18. una visita inesperada.

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Amelia

Me encantaba que Noah fuera el jefe ahora. Ya no tenía que avisarle nada a nadie y no tenían derecho de reclamarle.

Gracias a eso últimamente Noah me sacaba mucho más, y ya no estaba 24/7 encerrada en esa cabaña.

Era increíble pero a la vez frustrante, pues aunque cada vez Noah me daba más libertad, nunca me la daba del todo, si salíamos a la ciudad siempre íbamos a lugares que Noah rentaba para que nadie que no sea nosotros pudiera entrar, pero supongo que era cuestión de tiempo para que me diera más confianza.

En ese momento estábamos en su auto entre risas y preguntas para conocernos mejor camino a un karaoke.

—Mi flor favorita son los tulipanes— respondí a una pregunta que el me había hecho.

—Apuntado.

—Yo tengo una pregunta—avise— ¿Tus estrechos y fornidos hombros son por todas las peleas a las que te han llevado las circunstancias de la vida?— una risa varonil salió de el ante mi pregunta.

—En parte si, pero también es porque antes practicaba box—contesto explicando.

Traía unos lentes de sol, su chaqueta de cuero y su brazo en el volante. Que hombre tan más candente.

—¿Tienes un segundo nombre o solo eres "Amelia"?— pregunto con curiosidad.

—Tengo un segundo nombre—confesé— . Pero es como si no lo tuviera, no me gusta en absoluto y jamás lo utilizo, casi nadie sabe cuál es.

—Oh vamos, dime cuál es, prometo no burlarme si es chistoso— levanto su mano y la puso en su pecho en señal de promesa.

Rodee los ojos, sentía como si a Noah le pudiera confiar todo, me encantaba que quisiera conocerme mas.

—Marieh— solte— es Marieh.

—¿Marieh?—repitio dudoso— No le veo nada de malo a Marieh.

—El nombre no tiene nada malo, el problema es que yo no tengo cara de Marieh. Ni siquiera me iba a llamar así, lo decidieron de último momento— expliqué mis razones.

—¿Y por qué te lo pusieron de último momento?—indago.

—Mi abuela— hice una pausa antes de seguir hablando— falleció una semana antes de que yo naciera así que supongo que mis padres querían hacerle un homenaje.

—Amelia Marieh Johnson— me llamo— la dueña de mi corazón, pensamientos y deseos— sin dejar de mirar la carretera agarro mi mano y la beso.

—Eres un idiota—mis mejillas se habían tornado de un rosa carmesí y una sonrisa tonta de oreja a oreja había aparecido en mi rostro.

—Tu idiota.

El semáforo se había puesto en rojo, el aprovecho eso y me atrajo a un beso dulce.

El sonido de un celular nos separo, Noah buscó en un compartimiento del carro y saco un teléfono celular, mis ojos se abrieron con sorpresa.

—¿Trajiste un celular?— pregunté sorprendida

El me ignoro, puso un dedo en mi boca en señal de silencio y contesto la llamada.

La expresión de Noah cambio drásticamente a una de angustia.

—Mierda— fue lo único que dijo una vez que colgó la llamada.

El semáforo se puso en verde y el arranco a toda velocidad.

—¿Que sucede?— pregunté con curiosidad al ver su reacción.

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