Eran las siete de la mañana del lunes cuando Álvaro se despertaba con una sensación de hambre increíble dado que no había cenado la noche anterior. Además tampoco había descansado mucho puesto que el rubio de la tienda de abajo no salía de su cabeza.
Solo dos cosas estaban claras para Álvaro. La primera: el chico tenía novia. Y la segunda: seguramente borracho se había dejado llevar con él en aquel baño del pub.
Se desperezó y caminó a la cocina para hacerse un café y se dió cuenta de que quedaba poco azúcar, por lo que en lugar de las 6 cucharadas de rutina esa mañana acompañaría su café con tan solo 4. Supo entonces que tendría un día de perros.
Acudió a las clases por la mañana y comió en la cafetería de la facultad para evitar tener que pasar por la tienda donde trabajaba el chico.
Cuando llegó a casa eran pasadas ya las seis de la tarde y se encontró con Bea en el portal. Bea que llegaba de pasar el fin de semana en su casa con sus padres y su novia se dió cuenta de que su amigo no tenía muy buena cara y le preguntó por ello.
Nada más llegar al piso ambos se sentaron en el sofá para que Álvaro soltara el cotilleo.
¡Qué tiene novia Bea! El muy imbécil tiene novia. - dijo Álvaro mientras se pasaba las manos por los rizos visiblemente enfadado.
Bea que no entendía la situación frunció el ceño ante el chico pidiéndole más contexto, ya que no se estaba enterando de nada.
Una vez hablaron y Álvaro contó todo lo que había pasado, Bea abrazó a su mejor amigo y le consoló.
Hoy, sería ella quién bajaría a hacer la compra.
Mientras bajaba en el ascensor pensaba que aunque la situación era incómoda Álvaro estaba siendo un poco exagerado ya que había evitado bajar a la tienda por miedo de encontrarse con el chico rubio. Además, pensaba que por lo poco que había hablado con aquel chico mientras hacía la compra, éste le había resultado muy agradable así que no le cuadraba del todo la imagen del chico con lo que Álvaro le había dicho.
Hizo la compra sin novedades ya que el rubio no estaba de turno aquella tarde en la tienda y cuando subió a casa, así se lo hizo saber a Álvaro.
Fue entonces cuando el sevillano trazó un plan. Mientras cogía un folio en su habitación dijo a Bea que le fuese contando las veces que había bajado a la tienda aquellas semanas para anotarlas.
Una vez acabado se lo enseñó a su amiga. El calendario con los turnos que hacía el chico rubio anotado en un folio de su habitación. Ahora sí podría bajar al super tranquilo sabiendo que no iba a encontrarse con el rubio que no salía de sus pensamientos.
O al menos, eso creía él.
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Au Polvoron. Tenías que ser tú.
FanfictionDónde una serie de encontronazos y la torpeza de Álvaro desquician a Paul. O dónde una serie de encontronazos y la torpeza de Álvaro llevan a que dos almas destinadas a estar juntas se enamoren.