Álvaro tiraba de la mano de aquel cani para llevarle a un lugar más apartado y también para aprovechar ese corto trayecto para centrarse. En su cabeza lo único que estaba presente es la sensación de sufrir un gay panic constante por la sorprendente presencia de aquel chico en la misma discoteca. Llevaba días pensando en él, en el tiempo compartido juntos y también por qué no decirlo en su cuerpo y sus manos y labios. Le gustaba todo de él. Por dios Álvaro, pensó, qué te pasa no puedes estar así ya ni siquiera os conocéis.
Pero lo cierto es que este intento de hacer entrar en razón a su corazón o a su cabeza no funcionó, ya que en cuánto llegó a un pasillo tranquilo del local dejó al moreno contra la pared y comenzó a besarle desesperadamente.
Paul correspondía el beso mientras acariciaba con ternura pero agarrando fuerte la cadera del sevillano. Lo acercó más a él si es que esto era posible y con este movimiento el chico de rizos soltó un pequeño gemido por sus labios que hizo que la mente de Paul se desestabilizase por completo.
Cambiaron los papeles en un abrir y cerrar de ojos. Ahora era Paul quién presionaba al chico de rizos contra la pared y escapando de sus labios se hacía de rogar mientras besaba su cuello, su mandíbula y aquel tatuaje detrás de la oreja. Cómo había echado de menos aquella serpiente pensó mientras con su lengua recorría toda su longitud.
Álvaro se agarraba a los hombros del contrario mientras se volvía loco de placer y temiendo caerse de la impresión que sentía. Lo cierto es que creía que podría llegar a sentir el clímax simplemente con aquella cercanía y los besos que Paul le estaba propiciando.
En ese momento de lujuria desmedida, saliva y besos húmedos Álvaro buscó los labios de Paul con los suyos y una vez consiguió morder su labio inferior lo atrajó hacia sí para introducir su lengua en la boca del otro.
Tras un beso de larga duración se separó unos centímetros de la boca del contrario y solo acertó a decir: joder, cómo te he echado de menos.
Y Paul con una sonrisa vacilona y obteniendo lo que quería del contrario: una confesión que implicaba que él también había estado pensando en él, cogió su mano y lo llevó hacia fuera del club.
Álvaro se dejó guiar por el contrario sin rechistar y una vez fuera le preguntó: - ¿a dónde me llevas, guapo?
A lo que Paul respondió tras lamerse los labios y dar un repaso al contrario: a casa.
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Au Polvoron. Tenías que ser tú.
FanficDónde una serie de encontronazos y la torpeza de Álvaro desquician a Paul. O dónde una serie de encontronazos y la torpeza de Álvaro llevan a que dos almas destinadas a estar juntas se enamoren.