Bien... Entonces te envío la dirección y la hora luego, ¿Si?

Asentí. - Claro.

El se despidió moviendo su mano y se fue por otro pasillo, segundos después, mi hija volvió.

- ¿Ma? Ya los encontré. -dejó dos cajas en el carrito. - Hay de fresa, mora y piña. -señaló.

Asentí saliendo de mis pensamientos y la miré. - Entonces, ¿Segura de que no falta nada? -le pregunté.

Ella asintió. - Segurísima.

Sonreí. - Bien, entonces vamos a pagar.

Luego de pagar y llevar todas las bolsas al auto, ambas subimos y mientras yo lo encendía, vi a Jughead salir del supermercado.

Suspiré. ¿Como podía estar tan guapo?

La emoción de saber que en tres días estaría sola con el en su casa me invadió. Sabía que no iba a pasar nada, pero aún así, no podía evitar estar emocionada.

Tan emocionada como cuando teníamos 17 y me invitaba a citas.

- ¡Mamá!

- ¿Ah? -la miré.

- Arranca. -dijo obvia.

Asentí dándome cuenta de que me había quedado, de nuevo, hipnotizada por él y conduje fuera de ahí, con dirección a mi casa.



















¡Holi!

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Los amo.

Espero que les guste! ✨


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⏰ Última actualización: Oct 23 ⏰

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