CAPÍTULO 20 "MÉRIDA 2"

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Cuarto día en Mérida íbamos a recorrer los páramos merideños, primero nos llevaron a montarnos en motos de cuatro ruedas, el clima de los páramos era algo increíble, la vista era muy sorprendente, cuando tocó mi oportunidad de montarme en la moto de cuatro ruedas estaba muy nervioso, pero logré manejar la moto rápido y dar varias vueltas, era primera vez que hacía eso, y jamás había pensado hacerlo, pero cuando decidí ir a Mérida me mentalicé en qué haría todo lo que nunca había hecho pues esto era una experiencia única y debía aprovecharla. Luego de las motos, nos llevaron a un restaurante en el páramo para almorzar, un restaurante muy elegante, nos sirvieron, arroz, pollo al horno y ensalada, la comida estaba muy buena, yo pensé que nos servirían comida típica de Mérida pero no, nos sirvieron comida relativamente normal. Después de comer nos llevaron a la laguna Mucubaji, yo me había llevado un shorts, pensé que nos bañariamos en la laguna, pero resulta que nadie se puede bañar en esa laguna.

—¿Nos bañaremos en la laguna?— le pregunté a Julián.
—No, nadie se puede bañar en la laguna— respondió Julián.
—¿por qué?— pregunté.
—Aqui en la montaña, existen los espíritus de la laguna Mucubaji, dice la leyenda que los espíritus prohíben que alguien se bañe en la laguna, pues si alguien lo hace, desaparece, pues cuando los espíritus de la laguna sé enojan, tapan toda la laguna con una fuerte neblina desapareciendo a quien se bañó en ella, y no se logra ver más las aguas de la laguna hasta varios días después, pero las personas que desaparecen jamás vuelven hacer vistas— contó Julián.
—Pero solo ¿es una leyenda?— pregunté.
—En realidad no, una vez yo me bañé por llevarle la contraria a la leyenda, pero me bañé en fracciones de minutos y luego me salí, cuando recién me salí, la neblina apareció y empezó a tapar toda la laguna, hasta un punto que no pude ver sus aguas nuevamente— respondió Julián.

Hasta Mérida tenía sus leyendas, está me parecía algo muy inquietante e intrigante, y la intriga me daba ganas de bañarme a ver qué pasaba en realidad, pero siempre he sido un muchacho respetuoso, que sigue orientación y órdenes, así que no lo hice. Luego de estar un rato en la laguna, nos llevaron a otro pequeño restaurante, pero está vez a comer fresas con crema, estás serían las terceras fresas con crema que me comí en todo el viaje, pero el sabor de estás superaba a las anteriores, duramos un rato ahí, en ese restauran y luego nos fuimos a la hacienda donde nos quedábamos, eran las 7:00 de la noche, nos dieron hasta las 8:30 para arreglarnos, pues iríamos a una discoteca, nos harían una fiesta. A las 8:40 de la noche nos montamos en los autobuses y nos fuimos a dónde sería la fiesta, yo tenía mucho sueño, estar todo el día haciendo actividades y en la calle, sin duda me cansaba, al llegar primero nos llevaron a un restaurante, el cual quedaba debajo de la discoteca donde sería la fiesta, ahí comimos hamburguesas, luego de que todos comiéramos subimos a la discoteca, el lugar estaba solo para nosotros, el ambiente estaba genial, musica, luces estilo miniteca y todo muy chévere. Eso terminó a las 12:30 de la madrugada, luego nos fuimos a la hacienda, y nos dijeron que teníamos que dormir y luego  estar listos a las 8:30 am.

Penúltimo día en Mérida, domingo, desayunamos y luegos nos fuimos a un lugar el cual lo llaman, el pueblo de la Venezuela de antier, es un lugar que expresa y mantiene las tradiciones de la Venezuela en décadas pasadas. Nos dieron un recorrido por cada estación de cosas de la Venezuela de antier, sin duda este día me encantó muchísimo, era revivir en cada parte de este recorrido como era la vida antes de nuestra existencia, antes de tanta tecnología y cosas modernas, era un giro en el imaginario de lo intelectual. Las tradiciones, las primeras películas, las vestimentas, las apuestas todo te hacia viajar hasta el pasado e imaginar que tú también eras parte de esa Venezuela de antier. Luego de todo ese recorrido espectacular, volvimos a la hacienda, teníamos actividades, ya casi se acaba nuestro viaje en Mérida y debíamos volver a nuestras casas, al llegar nos permitieron bañarnos en las piscinas de la hacienda por dos horas, pues luego tuvimos que reunirnos todos para hacer unas gincanas, esto no era algo que me agradara, pues nada que tuviera que ver con cosas de ejercicio físicos me gustaban. Antes de empezar las gincanas, lo vi a él, rápidamente lo recordé, ese chico estuvo en congreso de historia en el cual yo también había participado, él fue el último participante del congreso, y a mi parecer el que mejor lo hizo, desde ese día del congreso, ese chico me había parecido muy lindo, pero no sabía su nombre, pero sin duda su cara era algo que no olvidaba.
—Hola— le dije.
—¿Hola?— dijo él, extrañado por no saber quién lo saludaba.
—Me imagino que no sabes quién soy, pero yo sí te recuerdo, estuviste en el congreso de historia que se realizó en Maiquetia, yo también estuve— le dije, para luego decirle mi nombre.
—Si, ya creo saber quién eres, me llamo Albert— dijo él.
—¿Me das tu número?— pregunté.
—Si claro— dijo y luego procedió a darme su número.
Así que, Albert se llamaba, recordaba muy bien ese chico raro y flaco del congreso, el cual me había parecido muy lindo, pero no había tenido la oportunidad de tratarlo. Al terminar esto, nos dejaron irnos a bañar, pues luego debíamos subir a un punto de encuentro, tendríamos la fogata de despedida.

La fogata, sin duda el momento más emotivo de todo el viaje, al llegar la noche del domingo, nos hicieron una fogata, en un espacio de la hacienda, esto para despedirnos, cada quien se colocó con su grupo, mientras veíamos el fuego de la fogata, yo pensaba en cada momento y experiencia que había vivido en el viaje, en como la vida significa solo minutos y que ese fuego llameante consume cada parte de ti en segundos, dejando solo las cenizas de un recuerdo, tal vez ese recuerdo sea como el ave fénix y renazca pero sin duda es un recuerdo acabado por el fuego de la vida que nos emana desde el corazón. Muchos frente a la fogata comenzaron a llorar y a despedirse de cada persona que conocimos en el viaje, por esto digo que fue el momento más emotivo de todo el viaje en Mérida.

Último día en Mérida, está grandiosa aventura estaba llegando a su fin, esto me creó los mejores recuerdos de mi vida, sin duda la experiencia vivida en Mérida es algo que llevaré en cada recuerdo y en cada parte de mi corazón. Me había traído personas nuevas a mi vida, algunos conocidos y poder hablar con ese chico que había visto hace meses. Todos queríamos tener unos días más en Mérida, queríamos seguir compartiendo con cada persona, conociendo ese estado y vivir otras experiencias. Luego de desayunar nos llevaron al mercado de Mérida para que compráramos algo que nos quedara de recuerdo por el viaje a Mérida, yo aproveché de comprarle unos dulces que mi hermano me había pedido, compré unas tasas para mi mami y mi abuela, y unas casitas, las casitas que compre en Mérida siempre simbolizaran la meta que me puse ese último día en Mérida, comprarme una casa en este estado y traer a mi familia a que vivan toda la increíble experiencia que yo viví. También compré un barco de madera el cual se llama Mérida, esto lo pongo todas las mañanas en mi ventana imaginando que pronto iré nuevamente a visitar Mérida. Luego de comprar, nos fuimos al Aeropuerto, despedirnos de los recreadores, sin duda fue algo difícil, ellos habían pasado todos estos días con nosotros, cuidándonos y al pendiente de cada cosas que nos pasara. Pasamos al área donde esperamos el avión para abordarlo, ahí lo volví a ver.

—Hola— le dije.
—Hola— respondió.
—Te envié un mensaje para que me agregaras, pero no me respondiste— comenté.
—Disculpa, es que tengo el teléfono apagado, apenas lo prenda te agrego— dijo Albert.
—Esta bien, tranquilo— le dije.

Abordamos el avión, ahí me di cuenta, la muchacha que se sentó al lado mío, el primer día en el avión, nayheli era la mejor amiga de Yilberth, yo sabía que la había visto en algún lugar, pero no lo recordaba. En el avión quede cerca de Albert, así que en ocasiones volteaba a verlo, y él se dió cuenta, así que también volteó en varias ocasiones. Albert, un chico flaco, de cabello liso pero desordenado, lindo y de labios gruesos. Al aterrizar yo solo quería ver a mi familia, y ahí estaban, mi mami, es que yo sabía que ella no podría faltar, me estaba esperando con el mejor de los abrazos y con toda la emoción del mundo. Mi abuela, otra que jamás falta en ningún momento, me espero con toda la ternura del mundo esperando que les contara todo. Y mi papá, preguntando cómo me había ido y que tal la había pasado.

Mérida te agradezco por cada momento inolvidable que me regalaste, por cada experiencia vivida, por cada persona que conocí y por significar lo más bonito de este año 2023, que ha sido lo peor que he vivido, gracias Mérida, a mi querido grupo Los Nevados, muchachos no ganamos la competencia, pero sé que dimos todo por eso, espero encontrarme los algún día en las callecitas de La Guaira.

¿Amor o Ilusión? Parte 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora