Hacía tres semanas que una pequeña tienda de alimentación había abierto sus puertas debajo del edificio de Álvaro. Tanto el chico como su compañera de piso Bea, habían soñado con ese momento desde que se habían mudado a Granada.
Ambos estudiantes vivían en ese piso desde hacía dos años, cuando empezaron en la misma facultad y a pesar de que se encontraba cerca del edificio universitario, los supermercados y tiendas de alimentación se encontraban a unos 45 minutos andando, lo cual resultaba ser un problema cuando se quedaban sin algún alimento básico como leche o pan de molde.
Y hacía tres semanas también que Álvaro había bajado a aquel establecimiento buscando comprar azúcar un lunes cerca de la hora del cierre. Esa fue la primera vez que pisaba la tienda y también fue la primera vez, aunque no la última, que su torpeza le había jugado una mala pasada, pues mientras cogía el paquete de la estantería, tiró al suelo 3 botes de café de cristal.
El chico rubio salió de la zona de la caja y se acercó al pasillo corriendo encontrándose a un Álvaro visiblemente avergonzado. Quizás si no hubiese tenido tan mal día, se hubiese tomado mucho mejor que el sexto cliente que había entrado hubiese tirado exactamente 3 botes de café, pero entre que un coche le había rayado la moto aquella mañana y dos chavales se habían llevado una barrita de chocolate sin pagar, Paul no podía creer su mala suerte en su primer día de trabajo por lo que no pudo disimular su enfado.
Aquella había sido la gota que colmaba el vaso y ante la atenta mirada del de rizos bufó.
Álvaro que no se había fijado mucho en aquel chico cuando entró tenía ahora desde el suelo mientras trataba de recoger aquel estropicio una visión que en otras circunstancias le habría llevado a sentir un gay panic de la hostia. No obstante y ante el bufido de aquel chico que parecía ser un cani hetero, se hizo pequeñito temiendo una reacción exagerada.
Le ayudó a recoger sin mediar palabra y fue únicamente cuando le cobró el azúcar que pudo escuchar su voz grave. Sin duda aquella voz y aquella cara podrían haber sido su debilidad si no fuera porque aquel chico rubio le había parecido un gilipollas.
(...)
Durante las semanas siguientes el chico de rizos evitó bajar a aquella tienda todo lo que pudo y más. Siempre que era necesario comprar alguna cosa enviaba a Bea utilizando cualquier excusa: estoy terminando un trabajo de la uni (mentira), justo me iba a duchar (mentira) y una de las que más llamó la atención a su compañera de piso:
- Ahora no puedo Beus, me estoy fumando un cigarro.
Bea conocía a Álvaro como la palma de su mano y aunque el chico no le había contado lo que había pasado estaba segura de que algo había ocurrido en aquella tienda como para que Álvaro la evitase.
Un día harta de hacer ella todos aquellos recados se decidió a preguntar a su amigo, pillándole con la guardia baja y haciendo que confesase lo que había pasado el primer día y el último que tenía pensado bajar.
Bea incrédula con la historia del chico solo pudo reírse y decir:
- Ay amor, que exagerado eres a veces de verdad. El chico de la tienda es un cielo y además es guapo eh - sonrió Bea con picardía tras decirlo. Pues sabía que a su amigo otra cosa no, pero los canis le volvían loco.
Álvaro por su parte solo contestó visiblemente molesto: lo será contigo. A mí me pareció un tremendo gilipollas de verdad. Ni me miró ni me dirigió la palabra ni nada, a pesar de que yo le pedí perdón como unas 300 veces de verdad que me sentía fatal pero soy torpe Bea, ¿qué le hago?
Bea se carcajeó ante el comentario del contrario y solo dijo: - puede ser que tuviese un mal día. Y añadió tratando de averiguar si realmente su amigo se había sentido atraído por el chico de la tienda, pues lo cierto es que en las pocas conversaciones que habían tenido, le había gustado para Álvaro:
Has negado que fuese un cielo pero de lo de guapo no has dicho nada eh pillín - dijo Bea.
Álvaro visiblemente sonrojado dijo: - no me interesan los hombres y mucho menos los bordes, canis y seguramente HETEROS.
Bea soltó una risa incrédula, pues Álvaro acababa de describir, salvo por lo de hetero, el tipo de hombre que le volvía loco.
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Au Polvoron. Tenías que ser tú.
FanfictionDónde una serie de encontronazos y la torpeza de Álvaro desquician a Paul. O dónde una serie de encontronazos y la torpeza de Álvaro llevan a que dos almas destinadas a estar juntas se enamoren.