Llegar a una nueva ciudad con el corazón roto no es muy buena idea si lo piensas de manera objetiva, pero para ella fue la mejor decisión que pudo haber tomado.
Empezar de nuevo donde nadie la conocía, no era del todo malo si te ponías en sus zapato...
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Al fin había llegado una de mis épocas favoritas del año, era muy lindo cuando lo pasabas en pareja, sobre todo cuando aceptaba ponerse el disfraz en pareja que le había escogido, a regañadientes, pero había aceptado.
—Sigo pensando que no es buena idea esto —alcé las cejas porque ya íbamos rumbo a Tokio, no podía estar bromeando.
—Pero, Kei, por favor, no es tan malo, además, todos se van a disfrazar e iremos a pedir dulces.
El rubio simplemente giró los ojos con mucho cansancio, resignándose a lo que le decía, era como si no tuviera remedio.
—Todos nos están viendo, se están burlando y están cuchicheando cosas —replicó otra vez.
Miré a nuestro alrededor y era verdad, todos nos veían burlescos acompañadps de una risa con malicia, parecía que nos iban a comer vivos.
—Hubieras escogido un mejor disfraz, de verdad.
—Pero te ves muy tierno y adorable, eres el más lindo de todos —noté como se sonrojaba y volteaba la cabeza para que no lo viera.
—Igual, todos llevan un disfraz de mujerzuelas sacadas de Playboy y los hombres, ni se digan, parecemos muy infantiles.
Me quedé callada porque tenía razón, nadie llevaba un disfraz igual y estaba segura de que no todos iban a ir con un puti-disfraz a la fiesta a la que Kuroo nos había invitado.
—¿Crees que vayan todos los del Karasuno? —preguntó intentando cambiar el tema.
—No tengo idea, no creo, ellos estaban organizando otra cosa para hoy —después de eso, ninguno de los dos dijo nada, incluso de camino a casa de mi mejor amigo nadie abrió la boca de nuevo.
Al llegar, había gente, pero no tanta como me había imaginado, se entendía completamente, Kuroo apenas había ingresado a la universidad, aunque, era muy sociable, no había invitado a muchas personas. Se escuchaba el escándalo, pero no había personas afuera de su casa.
Al tocar, abrió Kuroo, se veía muy bien, era un vampiro sexy, él también llevaba un puti-disfraz y de hecho todos llevaban un disfraz así y cuando me di cuenta de eso, fue cuando el pelinegro se empezó a carcajear de forma horrible, todos voltearon a vernos y les siguieron el juego.
—¡Que buen disfraz! —soltó entre risas— ¡Ay, ______, no pudiste haber escogido mejor disfraz!
—Kuroo, ya basta —Kenma llegó a mi rescate.
—¡Vamos, Kenma! ¡Admite que son muy lindos vestidos de dinosaurios y son muy creativos!
A veces Kuroo no medía sus palabras y lo mal que podrían sonar a pesar de ya conocerlo, algunas ocasiones la ironía era muy notoria.
—Si somos tan lindos, entonces no te rías —sentía mi rostro rojo de la vergüenza y aún no podía ver a Kei.
—Gracias —las risas de Kuroo pararon y Kenma y yo volteamos a ver al rubio—. ______ escogió unos disfraces muy lindos.
