Asesinar

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Keigo se acercó al espejo y al ver su rostro deformado por las puñaladas se quedó helado, gritó al verse, no se conocía, no quedaba nada de lo que alguna vez fue, pasó su mano por su rostro pero le dolía por completo, no toleraba verse en ese estado, salió de la habitación algo tembloroso en busca de Touya, ahora le tenía que rogar para poder usar el baño o salir a comer… se sentía un prisionero.

— Touya… — murmuró mientras caminaba por aquel pasillo que parecía inmenso.

— Keigo…

Volteo al escuchar su nombre y al ver a aquel pequeño niño llorar, sintió su corazón romperse por completo.

— Shoto… no me mires — se cubrió el rostro para no asustar al pequeño.

— Perdóname… no quería que él te dejará herido …

— No es tu culpa Shoto, yo lo hice molestar — Cuando Keigo volteo ligeramente a ver al niño no soporto ver aquella quemadura de cigarrillo.

Shoto corrió a abrazar al rubio.

— Pero … ahora te lastimó el rostro — Shoto solo tenía tristeza al ver al rubio, mientras lo abrazaba no podía evitar sentir ganas de llorar — Estaba pensando que… podemos decirle a papá, él es policía y ayuda a los buenos …

— Cuando tú papá llegué le cuentas todo lo que te hizo Touya, él te puede ayudar a ti.

— Y también a ti…

— No Shoto, yo ya no tengo salvación… desde hace dos años — beso la mejilla del pequeño — Ahora ve a tu habitación, Touya está por llegar.

El pequeño asintió pero antes de irse le sonrió.

— Cuando sea grande me casaré contigo para que no vuelvas a llorar, solo espérame —  El pequeño Shoto quería parecer estar hablando en serio.

Keigo soltó una leve risa y le acarició el cabello.

— Cuando tú seas mayor yo seré un anciano, pero gracias por preocuparte por mi — Keigo le correspondió su abrazo — Ahora ve a tu habitación.

El pequeño obedeció y se fue a su habitación, era muy mejor y faltaba mucho para su mayoría de edad pero ya se había prometido a sí mismo que ayudaría al rubio a escapar de Touya.

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Keigo miraba su rostro frente al espejo buscando una salvación para él, no sólo le dolía demasiado si no que no quería verse así toda la vida, ya lo había decidido, se iba a separar de Touya y si en algún momento se recuperaba psicológicamente quería darse una oportunidad con alguien más, poder sentirse amado sin necesidad de salir lastimado, quería sentir amor pero… ¿Quién lo amaría? Su cuerpo estaba usado y nadie amaría a un hombre abusado incluso por su propio novio…

Él mismo se odiaba y al verse al espejo sentía un asco inexplicable, se acercó a el cajón que estaba a lado de la cama y saco las pastillas que Touya le había dado para calmarse, tomo una pero nada … de sentía miserable, tomo otra y nada … y así lo hizo con otra y otra hasta terminar con el frasco. 24 pastillas había consumido, se estaba relajando y sonreía aunque fuera por aquel estado, se recostó en la cama y se hizo bolita entre las sábanas mientras temblaba, cerró sus ojos intentando escapar de su dolor.

— Keigo… Keigo — escuchó que alguien lo llamaba.

El rubio abrió los ojos con miedo pero se calmó al verlo a él, al ver al hombre del que se había enamorado, al hombre que lo inspiró a seguir a sus sueños y después lo obligó a abandonarlos, vio a aquel chico de cabello blanco y cicatrices en su rostro, vio a Touya Todoroki… y es que reconocía que no era la bestia que lo había abusado múltiples veces, era ese chico con problemas familiares que lo había enamorado desde el primer segundo.

— Touya …

Keigo definía un después en su novio cuando este se pinto el cabello de negro, claro que conoció a Touya cuando esté estaba metido en drogas pero ese chico que se drogaba hasta dejar de llorar era solo un chico que tenía miedo de sus padres, que tenía miedo de la sociedad que lo rechazaba y que aún estaba dispuesto a dejar esas sustancias, para Keigo aquel cabello blanco en su novio simbolizaba la humanidad que le quedaba, ese Touya nunca lo hubiera golpeado, ese Touya nunca lo hubiera humillado, ese Touya jamás lo habría violado…

— Me duele verte así…

— ¿Por qué me dejaste?... ¿Por qué te fuiste y dejaste a esa bestia en tu lugar? — pregunto desesperado el rubio.

— No pude  conmigo mismo… pero aún en el estado en el que estoy estoy seguro de que te amo, pero no mereces vivir así,   cierra los ojos Kei… ya no sentirás dolor.

Aquel Touya acarició el rostro del rubio mientras lo obedecía, le sonrió y besó su frente. Cuando Keigo sintió aquel beso se sintió aliviado, aquellas píldoras lo habían hecho feliz en su último momento, le concedieron como último deseo ver a su amado.

Su amado no había mentido, cuando cerró los ojos ya no sintió dolor…

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A lo que se refiere este capítulo es que Touya asesinó a Keigo con su rechazo y maltrato, al inducirlo a las drogas sin que él estuviera consciente, cuando Keigo se toma las píldoras alucina ver a Touya cuando empezaban a estar juntos y su relación era estable.

Violentómetro / DabiHawksDonde viven las historias. Descúbrelo ahora