Capítulo 13. Indirectas.

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La petición del contrario le había sorprendido. El cambio de actitud del chico de rizos había dado paso a una tarde de conversaciones amenas y risas en un bar y ahora le estaba pidiendo que subiera a su casa.

Paul, aunque inseguro de aceptar la propuesta, acabó asintiendo nervioso.

Mientras subían al piso de rizos en el ascensor se notaba la tensión en el aire y ambos esquivaban las miradas furtivas del otro.

Álvaro sabía que aquel movimiento había sido arriesgado e impulsivo pero no quería decirle adiós al moreno, al menos no por ahora. Sentía una gran conexión con él y no nos engañemos, no le importaría repetir y llevar a más lo que había pasado en aquella discoteca en aquel baño.

Se sonrojó recordando aquella noche y Paul pudo notar como el contrario se sonrojaba así que con sorna se acercó levemente y tratando de ponerle nervioso dijo: - ¿tienes calor?

La voz sugerente del moreno despertó en Álvaro miles de mariposas y solo pudo asentir nervioso mientras desviaba la mirada.

Por suerte el trayecto en ascensor se había terminado y por fin podía salir de ese ambiente tenso y aire cargado. Nunca jamás subir 3 pisos en ascensor se le había hecho tan corto y tan largo a la vez.

Una vez en casa y aprovechando la ausencia de Bea, Álvaro enseñó el piso al contrario para posteriormente invitarle al salón. Lo cierto es que si por el fuese le habría invitado a su habitación pero no quería asustar al chico de la tienda. En su último encuentro había sido un borde con él, aunque ciertamente justificado por las historias que se había montado en su cabeza, y ahora estaba tan tranquilo, aparentemente al menos, ya que por dentro se moría de nervios, invitándole a su casa.

Se sentaron en el sofá y Álvaro puso música. En un determinado momento mientras conversaban tranquilamente notó que cada vez estaban más cerca de tal forma que podía rozar su rodilla con la del contrario. Fue justo entonces cuando empezó a sonar en el aleatorio I want love de Jessie J.

La diva del pop hablaba por Álvaro, el también deseaba amor y como intentando enviar una indirecta al contrario comenzó a tararear la canción mirándole a los ojos.

No hizo falta mucho más y Paul, que no conocía aquella canción no la escuchó terminar pues llegados a un punto solo tenía ojos para Álvaro y sus manos en sus caderas llevándole a su habitación.

Agarró sus rizos, besó sus labios y ambos disfrutaron de la compañía y el cuerpo del otro mientras en el salón de aquel piso de Granada se sucedían canciones que ya nadie estaba escuchando. 




Hola chicas, qué tal? cómo vais viendo a estos dos? os gusta la historia?

Au Polvoron. Tenías que ser tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora