ᴷᵉⁿᵐᵃ (ʰᵃⁱᵏʸᵘᵘ)

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Era un dia nublado, los chicos de Nekoma se encontraban jugando un partido amistoso. Después de mucho sudor, risas y una que otra caída, los chicos finalizaron el juego.

-¿Cómo les fue?-preguntaste con una sonrisa.

Todos los chicos, menos Kenma, se acercaron a hablarte y a comentar el partido. El rubio, por su parte, solo giró los ojos y se alejó, acción que notaste de inmediato.

Cuando los chicos comenzaron a irse, agarraste el brazo de Kuroo, llevándolo a otra parte.

-¿Puedo hacerte una pregunta?
-Ya la hiciste-Sonrió el pelinegro.

Lo miraste un poco enojada, susurrando un "esto es serio".

-¿Le caigo mal a Kenma?
-Si, te detesta.

¡Que directo!

-Gracias Kuroo, supongo.

Tras escuchar esas palabras, te quedaste en blanco. Decidiste salir del gimnasio, para tratar de despejarte un poco. Luego comenzaste a caminar a tu casa, te pusiste tus audífonos y te sumergiste en la música.

Alguien tocó tu hombro, un escalofrio recorrió tu cuerpo, te sacaste los audífonos y te diste la vuelta.

-¿Caminarás sola hasta tu casa?-dijo con un poco de fastidio.
-Si, no queda muy lejos-evadiste su mirada.
-Esta oscuro, dile a alguien que te acompañe.
-No, esta bien. No vivo lejos.

Luego de eso te diste la vuelta y comenzaste a caminar. Sentiste unos pasos y luego a alguien a tu lado.

-Te acompañaré-dijo un poco enojado.

Ambos permanecieron en un incómodo silencio, el sonido de uno que otro pájaro les hacía compañía de vez en cuando.

Una gota cayó en tu nariz, seguida de muchas más. Estaba comenzando a llover. Sin pensarlo mucho, agarraste la mano del rubio y comenzaste a correr ya que tu casa quedaba cerca.

Llegaste, miraste la mano del rubio y la tuya, la soltaste rápidamente y abriste la puerta.

Fuiste a buscar una toalla, ropa de cambio y un secador de pelo. Le pasaste la toalla y, luego de que se lo secara un poco, encendiste el secador. Su cabello estaba bastante mojado, así que ayudaste a secarlo.

La expresión del chico era una entre fastidio y vergüenza. Luego de terminar, musitó un pequeño "gracias".

-No sé cuando terminará de llover, así que prepararé algo mientras te cambias. ¿de qué tienes ganas?
-Estoy bien así-evitó tu atenta mirada.
-Esa no fue mi pregunta-suspiraste.

el estómago de Kenma comenzó a hacer ruido, dejándolo avergonzado.

-Hm... fideos estaría bien-dijo secamente.

Te dirigiste a la cocina y, en la puerta, te diste la vuelta para informarle que en el living había una consola y le indicaste la ubicación del baño.

Mientras cocinabas los fideos, Kenma estaba en el baño cambiándose. El chico no puedo evitar sentir el aroma de tu ropa, aroma que le agradó. Ese pensamiento lo hizo sonrojar un poco.

Media hora después, los fideos estaban listos. Le serviste un plato y se lo diste. El chico los probó, y lamentó que estuvieran muy buenos, cosa que evidentemente no te dijo.

-¿quieres algo para beber?
-agua estaría bien-comentó.

Luego de servirle el agua, te dirigiste hacia el baño, para darte una ducha. Regresaste a la cocina con el cabello mojado y decidiste prepararte un té. Kenma sintió tu presencia en la cocina y, sin saber porque, decidió ir.

Te diste la vuelta para encontrar al chico mirándote, ambos se veían avergonzados. Tu, porque te había visto en pijama y él, porque te diste cuenta de que te estaba mirando.

-¿n-necesitas algo?
-uhm.. ¿un té?-fue la primera excusa que se le ocurrió.

Comenzaste a prepararle el té y, cuando se lo entregaste, notaste que estaba muy rojo.

-¿tienes fiebre?
-¿ah? no, estoy bien-dijo avergonzado.
-Pero estás caliente-tocaste su
frente-vamos a tomarte la temperatura.

Después de unas cuantas quejas, conseguiste llevarlo a tu habitación y le pasaste el termómetro. Minutos después, el aparato indicó cierto grado de fiebre.

-Quítate la ropa-te sonrojaste luego de notar la forma tan directa en que se lo pediste.
-esta bien, pero no me mires.

Cerraste los ojos, con un sonrojo en tus mejillas, para luego dirigirte a la puerta y cerrarla.

Cuando terminó, volviste a entrar y le pusiste un paño húmedo en la frente. Te sentaste en una silla, cerca de la cama.

-¿Te vas a quedar ahí?
-Si, por si pasa algo.
-¿no estarás incómoda?

Un breve silencio se hizo presente.

-Eso no importa-sonreiste.
-Si importa, ven-hizo palmaditas, indicándo que te sentaras.
-pero-

Te interrumpió.

-Sin peros.

Finalmente te sentaste a su lado y le hiciste cariño en el pelo, cosa que lo hizo relajarse y posteriormente, dormirse.

Su cara se fue relajando, su expresión era incluso de ¿agrado?

Ambos no durmieron muy bien. Tu, cuidándolo y él, sintiendose mal debido a la fiebre.

Esa noche lluviosa los hizo conocerse un poco mejor, incluso se podría decir que el rubio no te detestaba tanto como él pensaba.

one ѕнoт y eѕcenarιoѕ anιмeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora