Ninfómana

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Resultó que fui a su casa,
a verla, a estar con ella,
nada más que a visitarla,
pero cuando pasé una sorpresa me esperaba.

Es la primera vez
que me esperan sin ropa,
ni interior ni para taparse,
desnuda en casa sola.

Lo que hizo fue calentarme,
provocarme y llevarme
a la cama a controlarme,
sentada encima de mí a rebotarme.

Me confesó al terminar de pecar
que ella tiene una enfermedad;
resulta que ella es ninfómana
y yo una víctima de su personalidad.

Ninfómana y me manda
mensajes para que vaya
a verla a su casa
y matarme en la cama.

Pero yo no me niego,
porque soy aún más caliente
y le sigo también el juego
por lo bien que se siente el sexo.

Lo bien que se siente tener
sexo con una ninfómana,
que grita como psicópata
cuando penetrada por mí se ve.

Porque ella lo disfruta
cuando está conmigo
porque siempre le gusta,
jamás con otro tanto ha gemido.

A ella, ponerse a cuatro patas,
le embista duro y tire del pelo,
es algo que le encanta
y nunca me niego a ello.

Porque de verdad a mí me encanta
como la ninfómana me trata
cuando estamos en la cama
y cómo me pide ser maltratada.

Todas las poses hacemos
siempre, sin fallar, a diario,
y es que ella es la ninfómana
pero me tiene adicto a su sexo.

La montaña de la lujuriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora