Mitad de junio

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En junio me encanta ir a mediados
a la playa del Atlántico,
porque aún no hay vacaciones de verano
y se disfruta más que no esté abarrotado.

Las llaves de la casa me dieron
y ahí hemos ido con dos amigas;
los planes se retrasaron pero se cumplieron,
pues les propuse pasar allí unos días.

Me llevé mis bañadores,
pero tampoco demasiada ropa,
diría que para cuatro días es poca,
pero no se usó nada por las noches.

La calentura nos llamó
y sin mucho sueño nos pilló;
a ellas y a mí bien nos pareció
hacer lo que hicimos, que pase lo que pasó.

No teníamos camas, se rompió el colchón
de lo que hicimos, causando temblor
entre sábanas, solos en ropa interior
como decía Jhayco en aquella canción.

A la playa luego nos fuimos,
¿quién dijo amigos?
Si las he visto más sin la ropa,
luego en la playa a hacerlo volvimos.

Nos tratamos de desconocidos
pero lo hacemos tan seguido
que ni nos damos cuenta
del tiempo que habrá transcurrido.

Por lo que no se oían nuestros gritos,
es porque a mitad de junio no hay vecinos
y podemos retozar tranquilos,
que no molestaremos a ningún vecino.

Eso es también lo extraño,
porque estos días no hemos parado,
porque de nosotros la calentura
por completo se ha adueñado.

La montaña de la lujuriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora