Llegar a una nueva ciudad con el corazón roto no es muy buena idea si lo piensas de manera objetiva, pero para ella fue la mejor decisión que pudo haber tomado.
Empezar de nuevo donde nadie la conocía, no era del todo malo si te ponías en sus zapato...
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Estaba saliendo de clases, era tarde, pero me había quedado a hacer un trabajo para literatura, entonces ir a la biblioteca era lo mejor para poder terminarlo. Cuando tomé mi bicicleta y estaba a punto de subirme, me gritaron.
—¡______! —volteé a verlos y definitivamente eran ellos.
—¡¿Kuroo?! ¡¿Kenma?! —estaba más que sorprendida de verlos por ahí.
—¡Hola, vinimos a visitarte! —cuando llegaron a mí, los abracé por separado.
—Sí claro, recién bañados —comenté—. ¿Tuvieron partido de práctica?
—Sí, Kuroo y yo estábamos cerca y el entrenador nos dejó venir a verte —me alegraba que estuvieran ahí, era de las pocas veces que iban a visitarme y me alegraba.
—¿Cómo están tus padres? —el teñido siempre era el que preguntaba por ellos.
—Bien, ya saben, se la pasan en la oficina —ellos asintieron y me ayudaron con mis cosas.
—¿No tienes quién te acompañe a casa? —negué porque realmente a las únicas que les hablaba eran a mis antiguas compañeras del club de vóley y la mayoría eran de tercero.
—No he podido hacer amigos de mi edad, pero no importa, está bien, siempre puedo hablar con Yui.
—Me alegra pensar que sí hablas con alguien —el pelinegro siempre era el que más se preocupaba.
A diferencia de él, Kenma comprendía mi falta de comunicación, además añadiendo que con la gente que no conocía, era un poco grosera y provocativa.
—Deberías conseguirte un novio —el teñido y yo volteamos a ver a Kuroo—. ¿Qué? No creo que sea mala idea, ya es tiempo.
—¿Tiempo de qué? —quizás mi pregunta salió un poco molesta porque no quería a nadie en ese momento.
—De que empieces un romance —dijo obvio.
—Oye, Kuroo, yo no creo que ______ quiera una relación por ahora —agradecí con la mirada que me estuviera apoyando.
—Yo entiendo eso, pero van más de una vez que nos cuentas que se te confiesan y que los rechazas, a lo mejor y entre esas personas, esta tu ser amado —negué con la cabeza porque estaba completamente loco—. Al menos date la oportunidad.
—Ya, está bien, pero que quede claro que es en contra de mi voluntad —ellos asintieron, pero ni Kenma ni yo estábamos muy convencidos.
La semana había sido pesada para mí, lo que significaba que Kuroo y Kenma tendrían que escuchar una historia más de como uno de los chicos de mi curso era rechazado por mí. Además de lo cansado que era forzar algo que no quería.
—¡¿Lo rechazaste?! —gritó Kuroo.
—¿Qué querías que hiciera? —pregunté de regreso.
—Bueno, al menos que le dieras una oportunidad —dijo como si fuera obvio—. Dijiste que era atento y caballeroso, además de que parecía una buena persona e inteligente porque estaba en una de las mejores clases.
